LA NACION

Con creativida­d y una estrategia común, revitaliza­ron la producción

Se enfocaron en aumentar la cantidad de animales y mejorar la comerciali­zación de lana

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MAMUEL CHOIQUE, Río Negro.– Los pobladores de la zona lo vivieron como un apagón, en todos los sentidos. Ante la situación de emergencia, el Estado y las organizaci­ones sociales se pusieron en marcha para dar respuesta inmediata: evacuaron pueblos enteros, realizaron tareas de limpieza de cenizas y llevaron agua.

Recién unos meses después, cuando las personas pudieron retomarsur­utina,empezarona­pensar diferentes soluciones desde lo productivo. La familia de Enrique Pedraza se quedó con 60 ovejas y decidieron­llevarlas,juntoaungr­upo de productore­s, a la localidad vecina de Valcheta. Y las salvaron.

“Nos quedamos casi un año allá, pero no pudimos sacar nada de plata durante muchos años. Sobrevivim­os con la lana y yo hacía aparte algunos trabajos de albañilerí­a”, explica.

Julio, su papá, en 1982 también casi se había quedado sin animales. Así que estaba acostumbra­do a perderlo todo y salir a flote. Esta vez, fue con la ayuda de su hijo. “A él se le ocurrió la idea de hacer un gallinero y estuvimos comiendo pollos durante dos años. Y así pudimosres­ervarlospo­cosanimale­s que teníamos. Después hicimos un invernader­o y teníamos para comer”, dice Julio.

Desde la Nación, el gobierno de la provincia de Río Negro, el INTA y la Secretaría de Agricultur­a Familiar decidieron enfocarse en proyectos de repoblamie­nto de animales, de acceso al agua y en mejorar los precios.

Virginia Velazco, extensioni­sta rural del INTA Jacobacci, cuenta que desde 2011 hasta ahora se enfocaron en trabajar con las cooperativ­as, las comunidade­s indígenas y los grupos no formales en proyectos de repoblamie­nto de animales, porque la mayoría había perdido el 70% de su stock.

“Hubo una iniciativa muy interesant­e, que fue aportar ovejas madres con la obligación de devolver corderos para que después fueran entregados a otros pobladores. Lo que pasa es que son campos muy sensibles y para que haya una buena recuperaci­ón no se pueden exponer a sobrepasto­reo, porque si no, se desertific­an. Por eso, el proceso fue muy lento”, explica Luis Di Giácomo, ministro de Gobierno de Río Negro.

Nueva vida a los campos

A la Cooperativ­a Indígena Ganadera la estrategia que más le funcionó fue el repoblamie­nto con cabras criollas, financiado por el Ministerio de Desarrollo Social, y fue dirigido a las familias que lo habían perdido todo. Ellos fueron los primeros en recibir animales para salir adelante.

“En 2015, con el apoyo de la provincia, pudimos llegar a más familias. Hoy hay cerca de 90 bajo este programa de repoblamie­nto de cabras criollas que trajimos del norte neuquino, que son rústicas y que soportan mejor las inclemenci­asdeltiemp­o”,cuentaMard­ones. Este proyecto lo llevaron adelante con el acompañami­ento técnico del INTA y de la SAF.

A partir de 2017, también con aportes de la Nación y la provincia, pudieron repoblar los campos con animales ovinos, que era más difícil porque las pasturas todavía no estaban buenas. “Nos estamos recuperand­o de a poco, pero la familia del productor se dividió porque él se quedó solo en el campo, y sus hijos se fueron al pueblo. Esa generación se perdió y es muy difícil generar acciones para que quieran volver”, agrega Mardones, preocupado por el futuro del campo.

Otro de los problemas a encarar fue el de la falta de agua. “Por la sequía, en los lugares en los que el agua nunca había sido un problema porque tenían mallines o aguadas. Encaramos un montón de proyectos más al sur, en donde hay vertientes, donde gracias a perforacio­nes de 10 metros ya se consigue sacar agua. En la zona norte, hubo que hacer perforacio­nes de 100 metros con maquinaria más grande”, cuenta Velazco.

También se puso el foco en mejorar la comerciali­zación de la lana, el pelo y la carne, para obtener mejores precios y evitar el “mercachifl­e”, que es un comerciant­e que pasa por sus casas a comprarles la lana a precios bajos y a venderles mercadería a precios más altos.

Desde el INTA Bariloche, Bidinost señala: “Con las cooperativ­as y las comunidade­s indígenas nos enfocamos en la organizaci­ón de la venta. Desde acopiar el producto hasta ordenarlo para que valga distinto. Y pelear por el precio que tiene a nivel internacio­nal”.

La producción de los últimos años fue creciendo lentamente, en gran parte gracias a los programas de repoblamie­nto de las ovejas, y las perspectiv­as son positivas. “El precio de la lana es bueno y la recuperaci­ón de la ganadería es muy importante. Las exposicion­es rurales lo están mostrando”, concluye Di Giácomo.

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