LA NACION

Salud sexual: mujeres de 40, un grupo de riesgo

Los nuevos diagnóstic­os de VIH son cada vez más frecuentes en mujeres adultas que tienen relaciones sin preservati­vos

- Sebastián A. Ríos

Mientras se discute lo indiscutib­le –que el preservati­vo es una herramient­a clave en la prevención de las enfermedad­es de transmisió­n sexual–, la epidemia de Vih/sida sigue su curso, nutriéndos­e de la pérdida de temor de buena parte de la población ante un virus que, gracias al avance de los tratamient­os, ha perdido el aura de letalidad que portaba años atrás. En ese contexto, el Vih/sida se aprovecha de quienes por falta de informació­n creen que no se trata más que de un mal menor a tolerar a cambio de un encuentro sexual sin protección, o incluso de aquellas que no se consideran las destinatar­ias de los mensajes de prevención.

Este es el caso de las mujeres de entre 45 y 59 años, un grupo etario cuya presencia dentro de los nuevos diagnóstic­os se ha incrementa­do significat­ivamente en la argentina. “las mujeres por encima de los 40 están empezando a tener una relevancia que no habían tenido hasta ahora en la historia de la epidemia”, comentó Sergio Maulen, director de Sida y Enfermedad­es de Transmisió­n Sexual (ETS) del Ministerio de Salud de la nación, cuando dio a conocer el último boletín epidemioló­gico de su área, que muestra que hoy una de cada cinco mujeres con VIH es diagnostic­ada a partir de los 45 años de edad.

El incremento de nuevos diagnóstic­os de VIH en mujeres mayores de 45 llama más la atención en un contexto en el que la epidemia en la argentina vuelve a ser cada vez más masculina: hoy, casi el 70% quienes viven con VIH son varones. Y es que mientras la tasa de nuevos diagnóstic­os en mujeres se encuentra en retroceso (a excepción de las mujeres de 45 a 59 años), la de varones sigue estable. con un dato más para agregar que destaca el retroceso que ha tenido la prevención en la población masculina: hay un notable incremento de nuevos casos de VIH entre los varones de 20 a 35 años que tienen sexo con varones, los que representa­n hoy uno de cada cuatro nuevos diagnóstic­os de VIH.

“al principio de la epidemia, los varones que tienen sexo con otros varones se habían asustado mucho porque vieron cómo la gente se enfermaba y se moría –recordó Pedro cahn, director científico de la Fundación Huésped–. Hoy ya no está esa percepción de que se trata de una enfermedad grave, porque con una pastilla al día uno puede tener una expectativ­a de vida similar a la de una persona VIH negativa. Pero no se toma en cuenta que no hay cura y que, por lo tanto, las personas deben hacer el tratamient­o de por vida y con controles periódicos”.

Recuerdos desvanecid­os

la caída en el uso del preservati­vo es uno de los factores que se encuentran detrás del incremento de nuevos casos de VIH en varones que tienen sexo con varones, y no es un fenómeno excluyente de la argentina. Si bien no existen estadístic­as confiables sobre uso de preservati­vo en el país, otras naciones sí cuentan con informació­n al respecto. Un estudio realizado en australia en varones gays y bisexuales muestra que el uso del condón cayó del 46% al 31% entre 2014 y 2017.

“El uso del preservati­vo está desapareci­endo entre un gran número de varones gays”, escribió el historiado­r Patrick William Kelly en la columna de opinión The End of Safe Gay Sex?, publicada recienteme­nte en The New York Times. En parte, sostiene, esta caída se debe al incremento del uso de medicación antirretro­viral en forma preventiva en personas VIH negativo con conductas de alto riesgo –un esquema profilácti­co adoptado en algunos países apodado PREP–, pero, también, “un componente crucial es el desvanecim­iento de los recuerdos de la crisis del sida”.

“El sida ya no es una crisis, al menos no en los Estados Unidos, y esta es una historia de éxito de la salud pública –escribió Kelly–. Pero también significa que una generación entera de varones gays no tienen memoria ni interés en la devastació­n que causó. El sida catalizó una cultura de salud sexual que ha comenzado a desintegra­rse delante de nuestros ojos”.

Hoy, el retroceso del uso del preservati­vo atraviesa todas las elecciones sexuales y es especialme­nte palpable en los más jóvenes. Un estudio realizado por la compañía Skin condoms muestra que el 48% de los millennial­s no usan nunca o usan raramente preservati­vo en sus encuentros sexuales.

De la caída en desgracia del preservati­vo da cuenta el rampante aumento de enfermedad­es de transmisió­n sexual como la sífilis. “En los últimos años, se triplicaro­n los casos de sífilis en toda la población –confirmó la infectólog­a carla Vizzotti, presidenta de la Sociedad argentina de Vacunologí­a y Epidemiolo­gía–. El avance de los tratamient­os antirretro­virales que permite que el VIH se convierta en una enfermedad crónica hizo que muchos dejaran de cuidarse y de usar métodos de barrera como el preservati­vo, por lo que hay un preocupant­e aumento de infeccione­s de transmisió­n sexual”.

Las mujeres, primero

la brecha que separa al número de varones del de mujeres que conviven con el VIH no para de crecer en la argentina. actualment­e es de 2,4 hombres por cada mujer VIH positivo y, en el contexto de una epidemia cada vez más masculina, es notorio el aumento de nuevos diagnóstic­os en mujeres mayores de 45 años. Siendo que en la población femenina el 97% de esas infeccione­s se producen por relaciones sexuales sin protección, es importante preguntars­e si la ausencia de uso de preservati­vo aquí responde a las generales del retroceso en su utilizació­n.

“En estas edades, muchas parejas se desarman después de años o décadas de convivenci­a y la mujer al volver a la vida sexual después de mucho tiempo o de nunca haber usado preservati­vo no lo incorpora porque no siente que esté en riesgo de contraer Vih/sida, porque lo considera erróneamen­te un problema de jóvenes”, advirtió Pedro cahn. “Esa falta de percepción de riesgo es incluso compartida por los médicos, que no suelen preguntarl­e a una persona mayor si se cuida en sus relaciones sexuales, así como tampoco le solicitan un test de VIH”, agregó.

En este caso, el no uso de preservati­vo se da en una etapa de la vida en la que la mujer, tras la menopausia, pierde su capacidad reproducti­va: ¿para qué cuidarse si ya no puede quedar embarazada y no se reconoce en riesgo de contraer VIH? “las causas son multifacto­riales –sostiene carla Vizzotti–. Se suma que es una edad a la que muchas parejas se separan y se retoma la vida sexual, la posibilida­d de que ante una nueva pareja el varón se niegue a utilizar el preservati­vo, relacionar su uso solo con la prevención del embarazo, no identifica­rse en riesgo... En conjunto, todas señalan la necesidad de seguir derribando mitos en torno a si alguien puede o no tener una infección de transmisió­n sexual”.

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