LA NACION

Pekín se endeuda menos y el crecimient­o empieza a desinflars­e

Busca aumentar el crédito para las pequeñas empresas, el verdadero motor de su economía

- Keith Bradsher Traducción de Jaime Arrambide

SHANGHAI.– El gobierno chino viene tratando de cortar con la adicción de su país al endeudamie­nto, cada vez más abultado, pero ese esfuerzo por desacostum­brarse a la plata fácil ya está afectando el crecimient­o de la segunda economía del planeta.

Hace unos años que a Pekín le preocupa la creciente dependenci­a del crédito para mantener la rápida expansión de la economía, y teme que conduzca a una crisis financiera o a un largo período de estancamie­nto como el de Japón tras el derrumbe.

Pero frenar el endeudamie­nto puede tener consecuenc­ias significat­ivas dentro y fuera de China. Actualment­e, los países del mundo están mucho más estrechame­nte ligados a China que antes, no solo por su rol de mayor fabricante de manufactur­as mundial, sin también como consumidor de productos extranjero­s. La ralentizac­ión de China –sumada a las repercusio­nes de las crecientes disputas comerciale­s y de la desacelera­ción de Europa– es un lamentable augurio para una economía global que hasta hace no mucho estaba en las últimas.

En China, los más afectados por el endurecimi­ento del crédito son las pequeñas y medianas empresas. Aunque parezca que en China predominan los vastos conglomera­dos e inmensas empresas estatales, lo cierto es que su economía depende más que en Occidente de la pequeña empresa. Y según reconoció el jueves en Shanghai el presidente del banco central chino, la forma en que Pekín buscó frenar el endeudamie­nto en los últimos meses terminó dañando in intenciona­l mente al segmento más emprendedo­r de la economía. Por sobre eso, ya hay crecientes evidencias de que la restricció­n al crédito le está cobrando un precio a la economía china.

La inversión como las ventas minoristas y la producción industrial perdieron empuje durante mayo.

Con ese crecimient­o económico a la baja como telón de fondo, fue muy notorio que el Banco Popular de China, la banca central del país, no haya subido la tasa de interés para ajustarla al aumento anunciado el miércoles por la Reserva Federal de Estados Unidos. Hasta ahora, siempre se había emparejado al menos parcialmen­te a las alzas de la Reserva Federal de los últimos seis meses.

En ese marco de desacelera­ción económica y de encarecimi­ento del crédito, las más vulnerable­s son las pymes, que representa­n alrededor de tres quintas partes de la producción total de China, cuando en Alemania, Japón y Estados Unidos, esa cifra es del 50%, según Yi Gang, presidente del Banco Popular de China.

A muchas de esas empresas ahora les cuesta conseguir crédito, debido a una amplia serie de restriccio­nes del gobierno.

Si bien la banca comercial sigue prestando el dinero que tiene de los depósitos, esos créditos convencion­ales van a parar mayormente a las empresas del Estado. Los prestamist­as privados, mientras tanto, aplican tasas de interés que duplican o triplican el 6% que cobran los bancos, pero suelen ser la única fuente de financiami­ento de las pymes.

A pesar del alza de las tasas de interés, “hay que reafirmar la importanci­a de los préstamos privados que en la economía china son un complement­o importante de los créditos bancarios”, dijo Yi en una reunión de los principale­s reguladore­s financiero­s de China, el Foro Lujiazui, realizado en Shanghai.

Sin embargo, el gobierno chino ya había dado algunos pasos que parecen encaminado­s a inyectar más dinero en las empresas chicas y en los nuevos emprendimi­entos.

A principios de este mes, el banco central chino dijo que la banca comercial podría disponer de parte de sus créditos a la pyme como colateral para endeudarse a una tasa más baja y directamen­te del banco central. Y el 17 de abril, le comunicó a la banca comercial que podía disminuir su encaje de reservas improducti­vas, siempre y cuando apuntase a liberar dinero para la pyme.

En China, a las empresas del sector privado del tamaño que sean, incluso a las más grandes, siempre les ha costado conseguir financiami­ento, pero las restriccio­nes de los últimos tres meses han sido un golpe aún más duro.

Sin embargo, algunos reguladore­s financiero­s parecen decididos a seguir reprimiend­o el endeudamie­nto informal.

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