La muerte. Una pizza con Baratta y volver a empezar
27 de octubre de 2010. La noche de la muerte de Néstor Kirchner, el chofer Oscar Centeno y Roberto Baratta comieron pizza en el departamento de Barrancas de Belgrano que tenía el asesor de Julio De Vido. Participaron de la cena Dalina –esposa de Baratta–, y Dardo, el padre de ella. No era frecuente que Centeno acceda a estas tertulias familiares.
Kirchner murió en Río Gallegos a causa de un paro cardíaco a las 9.15 de la mañana. El censo nacional que se llevó a cabo esa jornada ya había quedado en un segundo plano al instante de que se conoció la noticia. Para Centeno fue un día agitado. Empezó temprano su recorrido en el departamento de Baratta y allí se enteró del fallecimiento del expresidente. Después pasó por las oficinas del ex-ministerio de Planificación Federal, buscó a los hijos de Baratta y terminó cenando pizza, con la familia de su jefe. Estuvieron despiertos y expectantes hasta muy tarde, a la espera de lo que sería el funeral del expresidente y la llegada de sus restos.
Baratta recibió a De Vido en Buenos Aires. Centeno presenció el reencuentro. El cuerpo del expresidente arribó a las 2.30 de la madrugada. A la mañana siguiente, desde las 10, Néstor Kirchner fue velado en la Casa Rosada, donde miles de militantes, funcionarios, dirigentes y familiares acompañaron en un acto masivo. El sepelio con honores duró dos días.
La recolección de dinero proveniente de empresas siguió tras la muerte de Kirchner, pero Centeno dejó de escribir en su cuaderno en diciembre de ese año. Creyó que con la muerte del expresidente se terminarían los recorridos. Sin embargo, el 6 de mayo de 2013, escribió: “Hoy vuelvo a escribir después de la muerte de Néstor C. Kirchner que dejé de hacerlo. Pensé que después del fallecimiento no se haría más el ‘valijeo’”.