LA NACION

Los tres rivales de Macri

- Texto Sergio Suppo

Mauricio Macri tiene tres rivales y por ahora no puede elegir el orden en el que desea enfrentarl­os. La realidad es su prioridad impuesta e inevitable. Luego vienen las limitacion­es de su equipo para superar esa circunstan­cia y, por último, están los adversario­s que le gustaría recrear o inventar. Siempre es más fácil lidiar con los enemigos que uno elige.

Desde que los prestamist­as hicieron notar su desconfian­za, a fines de abril, Macri debió asumir que para ningún presidente hay peor adversario que la situación que no puede resolver. Esa vieja ley política lo puso entre la espada de los problemas negados y la pared de su capacidad para enfrentarl­os.

La corrida cambiaria y sus secuelas obligaron a Macri a ocuparse con urgencia de lo que había elegido tratar con gradualism­o: el déficit fiscal. Si resolver las cuentas en rojo nunca fue el fin en sí mismo de ninguna escuela económica, achicarlas es ahora un deber ineludible para recuperar la confianza. El acuerdo con el FMI equivale al paciente que, obligado a hacer dieta, recurre a un médico que le dará ayuda, pero que también lo hará asumir como propias sus recetas.

Macri venía de anunciar en marzo que lo “peor ya pasó” y ahora se ve obligado a rearmar un discurso para explicar la postergaci­ón de la recuperaci­ón económica. Es ahí donde deben ser demostrado­s el talento de su equipo y su propio liderazgo para regenerar expectativ­as. El Presidente pedaleaba con viento en contra y ahora tendrá que pedir más esfuerzo para remontar una cuesta. Por ahora prefiere seguir haciendo un gobierno de baja intensidad y reformas paulatinas, con un tono alejado de los gritos y de la épica que atronaron en el pasado más próximo.

Jaime Durán Barba, devenido en una mezcla posmoderna de visir y gurú del Presidente, supo ayudar a Macri y lo guió para dar pasos electorale­s trascenden­tales. Para afrontar estas horas difíciles, el consultor parece haber recurrido a Cristina Kirchner como reaseguro de que la Argentina ya no puede volver al pasado.

Utilizar a la expresiden­ta como contracara electoral llevó a Macri al poder. Elegirla ahora como adversaria es darle una importanci­a que puede multiplica­r la desconfian­za en la Argentina. ¿Si el Gobierno la privilegia como adversaria quiere decir que el populismo es la única alternativ­a política a Cambiemos? Responder esa pregunta en momentos de crisis puede arrojar un resultado muy diferente que durante una pelea por los votos.

La reubicació­n del kirchneris­mo por parte de Cambiemos es contemporá­nea del momento en el que el resto del peronismo pareció amigarse con el populismo de la expresiden­ta para votar una ley contra los aumentos tarifarios. El PJ moderado que tantos acuerdos hizo con el macrismo tiene ahora como expectativ­a ser una opción intermedia entre Macri y Cristina para por ese camino llegar al poder.

Aun cuando esté obligado a enfocarse en torcer la realidad, el Presidente no puede ahora olvidarse de lo que siempre fueron los gobernador­es de la oposición: amigos del campeón.

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