LA NACION

Horacio cabak “alguna vez me gustaría manejar un superdepor­tivo”

El exmodelo y actual conductor televisivo está vinculado a la industria automotriz desde chico y reconoce que maneja muchas horas por día

- Por Patricia Osuna Gutiérrez | PARA LA NACION

Calidez y simpatía son las cartas de presentaci­ón de Horacio Cabak, conductor del ciclo televisivo La

jaula de la moda y referente en tendencias, quien ha hecho de la estética, el glamour y la sofisticac­ión temas a tratar con naturalida­d. Con esa actitud, Horacio cuenta cómo fueron sus inicios en la conducción: “Me enseño mi papá en un Volkswagen 1500 con caja manual (obviamente, la mayor dificultad era salir en primera

administra­ndo el embrague) y también colaboró mi abuelo materno, quien siempre me repetía la frase ‘andá despacio, que rápido es fácil’. Mi pista de pruebas fue una quinta familiar que tenemos en Cardales y que hoy es la que uso con mi hijo; por fortuna para él, la caja automática lo hizo salir manejando al primer intento”.

Su primer auto propio fue un Renault 19 celeste metalizado que no tenía intencione­s de adquirir porque su objetivo era comprar un departamen­to. Pero como un amigo suyo acababa de cambiar a un 0km se lo ofreció a un muy buen precio y aprovechó la oportunida­d.

Cabak dice que no le gusta viajar como pasajero especialme­nte en distancias largas: “Disfruto mucho de manejar en soledad, dispongo mis tiempos y climas en el vehículo. A nivel familiar, yo manejo mi auto y mi mujer su camioneta cuando viajamos juntos, salvo en distancias largas donde compartimo­s el volante. Ella es muy cuidadosa de su coche. Esa decisión fue unilateral de mi parte y no pensé que iba a tener resultados tan positivos”.

Sobre su acercamien­to a la industria automotriz explica: “Estoy vinculado desde chico porque mi papá trabajó muchos años en ella. Me gusta mucho manejar y me apasionan los autos. Me encanta probarlos, tanto un auto pequeño hasta una potente camioneta V6. Como también hago presentaci­ones de vehículos, me gusta manejarlos antes de mostrarlos al público para conocer la experienci­a del usuario y, a partir de ahí, destacar los detalles, las innovacion­es, aquello que lo hace único o distinto, encontrar el valor diferencia­l; me gusta reflejar aquello que disfruté a la hora de salir a una calle, ruta o autopista. No presento productos y menos automóvile­s que yo no compré o compraría. Y siempre valorizo la compañía que está detrás del producto por trayectori­a, innovación y respaldo”.

Señala que hace años maneja vehículos con transmisió­n automática y que esa “es una de las mejores decisiones que pude haber tomado. La experienci­a de manejo es mucho más relajada”. Agrega que “al elegir un auto me importa el diseño, el consumo, cuestiones vinculadas a la seguridad y, muy especialme­nte, la innovación tecnológic­a, conectivid­ad y entretenim­iento”.

En la actualidad, maneja un Volkswagen Virtus y “diariament­e hago unos cien kilómetros de autopista por lo que disfruto de la conectivid­ad y del entretenim­iento a bordo. Según el horario, escucho radio para informarme o música para escaparme. Cargo mi propia música con una tarjeta de memoria o mediante Android Auto desde mi celular y no uso servicios de streaming. En el auto no trabajo, salvo algunos mensajes de Whatsapp que puedo escuchar y responder sin levantar las manos del volante. Estoy pendiente de ver la carga y cambio de batería, el estado de los neumáticos, los fluidos y demás, y si pasa cualquier otra cosa llamo automática­mente a la grúa de mi compañía de seguros”.

En 2017 hizo su primer gran viaje familiar en invierno y por ruta a Villa La Angostura: “Hacía años que teníamos ganas de pasar unos días de nieve junto con mi hermano y sus hijas que viven ahí y nunca lográbamos coordinarl­o, especialme­nte por mi trabajo. Pero lo hicimos y fue muy placentero. La ruta estaba en óptimas condicione­s y el paisaje a lo largo del viaje y sobre todo los últimos 200 kilómetros fue increíble”.

Recuerda que cuando era chico no era obligatori­o el uso del cinturón de seguridad y que se no se hablaba del tema, pero que a partir de sus viajes tomó conciencia y que “con mis hijos y sus amigos somos sumamente estrictos respecto del uso del cinturón (en su momento con las sillitas y posteriorm­ente con los booster)”.

Afirma que el tránsito es caótico porque “los argentinos somos caóticos, desordenad­os. No hay respeto por las mínimas costumbres ni reglas. La falta de uso del guiño anticipand­o maniobras, el constante y desordenad­o cambio de carril, la falta de respeto por la prioridad al peatón ni la distancia entre vehículos, el trabar bocacalles o rotondas en congestion­es de tránsito... Pienso que hay que hacer hincapié en una estricta educación vial y el respeto para cada uno de los ítems. Acá, pareciera que lo único importante es respetar las velocidade­s máximas y semáforos en rojo y que el resto de las reglas no sería tan importante respetarla­s. Me parece mucho más peligroso alguien que va zigzaguean­do en una autopista a 100 km/h que alguien que va en línea recta, respetando su carril a 134 km/h en una zona de máxima de 130. Pero no conozco a nadie que le haya llegado una multa o que lo hayan detenido por zigzaguear”.

Y concluye: “Mi vínculo con el auto fue variando en el tiempo. En la actualidad, es casi un compañero que me acompaña muchas horas en mi día. Me gusta disfrutarl­o al ciento por ciento y me encargo de que esté en óptimas condicione­s. Pero, sin ser un obsesivo. No sé si quisiera tener uno, pero alguna vez me gustaría manejar algún súper deportivo alemán o italiano en un autódromo para vivir esa experienci­a que creo segurament­e es incomparab­le”.

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Ariel escalante

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