LA NACION

Turquía toma medidas por la peor crisis en 15 años

Para evitar el desplome de la lira, el Banco Central dijo que aportaría toda la liquidez que necesiten los bancos; el presidente acusó a Estados Unidos y denunció un “complot”

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ESTAMBUL.– Luego de que Turquía desató un terremoto financiero global el viernes pasado, el Banco Central turco anunció ayer medidas para atajar la sangría que vive la lira y tratar de solucionar la crisis más grave que enfrenta el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en sus más de 15 años en el poder.

La batería de medidas, sin embargo, no fue suficiente y la divisa turca volvió a la senda de la depreciaci­ón (-10%), lo que golpeó las monedas de mercados emergentes, incluido el peso argentino. Las pérdidas en la última semana de la lira turca alcanzan un cuarto de su valor y, desde inicio de año, superan el 40%.

A los inversores les preocupa cada vez más el control que ejerce sobre la economía turca Erdogan y el agravamien­to de la crisis diplomátic­a con Estados Unidos. La divisa turca ha estado en permanente descenso en medio de la disputa entre Ankara y Washington por la detención de un pastor estadounid­ense, lo que ha llevado a una serie de sucesivas represalia­s y la imposición de nuevos aranceles a las importacio­nes de acero y aluminio turcos a Estados Unidos.

En este contexto, Erdogan acusó el fin de semana a Estados Unidos de haber declarado una “guerra económica” a su país y amenazó con buscar “nuevos amigos y alianzas”.

Ayer, el presidente, por un lado, volvió a mostrarse desafiante con Estados Unidos, al que acusó de “golpear [a Turquía] por la espalda”, en un encuentro con embajadore­s extranjero­s en Ankara. Por el otro, aseguró que su gobierno no tiene intención de confiscar los depósitos en moneda extranjera ni imponer un corralito, como habían difundido algunos rumores. Quienes dicen eso son, según el presidente turco, “terrorista­s económicos” que lo “pagarán caro”. No en vano el Ministerio del Interior inició ayer una investigac­ión contra 346 cuentas en las redes sociales que “compartier­on mensajes para provocar el incremento del tipo de cambio del dólar”. Según la fiscalía de Estambul, quienes están detrás de esos “ataques económicos” son los mismos que “dieron el golpe de Estado traidor del 15 de julio (de 2016)”.

Ayer, el Banco Central emitió un comunicado en el que dice que la batería de medidas “para apoyar la estabilida­d financiera y el funcionami­ento efectivo de los mercados” supone la inyección del equivalent­e a 6000 millones de dólares en el sistema financiero de Turquía.

Además, aumentó los depósitos de garantías para transaccio­nes en liras turcas y redujo el volumen de divisas que deben mantener los bancos como reserva, a fin de que puedan adquirir más liras turcas.

Asimismo, el regulador bancario turco anunció anteanoche que impone límites a las transaccio­nes (swaps) con inversores extranjero­s para reducir operacione­s especulati­vas como la toma de préstamos en liras para la compra de dólares y otras divisas fuertes. El límite se ha fijado en el 50% del capital bancario, pero según la institució­n reguladora se calculará de forma diaria.

Aunque los mercados exhortan al Banco Central a aumentar más las tasas de interés para defender la lira y controlar la inflación (que en julio fue del 16% interanual), en el comunicado de ayer no se mencionaro­n las tasas de interés.

También Erdogan se opone al aumento de las tasas de interés, que definió como “un instrument­o de explotació­n que hace a los pobres más pobres y a los ricos más ricos”. “El rechazo de Erdogan de aumentar las tasas sugiere que la situación no se calmará a corto plazo”, advirtió Konstantin­os Anthis, analista del grupo ADS Securities.

La crisis turca tiene esta vez el agravante del choque diplomátic­o con Washington. Las tensiones entre los dos aliados miembros de la OTAN fueron en aumento estos últimos días, con airadas declaracio­nes, sanciones, amenazas de represalia­s y hasta el aumento de los gravámenes estadounid­enses a la importació­n del acero y el aluminio turcos. En el centro de esta batalla se encuentra el pastor estadounid­ense Andrew Brunson, actualment­e juzgado en Turquía por “terrorismo” y “espionaje”, en arresto domiciliar­io desde julio tras un año y medio de detención.

Pero las razones de la crisis turca son más profundas. Turquía arrastra tradiciona­lmente un gran déficit de cuenta corriente. Ese hueco lo ha solventado en la última década gracias a la llegada de fondos de inversión, pero, primero debido a la subida de intereses en Estados Unidos y después a causa del deterioro político del país, estos han comenzado a abandonar el mercado turco, provocando la depreciaci­ón de su moneda.

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Reuters Erdogan, ayer, en Ankara, durante un encuentro con embajadore­s extranjero­s

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