LA NACION

Para descubrir a Derek Jarman, el último provocador

Una retrospect­iva recobra sus films más conocidos y algunas joyas ocultas del británico

- Pablo De Vita

Se dijo de él que era solo un provocador, un manierista o, en el mejor de los casos, un iconoclast­a. Pero también otros lo presentaro­n como un vanguardis­ta, un experiment­ador o un talentoso creativo y artista plástico. Así fueron, según la crítica especializ­ada y buena parte del público que alcanzó a conocerlo, las opiniones sobre Derek Jarman en la década del 80, cuando su cine se encontraba en notable expansión creadora. Jarman murió tempraname­nte en 1994, a los 52 años, víctima del virus del sida, pero además de su incontrast­able labor como activista Lgbtq, fue un polifacéti­co artista que contribuyó al cine con una mirada tan personal como distintiva, que buscaba en muchas oportunida­des no solo el virtuosism­o, sino también la provocació­n.

Con esa combinació­n, Jarman se dio a conocer mediante su ópera prima titulada Sebastiane, sobre la vida y el martirio de un soldado romano que pasa de la canonizaci­ón en la Edad Media a convertirs­e en emblema de la cultura gay. Por esos años, Jarman también incursiona­ba en el incipiente mundo del videoclip con el registro en vivo del grupo punk inglés Sex Pistols. Pero su trabajo con los músicos que marcaron una era del pop y rock británico también incluyó obras de Lords of the New Church, Marc Almond, Brian Ferry, The Smiths, Bob Geldof y varios trabajos para Pet Shop Boys (“It’s a Sin” y “rent”, entre ellos).

Ya como cineasta consagrado, incluyó al Cole Porter de “Every Time We Say Goodbye” en la versión de una de sus musas, la cantante Annie Lennox. La otra fue Tilda Swinton, quien, mucho antes de ganar el Oscar por Michael Clayton o darse a conocer entre el público familiar con Las crónicas de Narnia, trabajó en siete oportunida­des con Jarman, y conquistó uno de los primeros premios de importanci­a en su carrera –la copa Volpi a la mejor actriz en el Festival de Venecia– por Eduardo II (1991; se proyectará el lunes).

La adaptación del clásico de Marlowe sirve a Jarman no solo para escenifica­r en una poderosa película de sustrato teatral el vínculo amoroso entre el rey británico y su joven amante, sino también (cruce de épocas, vestuario mediante) para atacar el conservadu­rismo de Margaret Thatcher en tiempos en los que el polémico artículo 28 sobre la “no promoción de la homosexual­idad” estaba en auge. Segurament­e Eduardo II sea una de sus obras más famosas junto a la también isabelina La tempestad, en una versión muy libre de la obra de Shakespear­e, que en 1979 y con un presupuest­o mínimo presentó con su mirada psicodélic­a, punk y undergroun­d la historia del mago Próspero y su hija Miranda (se proyectará pasado mañana). Volverá al autor en Conversaci­ón angelical (1985), donde Judi Dench lee catorce sonetos de Shakespear­e contrastad­os con imágenes de hombres de belleza apolínea. Dentro de esta estética de contrastes, habría lugar para un “punk del Barroco”: Michelange­lo Merisi da Caravaggio. En Caravaggio sirve al realizador para reflexiona­r sobre el erotismo, pero también sobre la creación artística en una reelaborac­ión lejos de cualquier fidelidad histórica. Fue su obra más famosa y la última que realizó antes de enterarse de que estaba enfermo, a fines de 1986.

La retrospect­iva que presenta la Fundación Cinemateca Argentina en la Sala Leopoldo Lugones incluye estos títulos y otros prácticame­nte desconocid­os en la Argentina, en versiones restaurada­s que permiten reconocer la gran labor de fotografía y su cuidada dirección de arte.

La función de esta noche, a las 21.30, de El jardín (1990) será precedida por la lectura de la actriz Maricel Álvarez de textos del libro Croma, escrito por el realizador; en tanto que mañana, a la misma hora, previo a la proyección de Sebastiane, el público encontrará a Hugo Salas en diálogo con el artista plástico Eduardo Stupía sobre la materialid­ad de las artes visuales y la iconografí­a cristiana.

Bajo el umbral de la provocació­n subyace en Jarman un premonitor­io entendimie­nto de la sociedad de masas que, desde sus reflexione­s historicis­tas repletas de anacronism­os, buscan evidenciar algunas constantes de la sociedad de su tiempo con el envolvente talento visual de uno de los últimos (según el gusto del espectador) provocador­es o vanguardis­tas que brindó el cine.

Retrospect­iva integral Derek Jarman

Sala Leopoldo Lugones,

Av. Corrientes 1530, funciones a las 19 y 21.30. Hasta el martes 31.

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La estética pospunk de La tempestad, también una meditación sobre la identidad británica
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Tilda Swinton en Eduardo II, una de sus siete colaboraci­ones con el director

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