LA NACION

Ojo al piojo: nunca estuvimos mejor

- Carlos M. Reymundo Roberts

Estamos mejor que nunca. Lo repito. Estamos mejor que nunca. Esperen, ¡no me maten! ¡No disparen! Estamos mejor que nunca es el título de la introducci­ón de un libro súper interesant­e que estoy leyendo: Grandes avances de la humanidad, del sueco Johan Norberg. Al igual que Moisés Naim, Norberg sostiene que el mundo progresa a pasos agigantado­s, que jamás en la historia se lograron tantos avances en alimentaci­ón, salud y calidad de vida. Nunca hubo ni menos hambre, ni menos pobres, ni menos mortandad infantil, ni menos guerras. Dedica 300 páginas a demostrarl­o, siempre con cifras en la mano. Pues bien, mientras lo leía se me ocurrió que, sin ánimo de discutir su tesis, podría invitarlo a venir unos días a la Argentina. Al cabo de esa visita le preguntarí­a: “Querido Johan, ¿dónde está ese mundo, que nos queremos subir?”.

No resistí la tentación y lo llamé. Me sacó corriendo con eso de venir, pero accedió a familiariz­arse con nuestra situación y a darme su diagnóstic­o. Lo hizo ayer a la tarde, después de hablar con mucha gente, leer los diarios y hacer un repaso de nuestra historia. La verdad, no es sorprenden­te lo que me dijo porque, como les comenté, es un tipo recontra optimista. Lo sorprenden­te es que haya sido tan escueto: “Charles, está todo bien, las perspectiv­as son buenas: comprá dólares”.

Aunque breve, la charla me insufló buena onda. En el país de la pampa húmeda y en el que al menos la mitad de la gente usa pañuelos verdes, la remontada del dólar es esperable y nada grave. No me van a creer, pero mientras escribo esto tengo puestas unas zapatillas verdes y vine al diario con una campera verde. Para los argentinos, el semáforo siempre está en verde o ya va a estar en verde. Es muy difícil luchar contra tendencias culturales tan arraigadas. Cambiemos optó por el amarillo, y así le va. Ahora, para frenar la corrida del dólar, Toto Caputo va a ofrecer el lunes muchos dólares. No sé si la enfermedad es el remedio o el remedio es la enfermedad. Perdón, por un momento me olvidé de que estoy en frecuencia positiva. Toto es un genio de las finanzas, la tiene re clara y pasado este chubasco emergerá como un gran presidente del Banco Central. Mejor incluso que Mercedes Marcó del Pont.

Por suerte, el Gobierno le está haciendo caso al FMI. Como exigió independen­cia para el Banco Central, independiz­ó a Sturzenegg­er (que habrá perdido con los mercados, pero escribiend­o cartas de renuncia es un caballero). Exigió tener un ministro de Economía y, entonces, Macri optó por dejar de serlo y quedarse solo como presidente (cuando los ingenieros y las arquitecta­s egipcias creen que saben de economía, es un problema). Exigió que el dólar flote, y que el peso no se hunda, y ahora está exigiendo que alguien baje el nivel del agua.

optimismo, de eso se trata. El nuevo tipo de cambio beneficia a las economías regionales, a muchas de las cuales, por la crisis, últimament­e solo se las llamaba regionales. Si nos va bien será mérito del Gobierno y si nos va mal será por culpa del Fondo. Gracias al paro de camioneros, convocado por el empresario del transporte postal Hugo Moyano, andar anteayer por calles, rutas y autopistas fue una delicia; me encantaría que se plegaran taxistas y motoqueros. La CGT hará su paro general el 25, el tercero desde que asumió Macri, con lo cual Macri ya tiene una mejor performanc­e que Alfonsín. Hasta el Indec se sumó a la buena onda; el sorprenden­te 2,1% de inflación en mayo ha desplazado a la Novena sinfonía de Beethoven: es el nuevo Himno a la alegría.

Lilita no quiere ser menos. Apesadumbr­ada por la aprobación del aborto en Diputados, amenazó con romper con Cambiemos y después, arrepentid­a, dijo que no va a romper nada. Qué necesaria es Lilita, incluso así, emocionalm­ente inestable, pero cómo rompe.

¡Ciudadanes! (para los despistado­s: no es un error de tipeo, sino la forma inclusiva, o inclusive, de hablar): el país está de pie y camina. Estas horas, que parecen sombrías, pasarán y todo irá mejor. Aunque el

Cristina contribuye con su silencio: ni siquiera está llamando por teléfono a Parrilli

Gobierno y la oposición se empeñen en demostrar que las cosas están horribles, no es así. Asistimos a una suma de aportes personales de extraordin­ario valor. Uno ya fue señalado: Macri dejó la economía en manos de economista­s, a lo que podría seguirle que Marquitos Peña se dejara asesorar por viejos zorros de la política, sean peronistas o radicales. Los docentes bonaerense­s hicieron esta semana una huelga de dos días, en la que Baradel no pidió que se sumaran los alumnos. Cristina decidió contribuir con su silencio, un silencio tan férreo que ni siquiera está llamando por teléfono a Parrilli; mamita, lo que nos espera cuando se saque el bozal.

Y por hoy no escribo más. No escribo más porque a nadie le interesa otra cosa que no sea Argentina-islandia. Podría estar anunciando acá que Macri dolarizará la economía (bueno, lo que quede por dolarizar), o que Durán Barba ordenó suspender los timbreos, o que el Fondo se arrepintió y no enviará fondos, que apenas se enterará Majo, la sacrificad­a correctora de estas líneas.

ojalá que Messi se inspire. Como diría el sueco Norberg, Leo es una prueba de que el mundo, incluida la Argentina, nunca estuvo mejor.

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