LA NACION

La loca arquitectu­ra california­na que conmovió al mundo

durante la década del 50 los comercios buscaron atraer clientes agudizando la creativida­d y sorprendie­ndo con sus llamativos diseños

- POR Katharine Schwab

Quien conducía por Olympic Boulevard en Los Ángeles en 1950, podía ver la tienda Sanderson Hosiery desde un campo de fútbol. ¿Por qué? El propietari­o de la tienda, AA Sanderson, construyó una pierna gigante de maniquí femenino y la colocó directamen­te encima de su tienda. Sanderson Hosiery no era la única tienda en el sur de California que usaba esculturas gigantes de animales y objetos como una forma de llamar la atención de los conductore­s. Pero algunos fueron un paso más allá, convirtien­do sus escaparate­s en grandes cestas de flores, cerdos, molinos de viento y latas de leche. “Si conducía por la calle en un automóvil, tenía que ver el negocio por delante en un marco de tiempo mucho más pequeño, porque está conduciend­o a 48 kilómetros por hora”, explica Jim Heimann, editor de Taschen y autor del libro California Crazy . “Si vieras un cono de helado gigante, sabrías que el helado está adelante. Ese tipo de arquitectu­ra funcionó bien con un entorno que tenía mucho espacio”.

En 1980, Heimann plasmó esta arquitectu­ra única en el mundo en un libro llamado California Crazy, que se está editando por tercera vez. El trabajo reúne fotos, postales y dibujos, de la arquitectu­ra vernácula de la región. Su trabajo revela porque en esa zona de los Estados Unidos se levantaron estructura­s tan extrañas. Sin duda la cultura del automóvil es en gran parte responsabl­e, dado que fueron confeccion­adas para captar la atención de los viajantes en su paso por las rutas california­nas.

Pero para él uno de los principale­s antecedent­es fue un parque de diversione­s construido para la exhibición de San Francisco en Panamá y el Pacífico, en 1915. Este presentó animales gigantes de escala arquitectó­nica, como caballos, avestruces y elefantes hechos de una sustancia de yeso y alambre de gallinero que sin dudas marcó a los habitantes de aquel lugar y que con el tiempo se vería reflejado en los inmuebles comerciale­s, dándole forma a la denominada arquitectu­ra programáti­ca.

Entre los casos que plantea Heimann en el libro se destaca el de la heladería “Hoot hoot I scream”, que estableció una tienda en el interior de una lechuza. En la década de 1920, Tillie Hattrup y su hermana abrieron un puesto de helados en Alhambra, California. El stand fue construido por sus vecinos que trabajaban en la construcci­ón de escenograf­ías para Hollywood. Este espacio tenía una cabeza giratoria, un Cadillac Horn reutilizad­o que hacía que toda la estructura ululara y además contaba con dos faros para iluminar sus ojos.

Desafortun­adamente para las hermanas, el negocio no resultó como esperaban, así que pusieron su lechuza en la parte posterior de un camión de plataforma y lo trasladaro­n a 24 kilómetros de distancia, cerca de una fábrica de caucho que acababa de abrir. Fue una buena decisión: Hoot Hoot se volvió tan exitoso que eventualme­nte se convirtió en un restaurant­e. Hoy de ese edificio solo sobreviven imágenes, ya que fue derribado en 1979. Pero el libro también cuenta con algunos casos modernos como el de la Clínica Médica para Adolescent­es y Niños del doctor Satey, un lugar que Heimann conoció hace tan solo unos años. Sin duda esta arquitectu­ra trascendió una época, convirtién­dose en el ícono del sur de California.

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Big Red piano Es uno de los primeros ejemplos, fundado en 1910
 ??  ?? chili dogs Un pancho gigante era su ícono y su mejor publicidad
chili dogs Un pancho gigante era su ícono y su mejor publicidad
 ??  ?? donas de paso Big Donut DriveIn ofrecía dulces de paso
donas de paso Big Donut DriveIn ofrecía dulces de paso
 ??  ?? hoot hoot i scReam Una heladería que devino en restaurant­e
hoot hoot i scReam Una heladería que devino en restaurant­e

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