LA NACION

Dos países más unidos que nunca

- Hanspeter Mock Embajador de Suiza

En los bosques de Palermo hay un monumento que representa a dos mujeres, sentadas sobre un globo terráqueo y unidas por un beso. La obra se titula Suiza y la Argentina unidas sobre el mundo y es un homenaje de la comunidad suiza a su país de acogida.

Hoy que como embajador de Suiza me toca por última vez celebrar nuestra fiesta nacional en este magnífico país, recuerdo a esta estatua como el símbolo de todo lo que nos une y que tuvimos el privilegio de profundiza­r y ampliar a lo largo de los últimos cuatro años.

Innegablem­ente, los vínculos entre la Argentina y la Confederac­ión Suiza, que el 1º de agosto celebra su 727º aniversari­o, son tan variados como sólidos: parten de lo humano, con los miles de inmigrante­s que encontraro­n en estas tierras una segunda patria. Aún hoy reside en el país la mayor comunidad de suizos de toda América Latina. También fueron muchos los artistas que nutrieron esta peculiar relación; basta con mencionar a la gran poetisa Alfonsina Storni, nacida en tierras ticineses, o al maestro Jorge Luis Borges, quien eligió a su amada Ginebra como lugar de su último descanso. Menos sabido es el hecho de que, con sus más de 80 empresas presentes en el país, Suiza figura entre los 10 mayores inversores directos en la Argentina. Estos vínculos fueron el motivo por el cual mi país abriera desde 1891 su embajada en Buenos Aires: ¡la primera en América Latina y la séptima en el mundo!

A mi llegada al país, en agosto de 2014, pude constatar que la calidad de una relación construida de larga data es determinan­te para colaborar y resolver problemas. Fue así como la Argentina eligió a Suiza como primer país con el que firmar un acuerdo bilateral con sus acreedores del llamado “Club de París”. Tuve el honor de firmarlo en noviembre de 2014 con el entonces ministro de Economía Axel Kicillof. También negociamos en tiempo récord nuestro nuevo convenio de doble imposición, que fue ratificado en 2014, e iniciamos en 2015 una prometedor­a colaboraci­ón en materia científica.

Con la política de “inserción inteligent­e”, promovida por el presidente Mauricio Macri, nuestra relación cobró un notable dinamismo. De las múltiples visitas al más alto nivel ministeria­l surgieron nuevas cooperacio­nes y acuerdos, por ejemplo, en materia financiera y fiscal, de infraestru­ctura o de transporte aéreo con la próxima inauguraci­ón de un vuelo directo entre Zurich y Buenos Aires. Esta evolución culminó, en abril de 2017, con la primera visita de una presidenta de la Confederac­ión a la Argentina.

Por estos motivos, finalizo mi mandato ante el gobierno argen- tino con la grata sensación de dejarle a mi sucesor unas relaciones bilaterale­s que se encuentran en uno de sus mejores momentos.

Los embajadore­s pasamos, la fuerza de la amistad entre nuestros países perdura: la Argentina puede contar con Suiza, también en tiempos de turbulenci­as como los de los últimos meses, ya sea en lo bilateral, en los organismos internacio­nales como la oNU o el FMI, o en el marco de su candidatur­a a la oCDE. También confío en que pronto logremos cerrar un acuerdo de libre comercio entre nuestros bloques, Mercosur y AELC.

Hoy brindo por Suiza y por la Argentina. Poco después, partiré para asumir nuevas funciones. Lo haré con una innegable nostalgia, pero con la tranquilid­ad que genera la fuerza de aquel beso de Palermo, uniendo por siempre a nuestras naciones..

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