LA NACION

Cuestionar­nos, hablar de nosotros: pasión de multitudes

- Carolina Arenes

parafrasea­ndo a Goethe …gris es el árbol de la vida y verdes los goles de Messi.” Esa era la módica expectativ­a de mi amigo el sociólogo para el sábado contra islandia. Que la estrella del equipo nos diera una alegría y nos dispensara por un rato de pensar en los nubarrones políticos y económicos. lo de verde no tenía que ver con el logro feminista en el congreso, sino con la frase de Goethe: “Toda teoría es gris y sólo es verde el árbol de doradas frutas que es la vida”. pero no hubo ni goles ni frutos ni nada que nos sacara el mal humor. Tanto que en mitad del encuentro alguien tuiteó: “Que suban el dólar, así nos distraemos del partido”.

¿cuánto hace que el Mundial se ve con el celular en la mano? Todos con los ojos fijos en el televisor. pelota afuera, saque de arco, falta, y todos zambullido­s en la pequeña pantalla inteligent­e. arde twitter, arden los chats de amigos y familiares. Son los partidos más conversado­s de la historia, con los que tenemos a mano en casa o con los miles que también tenemos a mano, en el celular.

acá la mitad del sillón quiere cobrarse rápidament­e el fiasco, el madrugón de sábado (y sí, adolescent­es: 9 de la mañana un sábado es madrugar) y la otra mitad sale en defensa del genio que otra vez no se convirtió en héroe: “pobre Messi, tiene toda la presión encima. Me da lástima, el equipo es un desastre y todos le echan la culpa a él”.

Se nos atragantan las medialunas. Una hora de cola en la panadería (¿podemos ser tan argentinos todos al mismo tiempo y a último momento?), casi sobre el comienzo del partido y todavía llena de gente, puro nervios todos, a un lado y al otro del mostrador. ahora frente a la pantalla, las facturas y el mate ayudan a digerir el mal momento. Es un empate, pero contra islandia y con penal errado sabe a derrota. Entra un mensaje de amiga maestra: “Este partido da para una jornada de capacitaci­ón docente: cómo enseñar a los chicos a manejar la frustració­n”

“al final lo van a hacer renunciar otra vez”, leo en el chat familiar. Fue hace dos años, después de la derrota en la final de la copa américa (y de errar otro penal). Me acordé de la carta que le escribió entonces una maestra: “por favor no renuncies, no les hagas creer a mis gurises que en este país solo importa ganar y ser primero.”

al final había sido apenas un estallido de frustració­n que después quedó desactivad­o (quien no tiene fantasías de fuga cuando las cosas se ponen difíciles). pero se ve que, por las dudas, en las eliminator­ias del año pasado la misma maestra le recordó a Messi la lección: “Ya lo conseguist­e todo, no necesitás ninguna copa ni medalla para completart­e. El que necesita estar en rusia, festejar un primer lugar, ser el número uno en el podio, es el ego de los argentinos”.

Muy de nosotros. cuando lo deportivo no se nos da bien, el terreno futbolísti­co se presta como territorio fértil para la reflexión. perdemos literalida­d y ganamos en capacidad metafórica. ¡Oh no, el mundial paralelo! la pelota se nos escapa hacia el verdadero deporte del goce nacional: cuestionar­nos, hablar de nosotros, pasión de multitudes.

la vida en Modo Mundial también es eso, renovar cada cuatro años el diván de la argentinid­ad. ¡Qué pelotazo! por suerte, todavía tenemos revancha.

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