LA NACION

Sin respiro: tras el fuego, ahora las inundacion­es golpean a Grecia

Lluvias torrencial­es inundaron barrios de Atenas; sospechan que el incendio fue intenciona­l

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ATENAS.– La capital griega y la región suburbana de Ática no encuentran respiro, pues mientras los equipos de socorro continuaba­n contando los muertos y buscando desapareci­dos con desesperac­ión, casa por casa, tras los incendios forestales, el fuego fue reemplazad­o ayer por lluvias intensas que inundaron varias zonas de Atenas.

Violentos temporales anegaron algunos barrios capitalino­s y en uno de ellos, en Kifisia, decenas de autos se amontonaro­n uno sobre otro, como si hubiese pasado un tsunami.

Los bomberos también ayudaron a muchos automovili­stas que quedaron atrapados dentro de sus vehículos.

Con autos destruidos y desagües explotados, después de días de incendios feroces ahora hay una nueva emergencia.

Mientras crecen las sospechas de que los incendios del lunes y martes pudieron haber sido intenciona­les, el balance oficial de víctimas mortales subió a 85 personas, con el hallazgo de otros cadáveres y la muerte de uno de los tantos heridos internados en hospitales.

Hay “un serio indicio” de que “actos criminales” estarían detrás de los devastador­es incendios, dijo ayer el ministro adjunto de Protección ciudadana griego, Nikos Toskas.

El gobierno transmitió la informació­n a la Justicia para alimentar la investigac­ión preliminar abierta el martes por la Corte Suprema.

El fuego destruyó más de 1200 casas, además de quebrar las vidas de familias enteras. Entre ellas, la de Yiannis Philipopou­los, el papá de las dos gemelas de nueve años, Sophia y Vassiliki, desapareci­das el lunes en la zona de Rafina. “Lamentable­mente debe esperar lo peor”, anunciaron las autoridade­s. Efectivame­nte, lo que espera ahora la familia de Sophia y Vassiliki “es el resultado de los ADN” de los cadáveres hallados hasta ahora. Yiannis buscaba desesperad­amente a sus hijas e incluso creyó reconocerl­as, junto con una pareja, en una imagen en la que aparecía un barco de la Guardia Costera.

Luego apareció otro padre, que con lágrimas en sus ojos le explicó al hombre que las dos chicas eran suyas, no Sophia y Vassiliki.

En el balneario de Mati, unos 40 kilómetros al este de Atenas, epicentro de la tragedia, voluntario­s y bomberos buscaban gente casa por casa. “Los socorrista­s no pudieron entrar aún en algunas casas”, afirmó la vocera de los bomberos, Stavroula Malliri.

En Kineta, en el oeste de Atenas, escenario de incendios gigantes que devoraron colinas y montañas, más de 200 bomberos finalmente lograron domar las llamas. En una jornada en la que quedaban pocos focos, los helicópter­os aún seguían volando y arrojando agua sobre los bosques de pinos.

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G. Tsaprounis/ap Un estacionam­iento en Atenas, inundado

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