De Vido y Andrea del Boca: oscuros negocios a costa del Estado
El reciente procesamiento del exministro de Planificación Julio De Vido y la actriz Andrea del Boca por fraude, junto con otras ocho personas, volvió a poner sobre el tapete la escandalosa manipulación que hizo el kirchnerismo con ciertas universidades para concretar negociados millonarios.
El mecanismo, que hemos cuestionado en varias oportunidades desde estas columnas, se puso en marcha gracias a un decreto del entonces presidente Néstor Kirchner. Cuantiosos fondos estatales fueron a parar a la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y a varias casas de altos estudios del conurbano mediante contrataciones directas, sin tener que rendir cuentas de los gastos. Los objetivos diferían, pero muchos tenían que ver con la propaganda política y el mundo de la cultura y, en varios casos, encubrían oscuros negocios.
Una parte de ellos consistió en producciones artísticas que pocas veces llegaron a su término, como en el caso que nos ocupa, que involucró al ministerio de De Vido, al Incaa –su extitular Liliana Mazure es otra de las procesadas– y a la Universidad Nacional de San Martín. En danza estuvieron dos convenios por un total de 344 millones de pesos. Esa suma fue girada a productoras privadas para filmar una miniserie y una telenovela.
Cuarenta y un millones de pesos se enviaron a dos productoras para financiar la miniserie El pacto y la telenovela Mamá corazón. La primera, premiada por el Incaa, narró la historia de la venta de Papel Prensa durante el último gobierno militar, pero lo hizo desde la óptica del falso relato que intentó imponer el kirchnerismo y que la Justicia desestimó en todas las instancias. En cuanto a Mamá corazón, nunca se estrenó.
Como en casos similares, hubo una triangulación, para la cual se empleó a la Universidad de San Martín, que era la que tendría que haber encarado las producciones. Sin embargo, se contrató a productoras privadas y la universidad cobró un canon del 10% por honorarios y gastos administrativos. Una tercerización inútil.
Se ha dicho, con razón, que en tiempos del kirchnerismo el Incaa operó como otra de las cajas del régimen que favorecían a protagonistas de la cultura que le eran afines.
El factor ideológico nunca debe condicionar –ni mucho menos disciplinar– al mundo de la cultura y del espectáculo. Cuando lo ha hecho, ha incurrido en francas aberraciones, como ocurrió en la Unión Soviética, donde se terminaron fomentando la mediocridad y el servilismo. Entre nosotros, el kirchnerismo, claro, le agregó los negociados.