Una pasión compartida por toda la familia
En el mundo de los negocios hay empresas familiares y también hay familias de empresas. Los Torterola pertenecen a los dos grupos a la vez: entre cuatro miembros del clan y un entramado de asociaciones llevan adelante un ecosistema emprendedor de comida orgánica. Un restaurante en Miami, dos en la zona norte del conurbano y una fábrica de helados, todos apoyados en una columna vertebral de alimentación y vida sana. Victoria (30), Silvana (57) y Mariano (59) son los tres integrantes que viven en la Argentina. El grupo se completa con Manuel (33), que vive en Estados Unidos.
Un quiebre en la vida de Silvana fue la piedra fundamental del ecosistema de emprendimientos integrado por los restaurantes Good & Green (Argentina) y Lilikoi (Miami) y la fábrica de helados Haulani. “Cuando entré al quirófano para sacarme el tumor, me juré a mí misma que si viviría, iba a cambiar mi vida”, relata. Mientras estaba en tratamiento, se volcó a terapias naturales y a la alimentación sana. Esa decisión, finalmente, atravesó a toda la familia.
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El ocio es inspiración
El jefe de familia, Mariano, trabajaba en la banca privada justo antes del quiebre de 2001. En ese contexto precrisis, decidió tomarse un año sabático. La familia se fue a vivir a Hawai en la convertibilidad y volvió a Buenos Aires 12 meses después, con un dólar a $3. Victoria asegura que, además de lograr que toda la familia se quedara enamorada de las islas volcánicas, la estancia en Hawai les dio a ella y a su hermano la posibilidad de “descubrir otras formas de vida, de alimentación y de vincularse”, un aprendizaje que después decantó en un gen emprendedor para todos los integrantes del clan Torterola.
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No adelantarse a las tendencias “¿Por qué en la vianda del colegio a mí me mandás milanesas de soja y a mis amigas les mandan patitas de pollo?”, le preguntaba a Silvana su hija Victoria, creadora de los helados sin lactosa Haulani, cuando aún estaba en el colegio. Lo que al principio parecía un hábito de otro planeta y hasta motivo de burlas, hoy es tendencia en restaurantes, bares y cafeterías de todo el país –especialmente en Palermo–. Los cuestionamientos de parte de sus conocidos y la sensación de que estaba siendo demasiado vanguardista hizo que la creadora pospusiera su proyecto durante más de 13 años.
El proyecto de Silvana, Good & Green, en realidad tuvo su germen luego del año en Hawai junto a toda la familia, donde descubrió otras formas de alimentación más naturales. Quiso abrir un almacén orgánico, “pero en ese momento había tres personas que seguían ese estilo de vida”, narra.
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Entramado de socios
Mariano y Silvana están divorciados hace cinco años, pero se mantienen como socios por la complementariedad. En realidad, cuando abrieron la primera sede de Good & Green en Del Viso, ya habían decidido separarse, aunque aún convivían. “Nos queremos un montón. En un momento nos dimos cuenta de que no podíamos vivir ni juntos ni separados. Ahora estamos más separados que juntos, pero el negocio sigue igual”, admite él.
El matrimonio también se asoció a su hijo Manuel para abrir en 2016 el restaurante Lilikoi –“maracuyá” en hawaiano–, en South Beach, Miami. El mayor de la prole, con inclinaciones por la gastronomía, había probado suerte con un delivery de sushi en Mendoza que no resultó bien. Luego se mudó nuevamente a Hawai y allí estudió negocios y conoció a su mujer, Tina, que trabaja con él en el local de platos orgánicos.
Mariano es socio de Victoria en el proyecto de helados sin lactosa ni gluten, Haulani. El nombre se traduce como “crema celestial” en hawaiano. “Es un emprendimiento que apostó a los superalimentos antioxidantes como la cúrcuma y la espirulina para crear algo rico. Nace de la idea de no encarar a la alimentación saludable desde las restricciones, sino desde el disfrute y de la calidad de la materia prima”, explica la emprendedora, que, en temporada alta, fabrica unos 100 kilos de producto por día.
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Alquimia familiar
Los socios divorciados se complementan en los perfiles: ella asegura que tiene la sensibilidad para saber qué quieren los clientes y él defiende que es el baluarte de la estrategia del negocio. “Yo tengo la pasión, puedo leer a la gente y sé lo que necesita. Él me quiere mostrar planillas y planillas, y me pregunta qué haría si tuviera tal o cual cosa con los números. Yo le digo: ‘¡Te llamo a vos para que me digas qué hacer!”, dice ella.
Del mismo modo, Victoria eligió a su padre para que fuera su socio porque sabe que, a pesar de que adora a su madre, es probable que terminaran discutiendo si emprendieran juntas. Las alianzas estratégicas dentro del ecosistema de emprendimientos no quitan que todos los miembros se apoyen el uno en el otro para sus proyectos. Así lo explica Victoria: “En el mundo de los negocios es muy difícil confiar en alguien, y cuando tenés a la familia adentro, eso da mucha tranquilidad”, resume.
“Las reuniones familiares son de trabajo. Nosotros, cuando nos vemos todos, vivimos hablando del emprendimiento. Se vuelve monotemático”, añade la creadora de Haulani. “El proyecto se te mete en la sangre”, termina Silvana.