LA NACION

En el inicio del juicio, Martín Lanatta insistió con el móvil “político” de la triple fuga

evasión. Dijo que, tras haber vinculado a Aníbal Fernández con los asesinatos de la efedrina, su vida y las de los otros condenados por ese caso corrían peligro; cuarto intermedio hasta mañana

- Jesús A. Cornejo

LA PLATA.– Fue una fuga cinematogr­áfica que se extendió durante dos semanas: hubo tiroteos, choques de autos, persecucio­nes a campo abierto, rehenes y policías heridos. Podría haber sido la sinopsis de una de las novelas de Jim Thompson. Pero fue real y la protagoniz­aron los hermanos Martín y Cristian Lanatta, y Víctor Schillaci, convictos por el triple crimen de la efedrina. Ayer, los tres afrontaron la primera jornada del juicio oral por la evasión del penal de General Alvear, ocurrida la madrugada del 27 de diciembre de 2015, un puñado de días después de la asunción de Mauricio Macri como presidente, un hecho que dio paso a una verdadera cacería humana que durante 15 días mantuvo en vilo al país.

Quizá fue solo casualidad. Pero la primera audiencia coincidió con el décimo aniversari­o del hallazgo, en General Rodríguez, de los cuerpos acribillad­os de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, las víctimas del triple crimen vinculado al negocio ilegal de la efedrina.

El debate, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 de esta ciudad, presidido por el juez Juan José Ruiz, duró apenas dos horas. En ese tiempo, Martín Lanatta declaró que la fuga fue “inducida” y utilizada con fines políticos. “Nos usaron para las elecciones y si no nos fugábamos nos iban a matar. Era más peligroso estar en la cárcel que escaparse”, dijo.

Este juicio oral es el primero de una serie de cuatro que los hermanos Lanatta y Schillaci deberán afrontar en los próximos meses. Los otros tres juicios responden al enfrentami­ento con dos policías que resultaron heridos en Ranchos cuando iban a identifica­r el auto en que viajaban los evadidos. Otro, por el tiroteo con gendarmes en Santa Fe y otro por distintos hechos delictivos que realizaron en esa provincia durante el intento de fuga.

En un principio se había solicitado que los procesos se unificaran, pero la Justicia decidió llevar adelante cada caso por separado.

“A nosotros nos interesa exponer las irregulari­dades que hubo en todo momento antes de que los tres abandonara­n el penal. Porque en realidad no hubo fuga: les dejaron las puertas abiertas; 15 días antes quitaron las cámaras de seguridad y sabemos que hay al menos tres internos a los que les ofrecieron dinero para matar a los Lanatta y a Schillaci”, dijo a la nacion un allegado a la defensa de los tres evadidos.

Los acusados fueron trasladado­s desde la cárcel de Ezeiza, donde es- tán detenidos, por el Servicio Penitencia­rio Federal (SPF), con un imponente operativo de seguridad. En el edificio de Tribunales de La Plata se sumaron a las tareas de custodia 15 efectivos del Servicio Penitencia­rio Bonaerense (SPB).

Tras dos horas, el abogado defensor Pedro Martino solicitó pasar a un cuarto intermedio hasta el miércoles [mañana] porque su defendido dijo sentirse mal. “No durmió en toda la noche y tenía mal la presión. Es hipertenso y no había tomado la medicación”, dijo Martino a la nacion.

El juicio por la fuga del penal de General Alvear se extenderá hasta mediados de septiembre. La fiscal de juicio es Silvia Langone y hay 100 testigos propuestos para declarar.

Política y triple crimen

La “popularida­d” de los hermanos Lanatta y Schillaci, granjeada durante la investigac­ión del triple crimen de General Rodríguez, se agigantó cuando en el programa Periodismo para todos, de Jorge Lanata, Martín Lanatta incriminó en el caso y en el tráfico de efedrina a Aníbal Fernández, por entonces candidato a gobernador bonaerense por el kirchneris­mo. El exministro y exjefe de Gabinete nunca fue imputado ni procesado, pero tras ese programa su imagen política se desmoronó; finalmente, perdió por varios puntos la elección ante María Eugenia Vidal, actual gobernador­a.

Martino adelantó que pedirá la absolución de los tres. Insistió con que su defendido está convencido de que los obligaron a salir del penal por cuestiones políticas derivadas de aquella acusación televisiva.

En este mismo proceso es juzgada Susana Elvira Martínez, la suegra de Cristian Lanatta, bajo la sospecha de haber tenido algún grado de participac­ión en la evasión. Se cree que fue quien les dio apoyo logístico aportando dinero y facilitand­o una camioneta utilitaria para la fuga.

La fiscal Langone sostiene que el 27 de diciembre de 2015 los Lanatta y Schillaci estaban en el sector Sanidad de la Unidad Penitencia­ria 30 y a la 1.45 golpearon a un guardia que había ingresado a hacer el recuento. Lo ataron de pies y manos, lo amordazaro­n y le robaron los borceguíes, una tricota y las llaves de un Fiat 128 y huyeron del penal. Cuando iban a salir por el “túnel” de la prisión amenazaron con lo que aparentaba ser un arma de fuego a otro guardia, que les abrió la reja; a él también lo redujeron y los maniataron con precintos.

“Quedate tranquilo, si hacés un movimiento en falso atrás vienen 60 más”, lo amenazó uno de los tres. Siguieron hasta la oficina de guardia, donde estaba el jefe de turno, al que le colocaron el arma en la espalda.

Antes de ganar la calle redujeron al guardia de la puerta, le robaron una pistola ametrallad­ora con cargador y cartuchos, y lo llevaron un par de cuadras mientras uno de ellos hablaba por celular y gritaba: “¡Dónde estás, dónde estás, hacé señas de luces!”. Unos metros más allá, finalmente, ataron al guardia, subieron a una 4x4 negra y escaparon. Fue ahí que comenzó un raid que duró 15 días y concluyó en Cayastá, provincia de Santa Fe, donde fueron recapturad­os.

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Santiago hafford Los hermanos Cristian (izquierda) y Martín Lanatta flanquean a Víctor Schillaci, en el juicio por la fuga de General Alvear

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