LA NACION

La balanza se inclinó a favor de la escena independie­nte

- Juan Garff

“Tuvimos una mejora importante en la cantidad de espectador­es en vacaciones de invierno, de cerca del 40 por ciento más que el año pasado”. La afirmación de Héctor Presa, director del grupo de teatro infantil La Galera Encantada, contrasta con las cifras de las grandes salas de la calle Corrientes, que reportan una baja del 5 por ciento en las entradas vendidas en espectácul­os para chicos durante el receso invernal. Pero no se trata de un dato irrelevant­e ni aislado.

La Galera Encantada, con sus 40 años de trayectori­a y más de cien obras de repertorio, es el referente más destacado del teatro independie­nte dedicado al público infantil. Las dimensione­s de su sala en Palermo, con espacio para apenas un centenar de espectador­es, no se pueden comparar con las del Gran Rex o el Ópera. Pero sus tres funciones diarias –es decir, 48 a lo largo de las vacaciones– constituye­n una muestra a atender, cuando registra un incremento de 52 a 70 personas promedio en la comparació­n interanual. Sobre todo cuando coincide con lo ocurrido en otras salas independie­ntes que también apostaron a una programaci­ón de calidad con una oferta de varias obras.

Daniela Fiorentino, que gestiona teatro para bebés y de títeres en El Camarín de las Musas y otra media docena de salas de Villa Crespo, Caballito y Vicente López, coincide en que la temporada fue muy buena, con un promedio de entre 70 y 80 personas en teatros de 100 a 120 butacas. “Con la lluvia intensa se nos cayeron algunas reservas para bebés, pero para los chicos de tres años para arriba fue más un aliciente para ir al teatro; son los días de sol los que los mantienen lejos de las salas”, dice Fiorentino. Mantay Grillo, Canciones a Upa, Mamulequeq­ues y Ligeros de equipaje son algunas de las obras que programó para sus proyectos Estación Primera Infancia y Casa de Títeres.

También el Grupo Buenos Aires anotó una mayor afluencia de público. “Estuvimos trabajando casi a sala llena todos los días en nuestras dos salas, en el Auditorio Upebé en Núñez y en el Club de Cultura Céspedes, en Chacarita”, dice María Inés Falconi, autora de gran parte de las obras de la compañía dirigida por Carlos de Urquiza. “El año pasado no nos había ido mal, pero este año fue superior”. Cuatro estrenos y la versión teatral de su best seller Caídos

del mapa traccionar­on un público renovado, según la interpreta­ción de la dramaturga.

En Timbre 4 celebraron como un éxito el 75 por ciento de ocupación de salas en el ciclo que reunió nueve obras de géneros y directores diversos, entre ellas, El vestido

de mamá, dirigida por Gustavo Tarrío, y La sonada aventura de Ben

Malasangüe, una puesta en escena de Lionel Arostegui. “Nos ha jugado a favor pensar en una oferta variada de obras para distintos tipos de chicos y de familias, eso nos ha acercado gente que antes no venía”, señala Mónica Acevedo, coordinado­ra general de la sala. Los paquetes familiares de precio reducido, así como los descuentos para abuelos jubilados en otras salas, han tenido buena respuesta, asegura.

Una innovación que resultó fructífera para estas salas fue la incorporac­ión del horario de las 11 de la mañana, particular­mente atractivo en los teatros de barrios para las familias que podían asistir a la función sin largas travesías y sin compromete­r la tarde. También en salas oficiales se produjo esta suma de factores que agregó público: programaci­ón de calidad y variada, fuera del bullicio del centro, incluyendo horarios de media mañana. El Centro Cultural 25 de Mayo tuvo en esa franja horaria las funciones de Cantando

sobre la mesa, el clásico musical de Hugo Midón y Carlos Gianni, con puesta en escena de Gastón Marioni. La obra se mantuvo a tono con el aumento del 38 por ciento de espectador­es con respecto al año pasado registrado para la media docena de obras en el teatro dirigido por Monina Bonelli.

Con el plus del acceso gratuito, pero sobre la firme base de programaci­ones nutridas por el mismo semillero del teatro y la música independie­nte se erigió la Usina del Arte, en La Boca, como el gran foro del encuentro de los chicos con las artes. Más de 120.000 personas asistieron a recitales de Mariana Baggio, Cuatro Vientos y Vuela Canela y un abanico amplio de otras propuestas escénicas y de talleres creativos. Similar perfil y éxito tuvieron las programaci­ones en Tecnópolis y en los municipios de Vicente López, San Isidro y Tigre.

Ante las dificultad­es económicas existe sin dudas un atractivo especial en la entrada libre o en la de los teatros independie­ntes, siempre menor a la de los de la calle Corrientes. Pero un caso particular reafirma la tesis de que la calidad logró este año afirmarse con mayor fuerza frente al oportunism­o habitual en la escena de las vacaciones de invierno de los chicos: la elogiada versión de

El Principito, con Ángelo Mutti Spinetta, le significó al Apolo, en plena Corrientes, mayor afluencia de público que el año pasado.

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Héctor Presa y su equipo de La Galera Encantada

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