Con Hotel Rizhoma Suite, llegó la “TV bombón”; son unitarios de media hora que se verán por Telefé.
Los autores Marcelo Camaño y Marisa Quiroga crearon Hotel Rizhoma Suite, un ciclo de 20 unitarios de media hora que muy pronto podrán verse en el prime time adulto de Telefé
No solo en los escenarios se busca multiplicar los públicos con obras variadas y de corta duración, desde media hora (teatro bombón) hasta quince minutos (microteatro). La televisión abierta también apuesta al formato breve pero no para la comedia y el humor –como en las tradicionales sitcoms–, sino adaptado a un contenido dramático. La nueva propuesta se llama Hotel Rizhoma Suite, un ciclo de 20 unitarios de media hora que se verán por Telefé en el prime time adulto y por Cablevisión Flow. Aún sin fecha confirmada de estreno, los autores son Marcelo Camaño y Marisa Quiroga (con la colaboración de Mariana Planella y Javier Rozenwasser), la producción es de Kuarzo y la dirección de Jesús Braceras.
“Media hora es un desafío. Pero tiene que ver con el modo en que se consumen contenidos en el siglo XXI. Tratamos de dar cuenta de cómo se resuelven los conflictos, los encuentros sexuales, las relaciones, porque todo está atravesado por las redes sociales. Ese es el plus que tiene esta ficción con respecto a otras más convencionales que hemos hecho con Marcelo”, dice Marisa Quiroga, guionista de Cartoneros y Don Juan y su bella dama, y amiga de Camaño desde que llegaron de Rosario a estudiar Comunicación en la UBA. “Queríamos recuperar el valor de la tríada libro, actuación y dirección. Para eso nos concentramos en una locación que nos permitiera la circulación de personajes. Un cuarto de hotel al que vuelven algunos personajes era lo ideal. No sé si proponemos algo distinto pero sí insisto en recuperar la palabra como gran campus de trabajo. Tenemos ficciones devaluadas en el contenido, excelentes profesionales en todas las áreas, pero pocos productores con decisión de tomar el camino arriesgado. Esto significa volver a una tevé que se puede escuchar, el tema que sea, pero donde se dice algo”, afirma Camaño, autor de Resistiré, Montecristo, Vidas robadas y Estocolmo, entre otras.
Diez episodios escritos por sendos autores, el título alude a un término de la botánica, después tomado por el filósofo Gilles Deleuze, sobre las múltiples conexiones en cualquier punto. “En cada lugar puede surgir una historia que es, en sí misma, una unidad. La suite, el hotel, es un no lugar donde no estás atravesado por tus rutinas ni afectos habituales. ¿Qué pasa ahí? ¿Qué pasa cuando tenés un espacio donde ser quien sos, y no lo que aparentás ser, y hacer cosas sin control, sin ley? Ese fue el marco donde pusimos estas historias”, cuenta Quiroga.
Cada programa fue grabado en dos días, con mucha intensidad, en los estudios de Kuarzo, bajo la mirada de Jesús Braceras, un director con mucha experiencia en tevé (Estocolmo, La dueña, Niní, Todos contra Juan): “Este programa es un acto de resistencia porque se sostiene en la actuación y en los libros, sin artilugios visuales. Tiene que estar muy vivo, como si fuera una obra de teatro, hay mucho diálogo en un espacio muy acotado y el conflicto debe resolverse en media hora. Hay de todo, historias muy diferentes, ninguna se parece ni visualmente ni en el estilo. Espiamos la intimidad de cuatro paredes donde no hay máscaras y las caretas se caen”.
La mayoría de las historias son interpretadas por dos actores, salvo unos pocos casos en que habrá tres. Tampoco se repiten, en general, los personajes pero aparecen algunos en más de un capítulo. Si bien cada episodio puede verse suelto, hay conexiones entre ellos. El elenco resulta, por lo tanto, numeroso: Nicolás Vázquez y Brenda Gandini (ver recuadro), actriz que reaparece en un trío con Florencia Raggi y Antonio Birabent; Juan Gil Navarro y Ludovico Di Santo (el actor con más participaciones, aparece en cuatro capítulos); Gimena Accardi y Benjamín Rojas; Jorge Marrale y Virginia Innocenti; Juan Guilera y Rojas, dos que también reaparecen; Luis Machín, en el rol de presidente de la Nación, a solas con la esposa, interpretada por Andrea Frigerio, y en otro capítulo, con la amante, Martina Gusmán; y Sofía Gala Castiglione, Diego Ramos, Osvaldo Santoro, Violeta Urtizberea, Juan Surini, Felipe Colombo, entre otros.
Los temas, según la productora ejecutiva Maru Mosca, “darán que hablar” por la intensidad dramática, el vocabulario y las escenas de sexo heterosexual y gay, incluidos los inusuales desnudos masculinos. Eutanasia, violación, asesinatos, peleas entre hermanos, traiciones, narcotráfico, política y viudas negras son algunos de los nudos con los que se metieron los guionistas, además del encuentro más o menos clandestino y fugaz que suele generarse en la impersonal habitación de un hotel.
Para Camaño, esta oportunidad demuestra que “la tele abierta no está para nada muerta, porque una buena propuesta de ficción siempre atraerá un público fiel que busca el cuentito. Todo puede convivir. El abuso con las producciones turcas no habla de los espectadores, sino sobre los altos costos para producir en nuestro país. Hay ejemplos de grandes y recomendables series en América Latina como las que hace la brasileña O Globo”. En ese sentido, el director Braceras apunta al especial momento que viven las ficciones en todo el mundo: “Hay muchas oportunidades. La gente habla de ficciones como nunca antes, comenta series –y ya no películas– en las reuniones familiares y en las redes. Tenemos que entender eso y saber cómo aprovecharlo”.
Por último, el fantasma del rating en la televisión de aire –sujeta a día y horario determinado–, depende en gran medida, según Camaño, de las decisiones de programación. “Año a año se pierde una porción grande de audiencia. Pero si hilás fino y averiguás, una de las razones centrales es que el público desea que aquello que quiere ver ‘a la vieja usanza’ empiece en el tiempo en que se lo prometen, no diez o quince minutos después. En fin, es el huevo y la gallina”, concluye el autor.