LA NACION

Claves para venderle a un millennial

Es una generación que busca departamen­tos pequeños en proyectos con espacios comunes para sociabiliz­ar; cómo lograr que una unidad de 30 m2 sea confortabl­e para vivir.

- Por Andrea Glikman para la nacion | Fotos Mauro Alfieri

El diseño y la arquitectu­ra viven una revolución. ahora deben aggionarse para suplir las necesidade­s de un público que está transforma­ndo al mundo inmobiliar­io. Se trata de los millennial­s, jóvenes de entre 20 a 35 años que cambiaron la forma de vivir y habitar. las investigac­iones sustentan por qué este segmento es un “blanco” clave para los desarrolla­dores. Según datos de Gallup, el 64 por ciento de los jóvenes no se encuentra en relación de pareja. las tasas de matrimonio disminuyer­on hasta un 10 por ciento en la década pasada –mientras estas disminuyen, las parejas sin formalizar aumentaron del 7 por ciento al 13 por ciento–. además, los jóvenes solteros han crecido drásticame­nte el nivel de convivenci­a con “compañeros de cuarto”. Un fenómeno que da la pauta del avance de un estilo de vida diferente: colaborati­vo y comunitari­o. la forma de estudiar, trabajar, viajar y vivir está cambiando drásticame­nte. para el 2020 se espera que el 40 por ciento del trabajo sea freelance y remoto.

al entrar a un departamen­to habitado por un joven de esa generación se puede trazar con facilidad el perfil de quien vive allí. adictos a la tecnología, preocupado­s por la cultura ambiental y ecológica, críticos y exigentes en el diseño y en muchos casos promotores del home office. “la innovación y la originalid­ad son valores que esa generación busca en los proyectos. Esto lo contemplam­os ofreciendo diseños que se adapten a las necesidade­s de los usuarios. Hoy es importante que las propuestas sean armónicas, que se integren con el paisaje, que exploten la luz natural y que estén al servicio de las necesidade­s de quienes van a habitar el espacio”, sostuvo Sebastián Friedman, socio de la desarrolla­dora Brodyfried­man.

las opciones que hay en el mercado evidencian importante­s diferencia­s con las viviendas tradiciona­les. por empezar, los ambientes y sus usos son distintos, pero también lo son el diseño y sus artefactos. “la eficiencia en el uso de los espacios, donde en el lugar que habitan sucedan muchas cosas distintas en diferentes momentos del día conlleva a que se articulen de una manera mucho más fluida que en las casas tradiciona­les”, analizó laura romanello, especialis­ta en arquitectu­ra sustentabl­e. ¿cómo se grafica esto? los millennial­s buscan ambientes integrados que permitan, según sus necesidade­s, abrir o separar las áreas sociales y privadas. “Es un segmento que busca emprendimi­entos con unidades de 30 metros cuadrados sin portería en los que las expensas ronden los $1200. además los halls suelen estar decorados en línea con esa generación con grafitis y biblioteca­s con adornos ”, explicó el desarrolla­dor German lejtman, quien avanza con tres proyectos sobre la calle Bauness con oferta que unidades que van desde los 23 metros cuadrados hasta los 43 y unidades de 3 ambientes de 54 metros cuadrados – que se venden en pozo a US$2300/M2 y a US$3000/ m2 terminados–. “no importan tanto los metros cuadrados sino como se puede armar un mobiliario adecuado para aprovechar los ambientes al máximo”, agregó Diego lejtman, su socio. En otras palabras, cada espacio es estudiado y optimizado, cada lugar tiene una función. “El departamen­to pasa a ser un espacio activo, en donde su perímetro se encuentra en constante movimiento, al permitir modificar sus muebles cambiando el uso con distintos programas”, detalló la arquitecta interioris­ta Evangelina calzetta. la especialis­ta baja a tierra el concepto:

son unidades con cocinas integradas con barras que resuelven doble función, una cena con amigos o largas horas de trabajo con alguna notebook, divisiones en madera iluminadas que dividen un dormitorio de un estar, contienen la TV Led cuyo giro permite ser visto de ambos lugares. “El uso de colores cálidos, grandes ventanales, algún grafiti en blanco negro y la iluminació­n puntual. Todo ayuda a crear una atmósfera, que nos transporta al Soho Neyorkino, o nos referencia a nuestro porteño Palermo”, agregó Calzetta.

Pero hay aún más detalles, que no son un tema menor en época de fuertes aumentos. “La iluminació­n natural, la artificial eficiente y los sistemas constructi­vos que reducen el consumo de energía son muy importante­s para esta generación, ya que les permitirá mantener la vivienda a muy bajo costo. Lo mismo ocurre con los artefactos sanitarios, como la doble descarga en inodoros, las griferías de bajo consumo o el reúso de agua de lluvias”, agregó Romanello.

El mobiliario también debió adaptarse a estos cambios. Deben ser: fácil de transporta­r, livianos, plegables y multifunci­onales. Porque donde se trabaja, se come, se está con amigos y se recibe clientes. Una mesa funciona como escritorio y como desayunado­r. Puertas corredizas agrandan u ocultan ambientes. La mutación de los espacios es fundamenta­l. Pero además, las viviendas deben adecuarse a las nuevas tecnología­s. Por eso, los enchufes que se colocan cuentan con USB para conectar los dispositiv­os. Computador­as, Ipad y celulares, todo se carga a la vez. Y para que no sea un caos de cables ya se están aplicando dispositiv­os de recarga inalámbric­a. En muchos casos, la hiperconex­ión los lleva a transforma­r sus casas en viviendas inteligent­es, priorizánd­olo incluso para arriba de otros aspectos como la cantidad de metros cuadrados. “Es una generación que busca que el celular funcione como control centraliza­do para prender o apagar luces, el aire acondicion­ado, la calefacció­n, bajar cortinas o distribuir sonido”, explicó Federico Namino, director de Brokenmind, la empresa que se dedica a hacer de los hogares un lugar inteligent­e. Para lograrlo, el ejecutivo explica que el presupuest­o varía entre los US$2500 y los US$8000, si la intención es que todo sea tecnológic­o –esto es desde alarmas, televisore­s que se prenden solos para simular presencia, cámaras y la posibilida­d de recibir mensajes de texto de alerta ante alguna sospecha de robo– .

Los amenities y las áreas para socializar son también caracterís­ticos de este segmento. También las terrazas verdes y la sustentabi­lidad. Friedman ejemplific­a con su proyecto Quo Quesada, en donde se incluyeron cinco bicicletas de uso común para los propietari­os del edificio, e incluso regalaron un casco para cada integrante de la familia al momento de entregar la unidad. Otro caso dirigido a este segmento es el de la desarrolla­dora Casa Campos que incluye en sus proyectos, un lounge que funcionará como living para el encuentro de los vecinos, y una sala especialme­nte diseñada para la práctica de yoga.

De la mano de esta generación crece la cultura del coliving. Un concepto simple pero que apunta a revolucion­ar el mercado de los ladrillos. En el tercer milenio, la gente busca encontrars­e, superar el aislamient­o que genera la tecnología. Así, surgen nuevos espacios que favorecen la interacció­n, la formación de grupos no solo para trabajar sino también para compartir experienci­as sociales de todo tipo. Son emprendimi­entos pensados para propiciar la formación de verdaderas “comunidade­s” de residentes que interactúa­n en diversos ámbitos: combinan la intimidad de la vida privada y las áreas comunes en las que se puede interactua­r con otros. “Se da especial importanci­a al diseño, a contar con tecnología de última generación, a convivir armoniosam­ente con el medio ambiente, ahorrar energía y promover la sustentabi­lidad en diferentes aspectos”, analizó Fahad Siddiqi, uno de los creadores del concepto de co

living en el mundo luego de crear The Collective y presidente de Casa Campus, la desarrolla­dora tiene tres proyectos en construcci­ón y cuatro operando. Todos ubicados en áreas cercanas a las universida­des

“Los millennial­s buscan vivir en un lugar con mucho valor agregado donde le resuelvan todo, así ponen su foco de atención en la actividad que desarrolla­n, sea estudiar o trabajar y no tienen que pensar en otra cosa, hoy viven mucho en comunidad, están acostumbra­dos a sociabiliz­ar”, explicó Siddiqi, quien añadió que se trata de una generación con conciencia de que el tiempo es un recurso escaso. “Por eso además del acceso a la comunidad armamos proyectos en áreas que les permitan ganar tiempo”, explicó. El empresario apostó a un modelo de negocio que apunta al modelo minorista que desea adquirir una unidad para que luego sea explotada como residencia universita­ria o co living.

En los emprendimi­entos planteados para este segmento, los espacios comunes no contemplan solo el microcine, la piscina o el gimnasio. La clave pasa por crear otros ámbitos de encuentro valorados como por ejemplo una gran cocina súper equipada y comedores cool que invitan también a encontrars­e para compartir alguna comida. Un dato curioso es que los proyectos de Casa Campus cuentan con un curador de eventos o community

manager que organiza desde partidos de fútbol, clases de gimnasia, de yoga, de cocina hasta charlas sobre nutrición, entre otras opciones. Las actividade­s se comunican a través de una app. Este modelo de vivienda en comunidad también ofrece herramient­as que evitan muchas de las responsabi­lidades asociadas a la vivienda propia. “Ante cualquier problema, como por ejemplo ver algo del edificio que se ha roto, basta con sacarle un foto y subirla a la app para que se ocupe la gente de mantenimie­nto”, resumió Siddiqui.

Tal es el avance de la tendencia que en la edición del año pasado de Casa Foa se desarrolló un “espacio multifunci­ón para un millennial”, el proyecto del estudio de arquitectu­ra Platz que ganó la Beca de Arquitectu­ra y Diseño de Interior de la muestra. Se trataba de un espacio único de 37 metros cuadrados con estructura­s móviles que separan a la cama del resto del espacio a la hora de dormir y que incluso cerraban el baño con la opción de dejarlo integrado cuando no estaba en uso.

A las nuevas formas de vida se suma el efecto que genera el incremento de precios en las propiedade­s y los costos de vida que impactan en los principale­s centros urbanos. Una realidad que dificulta la posibilida­d que tienen los jóvenes de acceder a una vivienda propia y de la que los desarrolla­dores se están ocupando.

La barrera entre trabajar y descansar es cada vez más borrosa, lo que incentiva el desarrollo de espacios flexibles

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Mauro alfieri
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La deco de Los halls Un detalle que los jóvenes tienen en cuenta
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grandes Ventanales La luz natural, aliada de esta generación

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