Los asesinatos de políticos recrudecen en la recta final de la campaña mexicana
récord. El crimen organizado ejecutó a 114 dirigentes desde el inicio de la carrera para las elecciones del 1° de julio
CIUDAD DE MÉXICO.– Cuando faltan dos semanas para las elecciones mexicanas, la violencia se adueñó definitivamente de la campaña y alcanzó niveles sin precedente en la historia moderna del país, con 114 dirigentes asesinados a manos de sicarios profesionales del crimen organizado, y al menos otros 132 políticos de distintos partidos bajo amenaza de muerte.
Con la ejecución a sangre fría de un candidato a diputado del estado de Michoacán, durante un acto de campaña, el conteo se elevó anteayer a 114, de los cuales 43 eran candidatos y precandidatos, y otros 71 eran dirigentes de distintos partidos con cargos en alcaldías o legislaturas.
La consultora de seguridad Etellekt, de Ciudad de México, que compila el número de crímenes vinculados con la política, registró además 413 agresiones a candidatos desde el comienzo del proceso electoral, en septiembre de 2017. Todos estos casos de violencia tuvieron lugar en 268 municipios del país, más del 10% del total. El último ajusticiado a manos de las bandas criminales fue el candidato a la alcaldía de Taretan, en Michoacán, Alejandro Chávez Zavala, que pertenecía a una coalición liderada por el opositor Partido Acción Nacional (PAN), baleado en la calle y fallecido mientras lo atendían en el hospital con heridas de gravedad.
El Instituto Electoral de Michoacán dijo que la muerte de Chávez representa “un golpe directo a la democracia”. “No podemos menos que alzar la voz de nuevo para que entre todos podamos generar las condiciones necesarias de seguridad y estabilidad en el presente proceso electoral”, indicó.
El asesinato de Chávez sucedió después de la desaparición de Ismael Aguirre Rodríguez, candidato a la alcaldía en Nadadores, una localidad en el norteño estado de Coahuila. Aguirre desapareció el martes a plena luz del día, después de salir de su casa a comprar bebidas.
Y la semana pasada Fernando Purón, candidato a diputado del oficialista PRI, murió también en Coahuila de un balazo a quemarropa en la cabeza cuando se estaba sacando una foto con seguidores, en la calle, tras participar en un debate de campaña en la localidad fronteriza de Piedras Negras.
Purón era enemigo declarado de Los Zetas, la mayor organización criminal de la ciudad. En sus discursos, el candidato a diputado había prometido plantar cara al crimen organizado, que denunciaba como una de las mayores lacras del país. El político había recibido numerosas amenazas de muerte y siempre iba acompañado de guardaespaldas.
Organizaciones civiles se reunieron ayer en el emblemático Monumento al Ángel de la Independencia de la capital mexicana para lanzar un llamado a frenar los asesinatos que tiñeron de rojo el proceso electoral como nunca.
“Rechazamos la violencia que se ha instalado en este país, cobrando la vida de más de un centenar de hombres y mujeres en esta contienda electoral, la más grande en la historia de México y también la más sangrienta”, afirmó un orador.
Las elecciones del 1° de julio próximo decidirán los cargos a presidente, 500 diputados federales, 128 senadores y nueve gobernadores, además de cientos de alcaldes, muchos bajo presión directa de los grupos del narcotráfico.
Los organismos de derechos humanos vienen denunciando la violencia rampante contra dirigentes de todos los partidos, víctimas de un mecanismo de coacción donde las bandas criminales intentan controlar a las autoridades de los municipios, y así contar con la vista gorda de la policía local y tener carta blanca para sus operaciones delictivas.
A fines de 2006, poco después de asumir como jefe de Estado, Felipe Calderón lanzó una ofensiva contra los carteles que puso a varios jerarcas en la cárcel. Pero también dividió a las organizaciones en facciones que se trabaron en una lucha territorial que desató una violencia inédita.
Desde entonces, más de 160.000 personas murieron en hechos relacionados con el crimen organizado. Con casi 30.000 asesinatos, el país cerró 2017 como el año más violento desde que se tienen registros.