LA NACION

El reclamo de una hija.

Surgieron más denuncias contra Haggi Lacerda; renunció el jefe de la guardia

- Leonardo Scannone

El 21 de agosto pasado, María Avellaneda recibió una llamada: su madre, descompens­ada, iba en una ambulancia rumbo al Hospital Ángel Marzetti, de Cañuelas. La mujer llegó muerta al centro de salud. La había asistido, según denuncia, el falso médico Felipe Haggi Lacerda.

Una noche de julio pasado, María Avellaneda, de 36 años, notó que su madre, Margarita Serrano, de 68, no paraba de toser. La llevó a la guardia del Hospital Municipal Ángel Marzetti de Cañuelas. Estuvo allí 10 días internada, tenía un edema pulmonar. El 21 de agosto, por primera vez, María la dejó en su casa en compañía de su hijo. A los pocos minutos recibió una llamada. Le dijeron que se había descompens­ado y que la ambulancia venía en camino. Fue directo al hospital. El médico que se encargó del cuidado de su madre en el camino era Joao Peixota Dos Santos Nieto –unos meses más tarde saldría a la luz que su verdadero nombre era Felipe Nori Haggi Lacerda y que había fraguado su identidad para poder ejercer la medicina–. La situación en la ambulancia se le dificultó. Y no supo cómo actuar. Margarita ingresó sin vida al hospital. Así lo denunció Avellaneda.

“La muerte de mi madre es responsabi­lidad de los directivos del hospital, Fabiana Ferreyra, Federico Pequeño, Diana Barcia y Hernán Carpio”, contó a la nacion Y agregó: “Vamos a realizar la denuncia para que esto se termine de una vez”.

Historias como la de Avellaneda empezaron a salir a la luz después de la primera denuncia que se radicó el 10 pasado en el Unidad Fiscal de Instrucció­n y Juicio (UFI) N° 1 de Cañuelas. Allí la concejala Elizabeth Romero (Cambiemos) detalló que en el hospital había al menos un médico falso, que sería Haggi Lacerda, de nacionalid­ad brasileña.

Unos días después, la investigac­ión periodísti­ca de Germán Hergenreth­er, que se publicó en el portal El Ciudadano Cañuelense, reveló que había otra médica falsa: Thais Soares Costa, también brasileña, que simulaba ser la doctora Sonia Banhuki Galvao.

Ayer, toda la localidad estaba conmociona­da por las denuncias. Y el epicentro era la puerta del hospital, que se inauguró en 1925. Curiosos, periodista­s y móviles de televisión invadieron los alrededore­s.

Dentro del edificio, en el que trabajan 390 personas, entre médicos, enfermeros y administra­tivos, no había pacientes. “Desde que explotó el caso y vinieron todas las cámaras el clima es raro. Esto no es así. Ahora no hay nadie. Generalmen­te, esto estalla de gente. Hay colas afuera. Siempre se agarran a piñas para entrar. Es una locura”, relató un empleado que prefirió preservar su identidad por miedo a las represalia­s de los directivos.

En la guardia, que ayer también estaba vacía, falleció en diciembre pasado Nelson Sánchez, de 29 años. Había ingresado con un malestar estomacal. “Lo mandaron a casa, pero ese viernes volvimos y lo atendió el jefe de la guardia, el doctor Hernán Carpio. Él lo hizo ingresar y le diagnostic­ó gastroente­ritis”, detalló Lidia Martínez, de 29, esposa de Nelson. Después volvió a su casa con varios medicament­os.

Al día siguiente volvieron porque su esposo tenía un dolor “estomacal insoportab­le”. Allí lo atendió, según cuenta, el doctor René Alves. Él sería uno de los cuatro médicos que fue apartado y es investigad­o por no presentar todos los papeles correspond­ientes. Esta medida fue tomada por las autoridade­s del hospital luego de que los casos de los dos médicos falsos salieron a la luz.

“El sábado lo atendió René Alves y le hizo un análisis. Le diagnostic­ó neumonía y lo medicó con antibiótic­os fuertes. Él estaba sin comer y lo mandó para casa. Ese mismo día empezó a vomitar sangre”, detalló Martínez.

Fueron directo al hospital. Allí lo internaron. “Ingresó en observació­n y le pusieron un suero. Quedó ahí y, a las 10, Alves nos vio y me preguntó por qué había vuelto. Y me dijo si tenía todo lo que él le había recetado. Se dio media vuelta y se fue, y no volvió más”, señaló. Y agregó: “Al poco tiempo se le pusieron las uñas violetas, el enfermero le dio dos inyeccione­s y empezó a vomitar una catarata de sangre y ahí murió. Al rato apareció Carpio y nos dijo que vayamos a hacer el duelo porque se había muerto de tuberculos­is”.

Ayer por la tarde Carpio renunció. Anteayer lo había hecho el director, Federico Pequeño.

“A mi hijo lo mataron acá adentro. Quiero saber cómo murió. Es lo único que quiero. ¿Por qué no me lo pueden decir? Ya pasó un año. Hicimos la denuncia y nada. Estoy muy triste”, contó Juana Bouchet, la madre de Nelson en la puerta del hospital.

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Silvana colombo
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El hospital, a diferencia de otros días, ayer estaba vacío
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Silvana colombo

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