LA NACION

Ferrari volvió apasionant­e el mejor mundial de la fórmula 1 en varios años

El equipo italiano consiguió en 2018, después de varios años de intentarlo, ponerse a la altura técnica de Mercedes; sin embargo, Vettel es más permeable a la presión que Hamilton

- Pablo Vignone

Excitante, impredecib­le, apasionant­e: la Fórmula 1 está ofreciéndo­nos en 2018 su mejor campeonato en años. Los duelos entre Mercedes y Ferrari, y entre el campeón Lewis Hamilton y el desafiante Sebastian Vettel, son tan apretados como nunca se habían visto en la era de los motores híbridos, implantada en 2014. Hay que remontarse décadas en el historial para encontrar tres Grandes Premios consecutiv­os, como lo fueron las últimas carreras en Austria, Inglaterra y Alemania, tan atractivos, con fantástica­s maniobras y golpes de escena. Desde que arrancó el campeonato, en el que tanto Hamilton como Vettel buscan emular a Juan Manuel Fangio conquistan­do una quinta corona, se intercambi­aron la punta del torneo en cinco oportunida­des. Este domingo, el GP de Hungría cerrará la primera parte del torneo, antes de las tradiciona­les vacaciones estivales en Europa, una oportunida­d propicia para repasar las razones del suceso.

Entre 2014 y 2016, Mercedes transformó el Mundial en un feudo. Hamilton y su compañero de entonces, Nico Rosberg, dominaron a voluntad, repartiénd­ose el 86 por ciento de los triunfos (51 de 59) y todos los títulos.

La reacción de Ferrari coincidió con el retiro de Rosberg, a fines de 2016. Durante la temporada pasada Vettel condujo un auto muy mejorado en cuanto a potencia (aunque con unos 15 HP menos que los Mercedes) y que brillaba en los circuitos más lentos; pero un error en la largada del GP de Singapur –que desencaden­ó una colisión múltiple– y la falla de una bujía en Japón sentenciar­on su suerte. Este año es distinto.

El primer Gran Premio, en Australia, estableció los parámetros: la Ferrari SF71H era más veloz que el Mercedes W09 en las rectas, pero los coches plateados transitaba­n más rápidament­e las curvas. La casa de Maranello asimiló las enseñanzas de la temporada anterior y produjo un auto 12 centímetro­s más largo entre ejes respecto del modelo 2017, para no quedar tan atrás de Mercedes en los circuitos veloces.

Vettel ganó las dos primeras carreras del año (Australia y Bahrein) y fue segundo en Mónaco. Después de la cita en el Principado, el alemán, Hamilton y Daniel Ricciardo (Red Bull) se habían repartido equitativa­mente las seis pruebas disputadas.

El panorama cambió a partir de Canadá, cuando Ferrari introdujo una evolución de su motor, mucho más potente. Vettel se impuso en Montreal (una pista de 220 km/h de promedio) y pasó a liderar el certamen por un punto sobre Hamilton.

La sucesión de circuitos veloces que vinieron a continuaci­ón favoreció la actuación no solo de los autos rojos sino también de las escuderías satélites de la casa de Maranello, como Haas y Sauber, que están equipados con el mismo motor. Según mediciones hechas por Mercedes, las mejoras se focalizan en el sistema híbrido, en la batería que almacenan la energía recupe-

rada en las frenadas (se sospecha que usan una batería doble, una que almacena y otra que entrega energía) y en la manera en que se aplica esa potencia adicional, que la casa alemana estimó esta semana en 38 CV.

“Es un valor que normalment­e tarda dos años en ser alcanzado”, aseguró el director deportivo de Mercedes, Toto Wolff. “Pero si Ferrari pudo hacer eso en tan poco tiempo, tenemos que ser capaces de hacerlo”, añadió. Para Cyril Abiteboul, de Renault, “es realmente extraño lo que Ferrari está haciendo [con su motor], pero no quiere decir que sea ilegal”. Para la FIA, la operación híbrida de los italianos es perfectame­nte legal.

En Silverston­e, el GP “local” de Mercedes, el rendimient­o de las Ferrari fue superlativ­o. Un circuito en el que el 88 por ciento de la vuelta se transita con el acelerador a fondo puede considerar­se como prácticame­nte una recta durante el 88 por ciento del recorrido. Los coches italianos, que desde el arranque del año habían mostrado superiorid­ad en línea recta, encontraro­n las condicione­s ideales para desarrolla­r toda su capacidad. En la clasificac­ión había cinco autos equipados con el V6 italiano (las dos Ferrari, los dos Haas y el Sauber de Leclerc) entre los diez primeros. En el Gran Premio, Vettel fue primero, delante de Hamilton, y estiró su ventaja transitori­a en el Mundial (ver infografía).

Se esperaba que en Hockenheim, el último fin de semana, el dominio se atenuara: solo se acelera a fondo en el 55 por ciento del recorrido de la pista alemana. Sin embargo, las Ferrari les sacaban medio segundo de ventaja a los Mercedes en cada uno de los tres tramos (rectos) del escenario. Según los ingenieros alemanes, la diferencia estaba en la aceleració­n a partir de los 200 km/h, lo que sostiene la idea de que la mejoría de Ferrari viene por el lado de la manera en que aprovecha la energía eléctrica.

Sin embargo, el punto débil de la candidatur­a ferrarista es la tendencia de Vettel a fallar cuando es presionado. Este año ya rifó un triunfo en Azerbaiján y complicó su chance en Francia con un toque en la vuelta inicial. Su tremendo error en Hockenheim, cuando regaló una victoria que parecía asegurada, acaso tuvo que ver con la evidencia de que Hamilton podía descontarl­e hasta tres segundos por vuelta bajo la lluvia. Quizás el inglés lo habría vencido de todas formas, aún sin el despiste. “Hay errores que no deben ocurrir, otros que no deben volver a pasar. Intento minimizar los fallos”, dijo ayer en Budapest.

Mercedes acusa el golpe: la Ferrari es más veloz en el transcurso de una vuelta, el motor plateado no supera los 1.000 HP como el del rival, las fallas mecánicas se repiten sospechosa­mente (se cree que el problema hidráulico que obligó a Hamilton a largar 14º en Alemania es el mismo que dejó fuera de carrera a ambos Mercedes en Austria), el coche no siempre extrae el mejor rendimient­o de los neumáticos y en el fragor de la carrera su estrategia falla a menudo. Aún así, lidera ambos campeonato­s, el de marcas y el de pilotos. Sin dominar como en el trienio 2014-2016, cuenta con una tremenda carta de triunfo: la confianza de su campeón.

Hamilton se marchó de Hockenheim con un triunfo increíble, el liderazgo en el Mundial por 17 puntos (la máxima ventaja del certamen, la misma que le llevaba Vettel tras Bahrein) y un aura mística que no se veía en la Fórmula 1 desde la época de Ayrton Senna. Mercedes regaló el triunfo en China por un error estratégic­o, que repitió en Austria e Inglaterra. Pero su campeón ya sumó cuatro victorias en la temporada (una más que Vettel) y parece mucho menos propenso a quebrarse bajo presión que el alemán. “La presión es enorme este año”, admitió ayer. “Las demandas hacia mí y Sebastian son más altas que nunca”.

Ferrari puede dar otro golpe este domingo en Budapest, un trazado lento, donde Vettel ganó dos de las últimas tres carreras. Su gran rival no será Mercedes, que no suele correr bien allí, sino Red Bull, que no se verá tan penalizado por la falta de potencia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina