Brégançon, el fuerte que Macron reflota como reducto de poder
Pasará las vacaciones junto a su esposa en un castillo del siglo XVII, conocido como el “Elíseo de verano”; recibió a May
PARÍS.– El presidente francés, Emmanuel Macron, se instaló ayer junto a su mujer, Brigitte, para sus vacaciones en una fortaleza amurallada. Pero no cualquier fortaleza, sino el fuerte de Brégançon, una residencia oficial conocida como el “Elíseo de verano” que sus dos predecesores desdeñaron y que quiere reflotar como reducto de poder.
Se trata de una bella fortificación construida sobre una prominencia rocosa con espectaculares vistas al mar Mediterráneo, y que después del receso obligado al que la sometieron el conservador Nicolas Sarkozy y el socialista François Hollande, comenzó a ganar protagonismoestelaryadesdeelprimerdía.
Recién instalado con su mujer, Macron recibió ayer a la primera ministra británica, Theresa May, que llegó desde italia con su marido, Philip, en una visita privada, y donde la pareja presidencial francesa actuó de anfitriona informal con una cena de matrimonios en el jardín de la residencia.
Durante su período de gobierno, Sarkozy (2007-2012) prefirió que en el fuerte de Brégançon –situado frente al pueblo de Bormes-les Mimosas, en una pequeña península en la Costa azul entre Toulon y Saint-tropez– descansara su mujer, la actriz y cantante Carla Bruni. Hollande (2012-2017), solo lo usó una vez, en su primer verano como presidente.
Macron tiene otros planes para este castillo del siglo Xvii, que mandó a reformar con tiempo para que estuviera todo preparado para su estadía de 20 días. Según reveló el gobierno, su intención es transformarlo en un escenario de reuniones diplomáticas, tal vez en busca de más intimidad, como lo hacen los presidentes norteamericanos en Camp David. además del descanso frente al mar, espera hacer avanzar la agenda de gobierno con reuniones de alto vuelo.
El fuerte tiene una playa privada para uso de los presidentes, que, sin embargo, los ha dejado expuestos en el pasado a los tediosos paparazzi. Bien lo sabe Hollande, que en su única salida para disfrutar del sol fue fotografiado en traje de baño.
Dispuesto a evitar un déjà vu a sus expensas, Macron decidió proteger la privacidad con un cerramiento en la pileta del jardín a prueba de indiscretos, y volvió así la fortaleza en un recinto inexpugnable para la voracidad de los curiosos y los tenaces cazadores de imágenes.
Discreción
“El edificio no tiene nada de lujoso, de ostentoso. Se parece a una residencia burguesa provenzal, con sus muros blancos y sus baldosas. Son los jardines y la vista de 360 grados lo verdaderamente excepcional”, dijo el periodista Gillaume Daret, que escribió un libro sobre el castillo.
Macron inauguró su nuevo estilo veraniego pisando fuerte: la visita de May y su marido se dio en el marco de las negociaciones por el Brexit, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE), cuyos términos no están resueltos.
El nuevo canciller británico, Jeremy Hunt, se reunió con su par francés, Jean-yves Le Drian, en París, en un intento de obtener respaldo en medio de las difíciles negociaciones. Pero esta vez se trató de un contacto al más alto nivel.
Las negociaciones del Brexit entre Londres y Bruselas progresaron poco en las últimas semanas, a pesar de que ambas partes se comprometieron a sellar un acuerdo antes de la cumbre europea de octubre para organizar el divorcio, programado para marzo próximo.
Granbretañaconsideraafrancia uno de los principales obstáculos en la flexibilización de la posición de la UE en las negociaciones, algo que París desmiente. “La ausencia de un acuerdo sobre el retiro no es un escenario que nosotros, al igual que nuestros socios, desea”, señaló el Elíseo en un comunicado.
Según la presidencia francesa, los dos líderes mantuvieron una reunión de trabajo privada donde se limitaron a hablar de las futuras relaciones entre París y Londres, aunque al término no hubo un comunicado que confirmara los pormenores del encuentro.
Macron también podría aprovechar el receso del verano en su búnker sobre el Mediterráneo para calmar los nervios tras la atención que despertó el caso de alexandre Benalla, el excolaborador personal que fue grabado en un video cuando golpeaba a dos manifestantes en una marcha en París.
El presidente comienza a hacer valer así los 150.000 euros anuales que demanda el mantenimiento de la fortaleza, desde donde seguirá trabajando en los asuntos de Estado. Pero con vista al mar.