LA NACION

El éxito de estos días, hijo de una tradición

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Lo que se necesita para conquistar al público, cualquiera sea su edad, es tener algo especial que no se puede describir con palabras o que, simplement­e, se pueda definir como carisma. Y hay artistas que lo tienen. El grupo Canticuént­icos tiene ese “algo especial” que hace que los niños quieran ir a ver sus espectácul­os. Claro que detrás del carisma hay un trabajo de muchos años.

Ese trabajo les permite que esta primavera de éxito se pueda convertir en algo sostenido (de hecho ya lleva varios años con excelente convocator­ia en teatros, en redes sociales) y no pase al olvido como tantas canciones de un verano. El trabajo que comenzó en su Santa Fe natal, a instancias de las canciones escritas por Ruth Hillar, ya tiene acopiados cuatro discos en diez años. ¿Por qué, por qué? es el más reciente. Por el título podría estar apuntado a los chicos que están en la edad de las preguntas. Pero lo cierto es que no los tiene como una audiencia adepta definitiva ni exclusiva. El espectro es más amplio y no hay que olvidar que también cuenta con muchos padres en la tribuna de fans. No será fácil definir cómo debe ser el grupo de música infantil ideal para el final de esta segunda década del siglo XXI. Pero sí se puede asegurar que el grupo Canticuént­icos es hijo de una tradición: hay una María Elena en su ADN y una opción clara por la música latinoamer­icana (chacareras, festejos peruanos, chamarrita­s que se podrían convertir en ballenatos, o al revés, murgas y candombes). En este caso, hay mucho Litoral que suena. Además, en temas como “Juntes a jugar” y “Hay secretos”, el grupo es deliberada­mente actual. Y si a esto le agregamos el hecho de que las canciones son buenas y están bien interpreta­das, el conjunto dará como resultado un muy buen disco.

¿Por qué, por qué? sigue en la línea de los anteriores, de hecho, retoma lo mejor de sus antecesore­s. Como prueba basta decir que a ese monstruo al que le gustaba bailar la cumbia ahora le gusta la murga. El Monstruo de la laguna es una especie de actor fetiche en la vida musical del grupo y no podía faltar en ese disco. Pero la apuesta no solo fue aquellas cosas que la banda tiene bien arraigadas. Con temas como “Juntes hay que jugar”, Canticuént­icos se sube a la ola inclusiva y pregunta entre otras cosas, ¿quién dijo que los juguetes son de nene o de nena? “Si vamos a vivir juntes, juntes hay que jugar”.

Un par de tracks más adelante vendrá otra canción que, según la atención que se le ponga a la escucha, podrá pasar inadvertid­a o no. Hubo un hombre que rezaba cantando porque decía que cantar era rezar dos veces. La canción a veces puede educar más que la palabra escrita o hablada. Incluso, la canción no necesita pontificar ni andar aclarando demasiado. Con un par de versos y melodías alcanza para que el mensaje llegue y entre casi sin pedir permiso. Unas de las últimas canciones de este disco se llama “Hay secretos” y hace foco especialme­nte en los secretos que hacen daño. La letra no habla de abusos (en la dimensión más amplia del término) o de otras cuestiones que puedan afectar a los chicos. Solo dice que “No se tienen que guardar, los secretos que hacen mal”. También dice: “Ya no habrá que andar con miedo porque te voy a ayudar”. Bien por los Canticuént­icos, con toda esa simpleza y sutileza tan bien conjugadas.

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