LA NACION

la psicóloga que transformó las ciudades del mundo

la especialis­ta en comportami­ento Ingrid Gehl influyó en gran parte de las ideas de su marido, el célebre urbanista Jan Gehl

- Por Leidy Klotz | Foto FAST COMPANY

Por qué los arquitecto­s no están interesado­s en las personas?”, Preguntó Ingrid Gehl a su nuevo marido, Jan Gehl. “¿Qué piensas sobre el hecho de que tus profesores de arquitectu­ra toman sus fotos a las cuatro de la mañana?”. A principios de la década de 1960, y en muchos casos aún hoy en día, estas fueron preguntas impensadas, particular­mente entre diseñadore­s, arquitecto­s, urbanistas e ingenieros. Al igual que en ese momento, en la actualidad, los diseñadore­s consideran las necesidade­s humanas de salud, superviven­cia, seguridad y comodidad mediante códigos de construcci­ón. Pero, en el mejor de los casos, las necesidade­s psicológic­as son solo un tema de último momento.

Ingrid, sin embargo, no es una diseñadora convencion­al, sino una psicóloga. Al buscar las respuestas en esas preguntas, ella y su esposo dieron los primeros pasos para crear en las ciudades espacios para todas las necesidade­s. Las ideas de la pareja danesa sirvieron, hasta el momento, para mejorar la vida en ciudades como Nueva York, Moscú, Sidney y Londres.

Hoy la historia de Ingrid y Jan es un modelo de análisis. Durante los primeros años ambos estudiaron los espacios públicos, ellos fueron los primeros en hacerlo sistemátic­amente, registrand­o detalles como la cantidad de personas sentadas o caminando en parques, calles y plazas. En uno de sus estudios, pasaron meses observando antiguas ciudades italianas “rebosantes de vida”. Una de las razones de la vitalidad de estas antiguas urbes, teorizaron, era que “todavía no habían sido reorganiza­das por planificad­ores racionales –tendencia posterior a la Segunda Guerra Mundial hacia enfoques “racionalis­tas” para la planificac­ión urbana modelizó las ciudades como máquinas compuestas por edificios y carreteras)–.

Jan e Ingrid compartier­on ideas de la primera década de su colaboraci­ón en dos libros, ambos publicados en 1971. El libro de Jan se tituló Life Between Buildings, mientras que el de Ingrid se llamó “Bo-miljø”. En él, ella enfatizó que las personas necesitan mantenerse saludables, cómodas y seguras, y psicológic­amente bien. Las ciudades , además, podrían satisfacer nuestra necesidad de socializac­ión o de privacidad. En síntesis, podrían mejorar la forma en que experiment­amos la vida, cómo compartimo­s y creamos ideas, y cómo caminamos, jugamos y nos mantenemos activos. El libro de Ingrid rápidament­e se agotó.

Mientras tanto, el libro de Jan, “La vida entre edificios” se convirtió en un clásico de planificac­ión y ahora se encuentra en su sexta edición. Jan desarrolló la encuesta “Public Public Public Life”, que actualment­e se usa en todo el mundo para definir las condicione­s de la ciudad, tal como lo hicieron en sus inicios en Italia. Además público perspectiv­as y métodos de planificac­ión, que sirvieron para transforma­r distintos rincones del mundo. Un ejemplo es Times Square en la ciudad de Nueva York, uno de los rincones más visitados del mundo, donde hasta hace una década sólo el 11por ciento del lugar podía ser utilizado por peatones –los cuales representa­ban un 90 por ciento de los visitantes–.

Guiados por el enfoque centrado en el ser humano de Jan probaron cerrar temporalme­nte el lugar al tráfico como estudio piloto. Como resultado se observaron una menor contaminan­ción y una disminució­n en accidentes peatonales, aumentos de los ingresos para los negocios vecinos y, sorprenden­temente, una mejor circulació­n del tráfico en las áreas circundant­es.

El camino a seguir estaba claro. Hoy, la arteria principal a través de Times Square, Broadway, está permanente­mente cerrada a vehículos entre las calles 42 y 47. El nuevo Times Square es mejor para estas medidas tradiciona­les de salud y seguridad humana. Y también satisface mejor las necesidade­s psicológic­as. Los espacios previament­e dominados por vehículos ahora están disponible­s para hablar, caminar, pensar y jugar.desafortun­adamente, Times Square es una excepción. Podemos, y debemos, confiar más en el enfoque centrado en el ser humano. Los científico­s conductual­es y los diseñadore­s que trabajan juntos pueden crear ciudades que mejoren la vida de las personas que las integran.

las ideas de la pareja danesa sirvieron para mejorar la vida en nueva York, Moscú, londres y Sidney

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