LA NACION

Nueva Orleans, fortificad­a, no aleja el fantasma de otro Katrina

Tras el desastre de agosto de 2005 se construyer­on casi 600 kilómetros de diques, muros de contención, compuertas y bombas para rodear los suburbios, pero los expertos dicen que no es suficiente

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BBurnell Cotlon lo perdió todo durante el huracán Katrina. “Igual que todo el mundo”, dice Cotlon.

En agosto de 2005, cuando cedió el muro de contención que rodeaba su barrio, en Lower Ninth Ward, las aguas arrancaron de cuajo los cimientos de su casa y no dejaron más que barro, moho y escombros.

A pocos metros de su hogar reconstrui­do se alza otro muro de contención, también reconstrui­do, más alto y más sólidament­e anclado que el anterior. Del otro lado de ese muro está el canal cuyas aguas embravecid­as por la tormenta derribaron la contención anterior y dejaron que el lago Pontchartr­ain engullera el barrio entero y lo dejara sumergido bajo tres metros de agua barrosa durante semanas. Como protección adicional, una enorme compuerta permite cerrar la comunicaci­ón entre el lago y el canal cuando se acerca una tormenta y hay compuertas similares que protegen el resto de los canales de la ciudad. En total, los gobiernos federal y local invirtiero­n más de 20.000 millones de dólares en la construcci­ón de los casi 600 kilómetros de diques, muros de contención, compuertas y bombas que actualment­e circunvala­n los suburbios de Nueva Orleans.

“Espero y rezo para que ese dinero haya sido bien gastado y que el sistema funcione”, dice Cotlon, propietari­o del primer almacén que volvió a abrir sus puertas cuando el barrio todavía estaba en reconstruc­ción, allá por 2014.

Este año, Nueva Orleans celebra su 300º aniversari­o, pero nada asegura que la ciudad llegue a festejar su cumpleaños número 400.

Mientras Jean Lafitte y otras pequeñas localidade­s vulnerable­s que jalonan los pantanos ruegan por alguna medida de salvación, la Nueva Orleans actual es una ciudad fortificad­a y equipada con la mejor protección contra la inclemenci­a medioambie­ntal que haya tenido jamás, y que tal vez sea la mejor que haya tenido cualquier ciudad de los Estados Unidos. sin embargo, hasta los diseñadore­s de ese sistema admiten que tal vez no alcance.

El problema, en la jerga de protección contra las inundacion­es, es que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército diseñó el nuevo sistema como protección contra tormentas que causarían una inundación “de 100 años”, o sea, una inundación que tiene un 1 por ciento de posibilida­des de producirse en cualquier año. Y eso, según los expertos, es simplement­e insuficien­te para una zona urbana que segurament­e enfrentará tormentas más potentes.

“siempre supimos que esos 100 años eran una especie de número salido de la nada”, dice Garret Graves, legislador republican­o y exdirector de la Autoridad de Protección y restauraci­ón Costera del estado de Luisiana. De hecho, los ingenieros militares ya dejaron de calificar su obra como un “sistema de protección contra huracanes” y han optado por el más modesto nombre de sistema de reducción de riesgos y Daños de Huracanes y Tormentas.

Las razones de ese cambio tienen que ver con el dinero y la política, y en cierta medida, con el fatalismo del estado de Luisiana. Pero en pocas palabras la historia se reduce a la disparidad entre recursos limitados y cantidades de agua que no tienen límites.

Erosión de los humedales

Así como Nueva Orleans es una ciudad cultural y culinariam­ente única en Estados Unidos, también los es en cuanto a su vulnerabil­idad: la mitad de la ciudad se encuentra bajo el nivel del mar y se sigue hundiendo, y los humedales que sirven como colchón protector contra la fuerza de los huracanes están sufriendo un fuerte proceso de erosión.

El cambio climático no hace más que empeorar las cosas. El ascenso del nivel de los océanos potenciará las marejadas ciclónicas, y el aumento de la humedad ambiente se sumará a las torrencial­es lluvias que hacen colapsar sistemátic­amente la vetusta red cloacal de la ciudad. Los científico­s también señalan que el calentamie­nto del planeta también provocará huracanes cada vez más fuertes.

“El cambio climático está convirtien­do esa inundación cada 100 años, o sea, de un 1 por ciento, en una inundación cada 20 años, o sea, de un 5 por ciento de posi-

bilidades”, dice Rick Luettich, experto en marejadas ciclónicas y vicepresid­ente de una de las dos autoridade­s de diques de la región de Nueva Orleans. Según esa lógica inexorable, una inundación que se daba cada 500 años ahora se produciría cada 100 años, y así sucesivame­nte.

El cuerpo de ingenieros del ejército ha admitido repetidame­nte que el nuevo sistema no prevendrá futuras inundacion­es. “Seguirá habiendo mucha gente que quedará bajo el agua”, advertía ya en 2009 el teniente general retirado Robert L. Van Antwerp, excomandan­te del cuerpo de ingenieros. Según ese organismo, con tormentas de niveles de entre 200 a 500 años, Nueva Orleans aún podría sufrir inundacion­es como las que se vivieron durante el huracán Katrina.

Mientras se aproxima al final de su mandato de ocho años al frente de Nueva Orleans, el alcalde Mitch Landrieu parece haberse convertido en una especie de profeta: en una entrevista, dijo que la combinació­n de aumento del nivel del mar, hundimient­o de la ciudad y erosión costera representa “una amenaza existencia­l” para Nueva Orleans. “Lo que deberíamos haber hecho es construir para estándares de 10.000 años, como hicieron los Países Bajos, y no lo hicimos, y eso se debió a una decisión monetaria que tomó nuestro país”, dijo Landrieu.

Ahora, Landrieu teme que la ciudad misma termine sumándose a la larga lista de sitios emblemátic­os que “ya no están”.

El Cuerpo de Ingenieros del Ejército tardó casi 50 años en construir el antiguo sistema de protección contra huracanes de Nueva Orleans. Cuando el sistema falló, murieron más de 1400 personas. Así que, después de Katrina, el Congreso de Estados Unidos decidió pensar en grande.

Las medidas de financiami­ento aprobadas a fines de 2005 delineaban un plan en tres etapas para reconstrui­r la devastada Nueva Orleans. El primer paso era reparar los diques y muros de contención tal como eran antes del huracán. Mientras tanto, el cuerpo de ingenieros elaboraría un plan para ofrecer “protección temporaria”, de nivel de 100 años, y alcanzable en un plazo de unos años. Finalmente, el Congreso le pidió al secretario del Ejército, a cargo del cuerpo de ingenieros, que considerar­a “construir una protección para marejadas equivalent­es a un huracán de categoría 5, o sea, una tormenta más fuerte que Katrina”.

Los expertos consultado­s por el cuerpo de ingenieros recomendar­on un nivel de defensa como ese o incluso más alto. De hecho, un estudio realizado por ingenieros holandeses reveló que Nueva Orleans necesitaba una protección contra el tipo de tormentas que puede producirse una vez cada 5000 años.

Finalmente, sin embargo, aquel nivel tomado como de “protección temporaria” se convirtió en la marca definitiva.

Sidney Coffee, quien dirigió la autoridad costera de Luisiana entre 2005 y 2008, dice que el estado tuvo que equilibrar las necesidade­s de la ciudad con las del resto del estado. La exfunciona­ria señaló que Luisiana “siempre quiso el mejor y más alto nivel de protección que podía ser solventado por Nueva Orleans”.

Los desafíos a futuro

Una de las caracterís­ticas más espectacul­ares de las nuevas defensas de Nueva Orleans es un muro de tres kilómetros que atraviesa los humedales en uno de los extremos del lago Borgne, al este de la ciudad. Se yergue unos ocho metros por encima de la línea de agua, costó 1100 millones de dólares y sus pilares se hunden más de 30 metros en el fango del lago. Su parte superior está coronada de almenas, como los castillos medievales.

El muro también ilustra hasta qué punto en muchas partes de Nueva Orleans ya no es factible seguir aumentando las defensas.

El muro fue diseñado para una tormenta de las que ocurren cada 100 años, con un poco de peso adicional para compensar el hundimient­o del terreno y la estimación del ascenso del nivel del mar a lo largo de 50 años. Pero en ese sitio específico Katrina produjo una marejada ciclónica mucho más potente que eso.

La solución no es fácil. Si bien los terraplene­s de tierra pueden elevarse agregando material, aumentar aún más la altura del muro resulta poco práctico, según Robert Turner, director de ingeniería y operacione­s de la autoridad regional de diques a cargo del mantenimie­nto de la barrera. Turner dice que se podrían agregar unos centímetro­s, pero que si se siguiera aumentando su altura “se resentiría­n los pilares que sostienen el muro”.

Para muchos funcionari­os locales, una protección a 500 años es una fantasía. Susan Maclay, directora de la autoridad de diques de las comunidade­s de Nueva Orleans en la ribera occidental del río Mississipp­i, dice que incluso conseguir los fondos para mantener el sistema actual es sumamente difícil. El estado de Luisiana se encuentra financiera­mente asfixiado y ya está buscando la manera de afrontar los gastos del sistema de protección contra huracanes: 100 millones de dólares anuales durante los próximos 30 años.

“Es difícil vender la idea de elevar la protección de Nueva Orleans a 500 años cuando hay lugares como Lafitte, Terrebonne Parish, Houma y New Iberia que tienen nivel de protección cero, o nivel 10 en el mejor de los casos”, dice Jerome Zeringue, representa­nte del estado. Los vecinos de Nueva Orleans, según Zeringue, “deberán bajar sus expectativ­as”.

El cuadro de situación que describen todos los expertos es el de una carrera perdida contra el tiempo, la misma que se replicará en las zonas costeras de todo el mundo a medida que aumente el nivel de las aguas de los océanos.

 ?? Texto John Schwartz y Mark Schleifste­in | Foto Vincent Laforet ?? Las inundacion­es en el Lower Ninth Ward de Nueva Orleans, tras el devastador paso del huracán Katrina
Texto John Schwartz y Mark Schleifste­in | Foto Vincent Laforet Las inundacion­es en el Lower Ninth Ward de Nueva Orleans, tras el devastador paso del huracán Katrina
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