LA NACION

El plan de la selección: ataque rabioso y un nuevo socio para Messi

Maximilian­o Meza gana terreno en la proyección de Sampaoli porque el DT siente que el jugador de Independie­nte tiene sintonía con Messi

- Andrés Eliceche

MOSCÚ.– Maximilian­o Meza jugaba en la cuarta división de Gimnasia cuando le dieron la noticia: viajaría a hacer su primera pretempora­da con los mayores, los que salían en la tele. Pero la ilusión del chico, que había llegado desde Caa Catí (Corrientes) a la pensión del club poco tiempo antes, se rompió una tarde antes de subirse al ómnibus: un cambio de planes lo dejó a último momento con el bolso armado y los botines comprados para la ocasión sin estrenar. Lloró una semana, con la exageració­n de quien ve pasar una oportunida­d única... “Lucy, la señora que nos cuidaba en la pensión, me quería tranquiliz­ar, me decía que era chico y que ya vendrían otras. Pero yo no podía creerlo, estaba desconsola­do”, recrea Meza, acostumbra­do a arrancar desde atrás. Cuando la selección argentina aterrizó anoche en suelo ruso ya había avanzado bastante: su ascenso al grupo de los titulares configura la novedad más interesant­e que dejaron los diez días de trabajo del plantel en Barcelona.

Con Manuel Lanzini fuera de competenci­a por la rotura de los ligamentos de su rodilla derecha, Meza es el elegido para ocupar su lugar. Si no hay un giro rotundo en Bronnitsy –donde hoy el plantel practicará por primera vez–, completará una parábola: fue el último elegido por el DT para integrar la lista de 23 y el último en sumarse al plantel en Ezeiza, pero llegará a Moscú el sábado próximo para jugar contra Islandia como el primer socio de Lionel Messi. “Tienen sintonía. Maxi tiene las condicione­s para jugar por la derecha, por adentro y como extremo. Y es bueno en el uno contra uno”, lo describe un integrante del cuerpo técnico.

¿Qué quiere Sampaoli? Un equipo agresivo cuando no tiene la pelota, que active la presión en tres zonas diferentes del campo, según el perfil del rival: nunca será en la mitad defensiva. Cree que esa manera de encarar los partidos se lleva perfecto con el temperamen­to del futbolista argentino de selección: “no estamos programado­s para esperar, nuestro carácter no nos lo permite”, acepta la misma fuente. Para coordinar la presión, el cuerpo técnico dedicó muchos entrenamie­ntos. En todos, Messi se colocaba por el centro del ataque y el 9 (Higuaín o Agüero) se corría a la banda izquierda. El dibujo táctico en la fase de repliegue –“el orden sirve para eso, no para atacar”, dice el entrenador– puede variar entre el 4-3-3, 4-4-2 y 4-5-1.

¿Cómo formaría el equipo si tuviera que debutar hoy? Tendría a Willy Caballero; Gabriel Mercado, nicolás Otamendi, Marcos Rojo y nicolás Tagliafico; Meza, Javier Mascherano, Giovani Lo Celso y Ángel di María; Messi e Higuaín. Con Sergio Agüero por el delantero de Juventus, son los que enfrenta ron a los suplentes–más algunos sparrings– en los dos tiempos de 30 minutos de la práctica de ayer. El 1-1 (goles de Higuaín, que en la segunda parte cambió de equipo, y Dybala) dejó contento al DT porque advierte que lo planeado sale: que además de presionar, el equipo encuentre a Messi en la última zona del campo; que Lo Celso asuma el rol de nexo entre la defensa y el ataque; que Di María pueda partir a veces desde la derecha; que la salida sea por abajo, siempre; que en ataque también intervenga­n los laterales...

El 1, el 5 y el 9

De esos nombres se desprenden algunas decisiones que Sampaoli va tomando en posiciones clave: el 1, el 5 y el 9. La suspensión del amistoso con Israel le quitó a Franco Armani la posibilida­d de mostrarse e intentar quitarle el puesto a su compañero de habitación. Caballero dijo en la semana que “sería bueno saber quién atajará”, aunque intuye que será él quien se coloque en el arco del estadio del Spartak de Moscú el 16. Desde el staff técnico lo ven rápido, seguro con las manos y bueno con los pies y la cabeza. En el medio, la versión de Mascherano es mejor hoy que la de Lucas Biglia: el que jugará su cuarto Mundial es el tercero más rápido del plantel, detrás de Cristian Pavón y Messi. Un dato que no resuelve la elección, pero que indica su buena forma física. Mascherano entró a la lista como defensor, después fue volante pero siempre suplente: en tres semanas se metió en el equipo, como tantas otras veces.

El caso del 9 nace de la disputa habitual entre dos goleadores a los que les va mucho mejor en sus clubes que en la selección. Agüero tuvo minutos al lado de Messi en la estadía catalana, y quedó a la vista que no tiene el ritmo de competenci­a deseado. Lógico: sus minutos contra Haití fueron los primeros desde que lo operaron en la rodilla derecha, en abril. Sampaoli ve distancias a favor de Pipa. “Está fresco, súper enchufado, las mete a todas. Y feliz”, lo pintan. Higuaín, reciente padre primerizo –igual que Federico Fazio–, se divierte atajando en algunas prácticas. “¡Gigiiii!”, gritaba una tarde, como si fuera un relator alabando a Buffon, su excompañer­o. Su desafío es más mental que de juego: la patada que le dio al palo en la Bombonera por no poder marcar reavivó su necesidad de encontrar el gol que lo libere.

El lenguaje corporal desnuda verdades. Vale para Higuaín, y también para esta selección decidida a jugar sus cartas de ataque de principio a fin.

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Ap Lionel Messi, el primero en bajar del avión en el aeropuerto internacio­nal Zhukovsky, de Moscú

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