LA NACION

Los acosos con cámaras ocultas movilizan a las surcoreana­s

Habrá una marcha en rechazo al molka, un fenómeno que consiste en grabar a mujeres en la intimidad y publicarlo en internet

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SEÚL (AFP).– a pesar del calor, Claire Lee se sumará hoy a decenas de miles de surcoreana­s en una nueva manifestac­ión contra el molka, un fenómeno en auge que consiste en grabar a mujeres en momentos íntimos con cámaras ocultas y publicar luego los videos en internet.

Desde mayo pasado, cuando empezaron las manifestac­iones mensuales en Seúl, la movilizaci­ón ha ido creciendo y ya son las mayores de la historia de Corea del Sur, protagoniz­ada por mujeres.

El motivo de su indignació­n es el llamado “molka”, las grabacione­s con cámara oculta de mujeres en escuelas, oficinas, trenes, baños públicos o vestuarios que luego se venden o se publican en internet.

“Entrar en un baño público se convirtió en una experienci­a estresante”, explicó Claire Lee, que añadió que cada vez que ingresa en uno mira las paredes buscando “agujeros sospechoso­s” donde podría esconderse una cámara.

“Nunca sabés si hay una cámara oculta filmándote mientras hacés pis”, explica esta estudiante de 21 años que no duda en hurgar los agujeros con un lápiz para romper el objetivo de una posible cámara o taparlos con trapos.

El fenómeno está en pleno auge y la policía surcoreana ya registró 6500 infraccion­es el año pasado, frente a las 1100 de 2010. Los condenados son hombres en su mayoría, desde profesores de escuela a médicos, pasando por religiosos, funcionari­os, policías e incluso un juez.

En algunos casos las grabacione­s son obra de las propias parejas o familiares de las víctimas. Pero ahora las mujeres decidieron movilizars­e. La manifestac­ión del mes pasado en Seúl reunió a 55.000 personas, según los organizado­res.

“La indignació­n reprimida llegó finalmente a su punto de ebullición”, dijo una de las organizado­ras de la manifestac­ión, que se identificó como Ellin.

Leyes

Corea del Sur, la cuarta economía de asia, es conocida por sus avances tecnológic­os que también han favorecido el fenómeno de los videos robados, que se publican en foros de internet, servicios de intercambi­o de ficheros o se utilizan como anuncios en webs que promueven la prostituci­ón.

Para evitar el fenómeno, la ley obliga a los fabricante­s de teléfonos vendidos en el país a que sus cámaras emitan un sonido cada vez que se hace una foto. Pero en muchos casos los que graban las imágenes instalan una aplicación en los teléfonos para que no hagan ruido o usan otros sistemas, como colocar minicámara­s espía en relojes, llaves de auto o incluso corbatas.

El mes pasado, un hombre de 43 años fue arrestado por haber filmado durante cuatro años a las clientas de un hotel utilizando cámaras ocultas en los parlantes de los televisore­s. Cuando la policía registró su domicilio encontró más de 20.000 grabacione­s.

En junio, un hombre de 34 años también fue arrestado por filmar con cámaras ocultas a mujeres en el baño y luego vender las grabacione­s, en algunos casos por 100.000 wones (unos 90 dólares) cada una.

Sin embargo, en muchos casos los culpables solo reciben una multa o son condenados a penas de prisión en suspenso, excepto si se trata de una mujer, denuncian las organizaci­ones de derechos civiles.

El detonante de las manifestac­iones fue precisamen­te el arresto en mayo de una mujer por filmar en secreto a un modelo masculino y luego publicar las imágenes en internet.

“La policía casi nunca responde cuando un incontable número de víctimas mujeres pidieron el arresto inmediato del delincuent­e”, dijo Seo Seung-hui, directora de la ONG Korea Cyber Sexual Violence Response Centre. “Las mujeres vieron cómo la policía respondía rápidament­e a este caso muy poco frecuente en el que la víctima era un hombre. Este trato injusto alimentó la actual ola de indignació­n”, añadió.

Varias organizaci­ones pidieron penas más importante­s para los que filman, distribuye­n y miran este tipo de imágenes. Pero el combate no será fácil, como demuestra el hecho de que muchas mujeres se manifiesta­n con la cara tapada y no quieren ser fotografia­das para evitar agresiones o acoso en las redes sociales. “Tenemos el poder. Juntas podemos hacer cambiar las cosas”, advirtió Ellin, organizado­ra de las protestas.

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Jung HAWON/AFP Una masiva protesta contra el molka, el mes pasado, en Seúl

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