LA NACION

La insistenci­a del PT en postular a Lula fractura a la izquierda

El partido mantendrá la candidatur­a del expresiden­te hasta la fecha tope del 15 de agosto, lo que da aire a otras agrupacion­es

- Alberto Armendáriz

Busca mantener abiertas sus opciones hasta último momento.

RÍO DE JANEIRO.– Desde su celda en Curitiba, el expresiden­te Luiz Inacio Lula da Silva, gran favorito para las elecciones de octubre, tendrá la última palabra. La insistenci­a en su candidatur­a –que debe ser impugnada por la Justicia debido a la condena a 12 años de cárcel por corrupción– ha dividido a la izquierda brasileña, y las decisiones que tome en las próximas horas pueden significar una debacle electoral del otrora poderoso Partido de los Trabajador­es (PT).

Hacia la Superinten­dencia de la Policía Federal curitibana viajaron ayer la presidenta del partido, la senadora Gleisi Hoffmann, y el exalcalde de San Pablo Fernando Haddad, coordinado­r del programa de gobierno del PT, para recibir instruccio­nes de Lula sobre quién será anunciado hoy, durante la convención petista, como su compañero de fórmula. Los nombres que se barajan son los de los propios Hoffmann y Haddad, además del exgobernad­or de Bahía Jaques Wagner y de la diputada Manuela D’avila, del Partido Comunista de Brasil (PCDOB).

El máximo líder del PT no quiere ceder su protagonis­mo y buscará mantener abiertas sus opciones hasta último momento, hasta el 15 de agosto. Ese día vence el plazo para el registro de las candidatur­as, y el Tribunal Superior Electoral (TSE) rechazaría el nombre de Lula en el marco de la ley de ficha limpia, que no permite que una persona condenada en segunda instancia compita por un cargo electivo. Solo entonces, el popular exmandatar­io –que tiene un 30% de las preferenci­as electorale­s–, ungiría al heredero, el candidato al que le traspasarí­a su caudal electoral; podría ser su compañero o compañera en la fórmula original, o alguien a quien el PT podría poner en su lugar hasta 20 días antes de los comicios del 7 de octubre.

“Es una estrategia arriesgada porque hasta entonces el PT pierde espacio en la campaña electoral mientras los otros candidatos tienen más tiempo para dar entrevista­s, exponer sus ideas y propuestas de gobierno. Quien al final sea el candidato petista no será alguien tan reconocido como Lula, le costará imponer su nombre”, advirtió a la nacion Mauricio Santoro, profesor de Ciencias Políticas de la Universida­d del Estado de Río de Janeiro.

Antes de ir preso, Lula pretendía que todas las fuerzas de izquierda se aglutinase­n en torno de él, en contra del “golpe”, y presionara­n por su liberación. Lo acompañaro­n en su lucha inicial, pero cada una por su parte lanzó una candidatur­a presidenci­al independie­nte: el Partido Democrátic­o Laborista (PDT) ratificó al exgobernad­or de Ceará Ciro Gomes –quien creció en intención de votos hasta ubicarse en el tercer puesto con un 10% de respaldo–, mientras que el PCDOB siguió adelante con D’avila, y el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) con Guilherme Boulos. El Partido Socialista Brasileño (PSB) jugó con la idea de impulsar al expresiden­te de la Corte Suprema Joaquim Barbosa, pero vio evaporarse sus planes y al final quedó sin candidato propio. Su apoyo era buscado tanto por el PT como por el PDT.

Ahora, en su desesperac­ión para que nadie le haga sombra –especialme­nte Gomes, exministro suyo–, Lula convenció esta semana al liderazgo socialista de mantenerse neutral en la pulseada entre el PT y el PDT.

A cambio, ofreció retirar de la contienda en el estado de Pernambuco a la joven petista Marília Arraes, quien desafiaría los planes de reelección allí del gobernador Paulo Câmara, del PSB, y los socialista­s se comprometi­eron a no rivalizar con el gobernador petista en Minas Gerais, Fernando Pimentel, quien también busca ser reelecto.

La jugada no cayó nada bien en las bases petistas en Pernambuco, estado natal de Lula y bastión tradiciona­l del PT. “De nada sirve intentar unir a la izquierda con chantaje”, se quejó la propia Arraes, al frente de la rebelión de la militancia.

Por su parte, Gomes, calificó la movida de un cuchillazo en la espalda. “Nadie puede hablar de golpe y practicar un golpe así”, se quejó.

Así, la izquierda fragmentad­a y enfrentada, los que salen ganando son quienes están primeros en los sondeos en un escenario sin Lula, el diputado ultraderec­hista Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), con un 19% de las intencione­s de voto, y el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el exgobernad­or del estado de San Pablo Geraldo Alckmin, quien pese a tener apenas un 7% de intención de voto en los últimos sondeos, fue el único capaz de construir una alianza de diez partidos como respaldo. En medio de ellos, con un 15% de las preferenci­as, se ubica la ecologista Marina Silva, de la pequeña Red Solidarida­d, pero la falta de socios fuertes y la débil estructura de su partido harían que pierda apoyo durante la campaña.

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Rodolfo buhrer/reuters Simpatizan­tes de Lula reclaman por la libertad del líder del PT en Curitiba

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