LA NACION

Con el frío, honremos los platos de olla que se comen con cuchara

- Narda Lepes

Me preguntan para esta columna si en invierno comemos peor. Pero ¿qué es “peor”? ¿Peor es menos o más cantidad? ¿Peor es más calórico? ¿Peor es más procesado? ¿Peor es menos variado? ¿Peor es menos frutas? ¿Peor es más delivery? ¿Peor es más hidratos porque son más baratos?

Quizás tiene que ver con el clima y las calorías que debemos ingerir para no pasar frío. Lo cual estaría bien, no mal. A lo mejor tiene que ver con que es pleno invierno y aún no empezaron a bombardear­nos con los cuerpos del verano, y comemos sin culpa. En invierno debemos festejar el clima. Y para mí se lo festeja cuchara en mano. Caldos claros y ligeros u oscuros e intensos, que personalme­nte me gustan con un toque de limón y hierbas frescas. O también con oliva y un poco de queso. Sopas más contundent­es, por ejemplo, un minestrone con algo de pesto y un huevo tierno dentro. En las sopas vive el bien. Las sopas son el plato más digno de la estación. Las que celebran todo lo bueno. Aprovechar todo lo que hay, no tirando nada. Entibian el corazón y el cuerpo. Es la mejor cena en los meses de frío.

Después entramos en la categoría guisos. Pasamos a puro locro en las fechas patrias, pero la mayoría no educó su cuerpo a las legumbres. Es más, son tabú. Decimos que nos caen pesadas. No el chorizo colorado, la panceta el osobuco y el pechito de cerdo. A quien culpamos y evitamos el resto de la temporada es a los porotitos. Que encima están divinos recién cosechados. Mejor que nunca.

Honremos los platos de olla y cuchara. Que en general son simples. Platos humildes. Solo el cambio de contexto los hace sentir más sofisticad­os . Una vichyssois­e no es más que una muy buena sopa de papa y puerro. Una harira marroquí, un guiso de lentejas y arroz. En invierno comemos mal si no lo celebramos con lo que merece. Con lo que ya deberíamos haber aprendido. Comer con cuchara, platos de olla, donde se aprovecha todo. Esos platos que sabemos que mañana van a estar más ricos. Y donde se comparte. Somos uno de los países de América Latina donde más gente vive sola, pero también uno de los pueblos que más se junta a comer.

Aprendé a hacer una sopa, a cocinar algo a fuego bajo. A que tu cocina contagie de aroma el pasillo (si hacés milanesas, cerrá que el olor a frito no vale igual). A cocinar para dos días y no solo para el aquí y ahora. La autora es cocinera y propietari­a del restó Narda Comedor

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