Una estrategia que mezclará intuición, encanto y presión
Donald Trump desplegará una mezcla de encanto personal y presiones para coaccionar al líder norcoreano, Kim Jong-un, a cerrar un acuerdo de entrega de su armamento nuclear, confiando más en sus instintos que en los informes de situación, según confirmaron actuales y exfuncionarios de la administración norteamericana.
Kim, que tiene casi la mitad de la edad de Trump, recibirá una carga concentrada de lo mismo que sufrieron los amigos y enemigos del magnate desde que asumió la presidencia: un líder volátil e impredecible que puede ser alternativamente amigable o feroz, o ambas cosas a la vez.
La cumbre de pasado mañana en Singapur (las 22 de mañana en la Argentina) será el primer encuentro cara a cara entre Trump, una exestrella de reality, y Kim, heredero de una encerrada dinastía con un historial de promesas incumplidas de frenar sus ambiciones nucleares.
Si bien Trump recibió informes constantes, tanto orales como escritos, sobre lo que puede esperar de su cumbre con Kim, el norteamericano confía más en su intuición que en ninguna otra cosa, según actuales y exfuncionarios de la Casa Blanca.
Esos informes cubrieron la historia familiar de Kim, la historia de los acuerdos incumplidos por Pyongyang, y el estado de los programas misilístico y nuclear, según una fuente cercana al tema.
Sus colaboradores esperan que Trump intente usar su toque personal para construir una relación de confianza con Kim. Ambos líderes hicieron mucho por mejorar sus relaciones, tras lanzarse mutuamente insultos y amenazas, como sobre quién tenía el botón nuclear más grande.
En sus décadas como empresario, Trump llegó a muchos acuerdos y puede aportar nuevas habilidades y técnicas a la negociación, según otra fuente cercana al presidente. “Pero es alguien que se mueve mucho por instinto, algo que a la gente del mundo diplomático no le gusta nada, porque son personas acostumbradas a manejarse a partir de los apuntes e informes que les pasan”, dijo esa fuente, que prefirió conservar el anonimato. Los críticos argumentan que ese estilo de abordaje de Trump tal vez sea demasiado riesgoso por tratarse de Pyongyang, que alarmó a Washington con sus veloces avances en materia de misiles de largo alcance capaces de alcanzar las costas norteamericanas.
Trump se está preparando para el encuentro y se lo toma muy en serio, según un alto funcionario de la Casa Blanca, “pero encerrarse en sí mismo y hacer lo mismo que se hizo en el pasado claramente no funciona”.
El jueves pasado, el propio Trump dijo que no sentía que debiera prepararse mucho, y que todo era “una cuestión de actitud y de hacer lo que hay que hacer”. Otros funcionarios de la Casa Blanca se cuestionan si el presidente está haciendo lo suficiente para ponerse al día con el tema.
El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, volvió de reunirse con Kim en Pyongyang y describió al dictador como “un tipo inteligente que está haciendo los deberes” para la cumbre, según un funcionario cercano a la negociación.
Sin embargo, el alto funcionario de la Casa Blanca señaló que las relaciones de Trump con el presidente chino, Xi Jinping, son un buen ejemplo del tipo de tratamiento que podría recibir Kim: Trump suele hablar de lo cercano que se siente a Xi, pero eso no le ha impedido ser durísimo con él cuando hablan de intercambio comercial.
Un exfuncionario de la administración que presenció el modo en que Trump se desenvuelve con otros líderes del mundo dice que el método del norteamericano en cuestiones diplomáticas no es siempre el mismo, y lo describe como “de un amplio rango de posibilidades”, desde la filípica hasta el trato amistoso.
Trump barajó la idea de invitar a Kim a la Casa Blanca si la cumbre fuera un éxito, pero también señaló que estaba dispuesto a irse si las cosas no marchaban a su gusto. El magnate partió ayer a Singapur confiando en las habilidades para la negociación que aprendió en su carrera como desarrollador inmobiliario en Nueva York, que lo convirtió en multimillonario.
En el frente exterior, su postura de línea dura hacia China para reducir el ingente desequilibrio de la balanza comercial entre ambos países llevó a Estados Unidos al borde de una guerra comercial, y las conversaciones para reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) andan a los ponchazos. Pero probablemente nada de eso haga que Trump cambie su estilo a la hora de negociar.
“Creo que si no hace todo a lo grande, prefiere volverse a su casa”, dice Michael Allen, exfuncionario del Consejo de Seguridad Nacional del gobierno de George W. Bush.