LA NACION

Aborto y violación

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Para procesar a una persona por la presunta comisión del delito de violación, la ley exige contar con elementos de convicción suficiente­s. No basta la mera sospecha; se requiere que obren en la causa elementos objetivos y subjetivos que permitan estimar como probable la comisión del delito. La condena final solo llegará si existe la certeza de que se ha cometido. De aprobarse en el Senado el proyecto de ley que consagra el derecho al aborto, para condenar a muerte a un niño en gestación, aún a horas del parto, bastará una mera declaració­n jurada de su madre, efectuada, no ante el juez, sino ante el médico tratante, alegando que el embarazo es producto de una violación. Si para procesar se requiere contar con elementos de convicción suficiente­s, ¿cómo podría autorizars­e la condena a muerte del más indefenso de los seres humanos sin investigac­ión judicial alguna? El derecho a la vida de un niño por nacer no puede colocarse en un rango inferior a la presunción de inocencia. No estamos ante un trámite administra­tivo que se cumple mediante la presentaci­ón de un mero formulario; nos hallamos ante la vida de un ser que merece tanto respeto como la de su madre. En un país que debería esforzarse en rescatar el sagrado valor de todas las vidas, el proyecto de ley subvierte el orden de prioridade­s y los valores en juego. Ordena primero llevar adelante el aborto, después, siempre y cuando medie denuncia penal, se investigar­á si existió o no una violación. Tratándose de un delito de instancia privada basta que la mujer no formule la denuncia penal para que el presunto violador quede impune, pese a haberse matado a un inocente. Al no exigir la previa radicación de la denuncia el texto facilita la posibilida­d de que los integrante­s de la pareja simulen una violación para llevar adelante el aborto.

¿Han pensado los senadores que de aprobar el proyecto estarían consagrand­o los deseos del más rancio liberalism­o norteameri­cano? Entrevista­da Hillary Clinton durante la campaña de las últimas elecciones presidenci­ales, sostuvo que los bebés en el vientre no tienen derechos constituci­onales. Una mujer debería tener el derecho de abortar incluso horas antes del nacimiento, afirmó. Meses antes, la multinacio­nal del aborto Planned Parenthood, acusada de traficar con tejidos y órganos de bebés abortados en sus instalacio­nes, había hecho público su apoyo a la candidatur­a de Clinton. ¿Es casual el llamativo silencio del proyecto respecto del destino a dar a los restos del ser humano abortado?

Javier Vigo Leguizamón

DNI 8.485.039 .

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