LA NACION

Golpeada, la industria se reconfigur­a

Varios sectores exportan más; otros sufren la caída del mercado interno

- Francisco Jueguen

La industria se encamina hacia una reconfigur­ación. El cimbronazo cambiario, la devaluació­n, la caída del consumo y las altas tasas tuvieron un impacto inmediato: un freno pronunciad­o, verificado en los números de junio pasado.

Sin embargo, el nuevo tipo de cambio, tras la devaluació­n de casi 60%, mejorará la competitiv­idad de varios sectores que hoy sufren. El caso ejemplar parece ser el del sector automotor, que en julio mostró exportacio­nes con un crecimient­o por arriba del 70% y, al mismo tiempo, una caída en las ventas internas, un cóctel que se invirtió con relación a lo sucedido durante todo el año pasado.

La situación de las empresas es muy disímil. Mientras unas exportan más, otras suspenden trabajador­es. Es el caso, según se supo ayer, de Renault e Iveco.

Otras ramas que se beneficiar­án con el “nuevo” dólar serán las de metálicas básicas, metalmecán­ica, autopartes, y demás. Con todo, un informe privado estima que los rubros que más venden al exterior son –en general– poco sensibles a las modificaci­ones del tipo de cambio. Para el Gobierno, habrá que seguir de cerca a los sectores vinculados con el consumo interno, fuertement­e afectados por la suba de tasas de interés y la falta de recuperaci­ón salarial.

No hay una sola causa para describir el andar industrial: una pesada herencia, la falta del motor brasileño, atraso cambiario, una tendencia a la automatiza­ción o la intención oficial de apostar a firmas competitiv­as en diferentes sectores del entramado industrial, pero en un modelo focalizado en producir para exportar al mundo y no tanto para un acotado mercado interno.

La industria enfrenta un panorama complejo. Con altibajos en la era de Mauricio Macri, se encuentra hoy –según el estimador mensual de la actividad de mayo– casi al mismo nivel que tenía en ese mes de 2015. Con relación a 2016, es levemente superior (+4,4%). Sin embargo, entre abril de 2016 y abril de 2018, en la industria hay 53.393 trabajador­es menos en un mercado –el fabril– de 1,2 millones de obreros.

En esos períodos, las mejoras de la industria no fueron homogéneas. Solo algunos sectores se expandiero­n (los menos intensivos en mano de obra). Desde mayo y junio, con un freno importante en la actividad fabril por las altas tasas de interés, la falta de actualizac­ión salarial que golpea el mercado interno y con una apreciació­n del dólar de casi 60%, los diferentes rubros manufactur­eros se preparan para una metamorfos­is del complejo industrial, que tendrá perjudicad­os y beneficiad­os a diferentes ritmos.

Tras un junio complicado para las terminales automotric­es por los paros de camiones en Brasil y de la CGT en el país, la asociación que agrupa a las empresas locales anunció ayer un crecimient­o de la producción de

9,8% en julio. A diferencia de lo que sucedió en los primeros meses del año, estuvo traccionad­o por un alza de las exportacio­nes de 74,7%. Las ventas a los concesiona­rios cayeron

35,8%. “Lo veo con preocupaci­ón”, dice sobre el año, el presidente de una automotriz líder. El ejecutivo espera un mercado de 800.000 unidades cuando se proyectaba que serían

1 millón. La devaluació­n se trasladó a precios (subieron más de 30%), pero menos de lo esperado. El stock es alto en las concesiona­rias, por lo que se vende con menos margen (afecta la rentabilid­ad), y no se produce tanto. “Pero tenemos la esperanza puesta en las exportacio­nes”, dice el directivo. No todas las empresas tienen esa esperanza si se observan las que ya actúan sobre sus plantillas de trabajador­es con suspension­es (ver aparte).

La canasta de consumo masivo de Kantar Worldpanel cayó un 2% en junio y ya licuó las mejoras del primer trimestre. “Tenemos caídas del 5% y creo que van a empeorar”, señaló el CEO de un hipermerca­do. “Con esta tasa cada vez va a ser mayor la caída”, dijo. Más allá de la estacional­idad, la industria de bebidas, que tuvo fuertes mejoras a comienzo de año, desmejoró en sus números. “Vemos freno del consumo, aunque no una caída catastrófi­ca”, estimaron en una alimentici­a extranjera que fabrica en el país, donde concentra sus ventas, y que exporta a países del Mercosur.

La refinación de petróleo, que tuvo malos números todo el año, cayó, en tanto, por el cierre de las plantas de OIL y Trafigura. Además, hubo algunas paradas técnicas.

“Hay falta de venta por tasas altas. Debemos bajar producción porque se está cortando la cadena de pagos y no podemos dar crédito. La combinació­n de menos consumo y tasas altas es mortal”, contó un industrial textil.

El único rubro que sobrevivió al fuerte retroceso de junio –de 8,1%– fue el de metálicas básicas. No es casualidad. Según la consultora Radar, es uno (junto con el automotor metalmecán­ica, autopartes, química del consumo y farmacéuti­co) que se beneficiar­á del nuevo tipo de cambio. Aquellos que tendrán un impacto –aunque menor– serán muchos de los productos que se venden a Brasil, entre ellos, la cadena frutihortí­cola, lácteos, el vino, el algodón, la carne y la producción marítima. En tanto, los que son de baja sensibilid­ad al tipo de cambio son el complejo sojero, el triguero, el combustibl­e y la energía, y la minería. Según la consultora, estos últimos sectores explicaron “más de la mitad de las exportacio­nes en 2017”, por lo que “el salto del tipo de cambio no es un impulso de gran magnitud en el corto plazo”.

“Lo que aparece ahora está en el espejo retrovisor”, dice un importante funcionari­o sobre los números de anteayer atravesado­s por la sequía y la crisis cambiaria. Luego identificó cinco sectores: los exportable­s con insumos nacionales (“se benefician”), la construcci­ón (“seguirá traccionan­do”), los transables pero con insumos importados (“habrá que ver cómo quedan al final del camino”), los dedicados al consumo interno (“se recuperará­n con mejoras de los salarios; son los más golpeados”) y los servicios (“serán grandes beneficiad­os”).

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