Sánchez se planta ante Italia y les brinda refugio a 629 migrantes
El presidente socialista autorizó que un barco de una ONG amarre en Valencia después de recibir la negativa del gobierno populista de Conte y de las autoridades maltesas
MADRID.– El flamante gobierno socialista español tuvo un gesto humanitario y dio un paso al frente para acoger a más de 600 inmigrantes varados en el mar.
Pero, al mismo tiempo, puso en evidencia una crisis sin precedente en la política que en materia de refugiados tiene la Unión Europea (UE), con un grave desafío para el futuro inmediato.
Los 629 inmigrantes irregulares cuyas vidas rescató el buque Aquarius ya tienen puerto seguro en Valencia. Pero eso se debe tanto al gesto del presidente socialista Pedro Sánchez, que le abrió la puerta, como a la tajante negativa del también flamante gobierno populista italiano, que se las cerró de plano.
“Esta es nuestra primera victoria”, se ufanó por las redes sociales el ministro de Interior italiano, Mateo Salvini. El ultraderechista líder de la xenófoba Liga tomó como un gran triunfo político el hecho de que su negativa hubiese forzado a otro gobierno a abrir la puerta.
La puja de posiciones quedó así planteada del modo más sangrante. En este caso, sobre el destino y la suerte de 629 personas –entre ellos, más de 120 menores– que se hicieron a la mar para escapar de los “abusos y horrores” que padecían en Libia.
Pero los otros problemas empezaron apenas la organización no gubernamental (ONG) Méditerranée los acogió a bordo del Aquarius. El barco, de 70 metros de eslora y con provisiones insuficientes, se encontró sin puerto donde atracar.
Los gobiernos de Italia y de Malta dijeron que de ninguna manera la nave podía hacerlo en su territorio. Eso disparó la intervención del español Sánchez que, bajo el argumento de “razones humanitarias” y los “compromisos internacionales ante catástrofes humanitarias”, instruyó el permiso de desembarque en Valencia.
La medida de emergencia implica para la Unión Europea la necesidad perentoria de atender una crisis que amenaza repetirse en cualquier momento.
Anoche, en Italia, los seguidores del gobierno populista de la Liga y del antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E) celebraban el “haberse hecho oír” por primera vez en mucho tiempo.
“Italia no será el puerto de en- trada de todos los inmigrantes que quieran llegar a Europa”, dijo el primer ministro Giuseppe Conte.
“Para nosotros ya ha sido suficiente. Una cosa es salvar vidas. Otra, muy distinta, transformar a Italia en un enorme campo de refugiados”, dijo.
Sin llegar a esa oratoria, una posición similar tuvo el gobierno de Malta, que también rechazó recibir a los libios en busca de mejor futuro. Una negativa que, rápidamente, también fue capitalizada por el Quirinale.
“Desde ahora, Italia no está sola”, dijo el viceprimer ministro italiano, Luigi Di Maio, líder del M5E. Confió en que “otros gobiernos” reciban a inmigrantes apátridas y que no siga siendo su país el principal destino.
Analistas políticos coincidían con que, en los hechos y en lo inmediato, la jugada del discurso fuerte le había dado resultado.
En el otro extremo del arco ideológico, el giro solidario del socialista Sánchez abre interrogantes para el futuro inmediato. ¿Buscarán ahora puertos españoles todos los buques de ONG que no encuentren dónde atracar?
El barco se encontraba a solo horas de agotar su provisión de alimentos y comenzaban ya a registrarse situaciones de tensión e incertidumbre entre su tripulación y los pasajeros, según trascendió.
El gesto de Sánchez es una poderosa señal para Europa y una toma de posición ante la intransigencia de Italia y de Malta.
“Estamos al borde de una catástrofe humanitaria”, dijo Sánchez, al anunciar la medida.
Fletado por SOS Méditerranée, el Aquarius rescató el sábado pasado a 629 migrantes, entre ellos siete mujeres embarazadas, 11 chicos pequeños y 123 menores solos, pero se mantuvo en espera en el mar frente a Italia y Malta que se negaron a darles acceso a algún puerto.
Fue entonces cuando terció Sánchez con un gesto que, además de producir alivio en la crisis inmediata, abre un posible foco de tensión con Italia y con Malta.