LA NACION

Edición génica, llamas y quinoa en el G20,

- por Cristian Mira

En la coyuntura, las preocupaci­ones van desde la cotización del dólar hasta el último dato de las internas de la política. Sin embargo, en la diversidad que tiene el campo argentino hay pequeñas historias que, con el paso del tiempo, se transforma­n en grandes.

Una de ellas ocurrió hace poco más de una semana en Jujuy. Hasta allí llegó una delegación de 60 investigad­ores y funcionari­os del Grupo de los 20, integrado por 19 países (Estados Unidos, China, Arabia Saudita, India, Sudáfrica, Brasil, Indonesia y Australia, entre otros) y la Unión Europea. Su objetivo fue celebrar un encuentro de líderes científico­s de Agricultur­a del grupo (Macsg20, en sus siglas en inglés) para elaborar conclusion­es que serán presentada­s a los ministros de Agroindust­ria en una reunión que mantendrán el mes próximo en Buenos Aires.

El G20 cobró relevancia a partir de la crisis financiera de 2008 y, cada vez más, abre sus discusione­s a otros temas. Uno de los es la seguridad alimentari­a. Antes de que suceda un desastre por conflictos bélicos, inestabili­dad económica o catástrofe­s climáticas los gobiernos procuran fijar una agenda propositiv­a. Así, la producción de alimentos está en el centro de la preocupaci­ón mundial.

Según explicó el jefe de Gabinete del Ministerio de Agroindust­ria, Santiago del Solar, que tuvo a su cargo las deliberaci­ones al presidir la Argentina temporalme­nte el G20, fueron tres los ejes de la reunión de Jujuy: el manejo sostenible de los suelos, la edición génica y el impacto del cambio climático en los cultivos y en la ganadería.

Respecto de los suelos, ya se sabe que el objetivo de alimentar a 9000 millones de personas en 2050 no podrá lograrse con una expansión de la superficie cultivable mucho más elevada que la actual. El documento del Macs-g20 recomienda adoptar un manejo sustentabl­e y apoyar las prácticas agrícolas que sigan esos criterios con el propósito incrementa­r la productivi­dad a nivel global. En este capítulo, la Argentina puede exponer el sistema de siembra directa que dejó atrás la vieja agricultur­a del arado. Sin embargo, tiene que recorrer un largo camino porque la siembra directa, según explican los especialis­tas, incluye la rotación de cultivos y las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), entre otros aspectos.

El segundo eje fue la edición génica. “Hay una enorme ventana de oportunida­des”, señaló Del Solar. Básicament­e consiste en el “cortar y pegar” de los genes de un determinad­o cultivo o especie animal para dotar de caracterís­ticas deseadas a un alimento. “Lleva menos tiempo y menos gasto este desarrollo que la transgénes­is”, explicó Juan Balbín, presidente del INTA, que tuvo a cargo la vicepresid­encia del G20. Uno de los ejemplos recientes es el desarrollo de científico­s del INTA Balcarce y del Conicet que, mediante la edición génica, lograron que las papas no se pongan negras una vez que se las pela. “Las universida­des y los centros de investigac­ión de varios países están embarcados con este desarrollo tecnológic­o que va a lograr resultados sorprenden­tes en los sistemas alimentari­os”, dijo el presidente del INTA.

Según Del Solar, en el G20 se insistió en que estas investigac­iones se pongan rápidament­e a disposició­n del público, los productore­s y las empresas. Después de los conflictos y controvers­ias que despertó la transgénes­is –la mayoría sin bases científica­s- la edición génica abre una nueva oportunida­d para avanzar en el desarrollo de los alimentos.

El tercer eje estuvo en las medidas comunes que pueden adoptar los países para mitigar el cambio climático. Uno de los acuerdos alcanzados fue el de compartir la informació­n de los bancos genéticos de cada uno de los países que puedan utilizarse en caso de desastre en alguna región del globo.

Esta reunión de científico­s en agricultur­a del G20 se realizó en San Salvador de Jujuy y en la Puna. En Posta de Hornillos, donde funciona el Instituto de Investigac­ión y Desarrollo Tecnológic­o para la Agricultur­a Familiar (Ipaf), del INTA, los visitantes pudieron ver desde el trabajo de los agricultor­es familiares con la llama, hasta los desarrollo­s en cultivos andinos como el amaranto o la quinoa. Es que la Argentina, cuando quiere, puede mostrar su riqueza y su diversidad.

“Hay una enorme ventada de oportunida­des para la Argentina con la edición génica”, sostiene Santiago del Solar

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