El dilema de Trump: su política económica necesita migrantes
Las plazas que genera el mercado laboral superan a los norteamericanos que buscan trabajo
WASHINGTON.– Una de las prioridades de Donald Trump, reducir el desempleo, está complicando otra: la de combatir la inmigración. La cantidad de plazas disponibles supera el número de estadounidenses que buscan empleo y las empresas tratan de conseguir gente afuera del país. Los inmigrantes, mientras, siguen llegando.
Todd Callewaert, propietario de hoteles y restaurantes, dice que ne- cesita más de dos docenas de empleados para su instalación de Mackinac Island, en Michigan. “No puedes conseguir un cocinero en estos momentos. Es imposible, ni siquiera si pagas
20 dólares la hora”, aseguró. “Generalmente tapamos los agujeros con extranjeros con visa, pero ni siquiera esos podemos conseguir este año”.
El Departamento del Trabajo dijo ayer que la tasa de desempleo es del
3,9%, casi la misma de mayo, que fue la más baja en 18 años, y las empresas abren nuevas plazas a un ritmo más acelerado que el del año pasado.
Trump dice que las compañías tienen que tratar de atraer trabajadores estadounidenses ofreciendo mejores sueldos e incentivos, no contratar inmigrantes. “Reducir la inmigración es esencial para que suban los sueldos y se garantice que los trabajos disponibles van para los estadounidenses, no los extranjeros”, dijo el subsecretario de Prensa de la Casa Blanca Hogan Gidley. “A medida que se reduce la inmigración, más y más estadounidenses se incorporarán a la fuerza laboral, sobre todo los que quedaron de lado por sus flojos antecedentes laborales”.
El gobierno hizo que resulte más difícil venir a trabajar a Estados Unidos, legal o ilegalmente –las visas de trabajo son caras, complicadas y hay una cantidad limitada– y trató de contener los ingresos ilegales mediante una política de “tolerancia cero”, en la cual procesa a toda persona pillada cruzando la frontera sin permiso.
De todos modos, miles de personas siguen cruzando la frontera ilegalmente, muchas en busca de asilo, escapándole a la violencia de sus países. A menudo, no obstante, vienen en busca de trabajo.
Dala Edilson Ba Juc vino con su hija de 12 años desde Guatemala. Fueron separados, reunidos y deportados. Sentada en una instalación del servicio de inmigración en la Ciudad de Guatemala, dijo que vino a Estados Unidos en busca de trabajo.
“Quería darle una vida mejor a mi familia. Que tuviesen lo que yo no tuve aquí”, manifestó. “Hay muchos, muchos trabajos en Estados Unidos”. Frandy Frauville, de 35 años, fue parte de una ola de haitianos que viajó de Brasil a Tijuana en 2016. Se cansó de los empleos en fábricas de México que apenas le daban para comida y el alquiler. Decidido a reunirse con fa- miliares en Miami y buscar mejores empleos, llegó a la frontera mexicana con Estados Unidos junto con su hija de 5 años. “Haré lo que sea”, declaró.
Muchos economistas dicen que la inmigración es buena para la economía ya que los extranjeros hacen trabajos que complementan los de los nativos. A pesar de los esfuerzos de Trump, muchos comerciantes y empresarios dicen que no hay suficientes estadounidenses para las plazas disponibles. A. J. Erskine es el vicepresidente del Cowart Seafood Group, una compañía de ostras en Virginia con unos 75 empleados. “La paga mínima es de 12,13 dólares la hora”, expresó. “No sé qué tanto más alto podemos ir sin poder vender las ostras”. Dijo que no hay suficientes trabajadores estadounidenses. “No hay gente que quiera venir y desbullar ostras a las tres de la mañana. Y no los culpo”, acotó.
Quienes hagan la vista gorda e ignoren el estatus inmigratorio de una persona, o contraten gente con documentos falsos, se exponen a ser detenidos por agentes de inmigración.
El representante republicano Dave Brat dijo que no cree que la baja tasa de desempleo vaya a debilitar los esfuerzos por contener la inmigración ilegal. “La ironía es que esto hace que sea más transparente el verdadero problema del mercado laboral”, indicó, agregando que hay unos 10 millones de estadounidenses que no forman parte de la fuerza laboral.
“La solución no es traer 10 millones de personas del exterior”, sostuvo Brat.