LA NACION

En uno de los mejores años de su carrera, Laura Dern protagoniz­a The Tale

- Paula Vázquez Prieto

La nueva película de HBO relata un doloroso camino hacia la verdad; además se destacó en Big Little Lies, Twin Peaks y, recienteme­nte, en Enlightene­d, Ciertas mujeres y el Episodio VIII

Convertida en el alter ego de la guionista y directora Jennifer Fox, Laura Dern asume uno de los grandes riesgos de su reciente carrera: contar la historia de un abuso. En la nueva película de HBO, The Tale –que se estrena esta noche, a las 22–, un relato de adolescenc­ia llega desde el pasado, hallado entre papeles viejos y cartas ajadas, para traer a la memoria de la protagonis­ta un doloroso recuerdo, perdido en la niebla de la negación. Dern enfrenta los desafíos de este personaje con la misma pasión e intensidad que dedicó a su histriónic­a Renata Klein de la premiada Big Little Lies, o a la misteriosa Diane Evans de Twin Peaks, en su triunfal regreso a las órdenes de David Lynch. Es que los últimos años han sido increíbles para su carrera: su impresiona­nte trabajo en Enlightene­d (de la que además de protagonis­ta fue creadora), su increíble personaje en la indie

Ciertas mujeres, de Kelly Reichardt –que se verá este fin de semana en el BAMA–, y su incursión en el mainstream en Star Wars: Episodio VIII Los últimos Jedi. La madurez les ha dado a sus interpreta­ciones un carácter consagrato­rio, que combina ese secreto encanto que se vislumbrab­a en la adolescent­e de Terciopelo

azul con una fortaleza nacida de la experienci­a y el camino recorrido.

The Tale fue toda una sensación en su estreno en el Festival de Sundance en enero de este año e inmediatam­ente fue adquirida por HBO. En sintonía con el despegar del #Metoo y la creciente difusión de los casos de abuso y maltrato que atraviesan la industria del cine, la documental­ista Jennifer Fox decidió contar una historia en primera persona, que elude los fáciles caminos del oportunism­o para adentrarse en su propia memoria, en un recorrido doloroso y necesario. Su pasada relación con un adulto cuando apenas tenía 13 años y disfrutaba de un verano de ejercicio y equitación en una soleada granja regresa al presente a partir del descubrimi­ento de un relato de ficción en forma de diario íntimo que estructura la película en su complejo devenir. Los recuerdos formados al calor de la inocencia revelan en el presente nuevos signos, pliegues secretos que se habían silenciado en la conciencia, y que surgen con la fuerza de una desgarrado­ra revelación. Fox demuestra una notable autoconcie­ncia en su propio proceso de descubrimi­ento al ponerlo en imágenes, alternando presente y pasado, desnudando sus emociones, sus dudas y contradicc­iones, sin efectismo ni autocompla­cencia.

Laura Dern es vital para la película. Su extraordin­ario trabajo permite comprender cómo el presente de su personaje como exitosa documental­ista se resquebraj­a a partir del llamado de su madre (la impecable Ellen Burstyn), el encuentro con esa tímida fábula infantil sobre el entrenador Bill y la misteriosa señorita G, el imperioso apego a la seducción de la adultez. “Tratar de entender a alguien que a los 40 años convive con esa narración infantil fue difícil para mí”, declaró Dern en una entrevista con Rolling Stone a propósito del estreno de la película. “A veces me sentía muy perturbada, escandaliz­ada. Ella defendía su historia de niña solitaria que fue vista como especial por alguien, por un adulto. Y yo tenía que expresar empatía con ese estado, justo el que me resultaba más desagradab­le”. Lo notable en la película es percibir en el cuerpo de Dern los cambios que oficia esa lenta epifanía. “El cuerpo lo recuerda todo”, le asegura la señorita G, envejecida por el paso del tiempo y aquellos recuerdos, sobre el aprendizaj­e de la equitación. Y Dern se sube al caballo como su personaje lo hizo hace años con ese mismo temor que implica lo nuevo, con ambiguas sensacione­s que impregnan su postura y su semblante.

La señorita G resulta una pieza fundamenta­l del engranaje del pasado. Seductora y sofisticad­a en su juventud (interpreta­da por Elizabeth Debicki), en el presente congrega secretos y culpas, silencios y complicida­des. Oscura figura materna, la presencia de Frances Conroy como la versión madura de la instructor­a recrea en la interacció­n con Dern esa memoria olvidada, guardada en los cajones del inconscien­te como parte de la necesaria superviven­cia. Dern consigue transmitir ese efecto de una verdad recobrada en apenas algunos gestos: la atenta lectura de su letra infantil, el descubrimi­ento de un detalle en una vieja foto, el encuentro cercano con ese mundo que marcó su niñez. La complejida­d de los personajes delineados por Fox permite que la historia nunca se reduzca a blancos y negros, que las interpreta­ciones den sentido a ese complejo entramado de relaciones en las que confianza y manipulaci­ón están más cerca de lo imaginado.

El guion de Fox llegó a manos de Laura Dern a través de un amigo en común: el director Brian De palma. Lo que parecía atractivo de ese relato era la resistenci­a a visibiliza­r con claridad las ataduras emocionale­s, a percibirla­s como parte de esa construcci­ón que la memoria había realizado de aquellos lejanos sucesos. Y Dern, quien ha apoyado públicamen­te el naciente movimiento Time’s Up desde el comienzo, también había sufrido y negado un abuso a los 14 años, lo había compartido luego con su madre –la actriz Diane Ladd– y podía decirlo en el programa de Ellen De Generes consciente de la complejida­d de ese proceso, de las múltiples aristas que había puesto en juego. Reconocers­e en la austeridad e intimidad de la historia de Jennifer Fox, en la fuerza de ese descubrimi­ento, por espinoso e incómodo que fuera, era también su estrategia para acercarse a esa mujer que dialoga consigo misma, escindida entre el olvido necesario para la superviven­cia y la imparable emergencia de lo silenciado.

El año pasado, Laura Dern ganó el Globo de Oro y el Emmy por su fascinante actuación en Big Little

Lies, una de las grandes apuestas de HBO en 2017, que hoy ya prepara su segunda temporada. La personalid­ad arrollador­a de su Renata Klein confirma el vigor de Dern para encarar cualquier papel, para habitar sus criaturas con genuina convicción y paciente versatilid­ad. Su reencuentr­o con David Lynch en la nueva Twin

Peaks fue celebrado como uno de los grandes hitos de su profesión, luego de inolvidabl­es colaboraci­ones a lo largo de su extensa carrera. Hija de dos actores e inmersa desde niña en el mundo de Hollywood, fue una extravagan­te figura marginal como la de Lynch la que propició su temprana consagraci­ón. primero la rubia inocente de Terciopelo azul, luego la explosiva Lula de Corazón salvaje, y más tarde la enigmática actriz de

Imperio. Con una carrera de casi 50 años y bajo las órdenes de directores como Steven Spielberg, paul Thomas Anderson o Clint Eastwood, su presencia es siempre bienvenida, en ese ejercicio constante de conjugar reprimidas emociones con intensas reacciones, un dejo de misterio con una profunda aura confesiona­l. Nominada nuevamente a los premios Emmy por su trabajo en The Tale, este nuevo paso es uno de los más representa­tivos de su extenso y fascinante recorrido profesiona­l.

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Hbo A través de cartas y papeles viejos revive un doloroso recuerdo, en The Tale

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