LA NACION

En medio del escándalo, reinan el espíritu de cuerpo y el cálculo electoral

Federico Pinedo senador pro “Si hubiéramos tenido uno más, ellos habrían tenido uno menos”

- Gustavo Ybarra

Cristina Kirchner demostró ayer que una porción importante del peronismo aún le responde y que, para los gobernador­es del PJ, todavía pesan más el espíritu de cuerpo y el cálculo electoral que pagar el costo político de defender a la expresiden­ta, aun cuando el escándalo de los cuadernos de las coimas no deja de crecer.

Como suele ocurrir en estos casos, no hay una sola causa que explique el fenómeno. De hecho, Cambiemos también tuvo su cuota de responsabi­lidad en el fracaso de la sesión.

La ausencia de dos senadores fue clave para que no se alcanzara el quorum, pero ayer también se escuchó a voces oficialist­as admitir que varios senadores de la bancada que comparten la UCR y Pro prefiriero­n forzar el papelón. “Fue una forma de mantener el foco de la atención pública en otro lado, para que no se vea que no hay plan, que el Gobierno no tiene brújula”, confesó un funcionari­o macrista del Senado a la nacion.

Si el fracaso en aprobar el allanamien­to de sus domicilios fue el canto del cisne o una señal de recuperaci­ón de su liderazgo todavía es una incógnita, pero ayer en el Senado era un secreto a voces que el faltazo de 16 senadores del bloque que conduce Miguel Pichetto fue producto del paciente hilván político de la expresiden­ta con varios mandatario­s peronistas.

Solo así se entiende que senadores como los entrerrian­os Pedro Guastavino y Sigrid Kunath, que responden al gobernador Gustavo Bordet, y los pampeanos Daniel Lovera y Norma Durango, soldados de Carlos Verna, estuvieran ausentes. Otra provincia que aportó dos ausentes fue San Juan, comandada por Sergio Uñac.

Las causas que explicaría­n el peso de la expresiden­ta en esta pulseada son varias. Algunos casos se podrían entender en la fuerte vinculació­n de esos mandatario­s en los años en que el kirchneris­mo campeó a sus anchas en la política argentina.

El ejemplo más fuerte es el de Formosa y su eterno gobernador Gildo Insfrán, quien no solo fue leal al kirchneris­mo, sino que se encuentra amenazado por la injustific­ada contrataci­ón de la consultora The Old Fund, la misma que participó en la compra ilegal de Ciccone, en la renegociac­ión de la deuda de la provincia con la Nación. Es un caso por demás extraño, si se toma en cuenta que ambas partes eran gobernadas por el mismo color político.

Otros, como el pampeano Verna, estarían reaccionan­do a una lógica amigo-enemigo. “Estoy con cualquiera antes de apoyar al Gobierno”, sería la dinámica que mueve los pasos del veterano gobernador por estas horas. Aunque lógica, la postura del mandatario de La Pampa provoca más de una sorpresa en el interior del propio PJ en el Senado, en el que todavía se recuerdan las jugadas que intentó Cristina Kirchner para tratar de expulsar a Verna de ese mismo cuerpo en 2002.

La razón más extendida es, tal vez, aquella que sostiene que gobernador­es y senadores peronistas están cuidando su propia superviven­cia. Las réplicas del terremoto de los cuadernos de las coimas amenazan con seguir incrementá­ndose y no es bueno andar sentando precedente­s que, después, podrían volverse en contra.

Por último, el cóctel se completa con una cuota de picardía. “Si hubiéramos tenido uno más, ellos habrían tenido uno menos”, dijo Federico Pinedo (Pro-Capital) para justificar la ausencia de su compañero de bloque Esteban Bullrich (Pro-Buenos Aires).

Deslizó, así, las sospechas extendidas en Cambiemos de que Pichetto jugó al ajedrez legislativ­o para dejar al descubiert­o el error político del oficialism­o manejando el número de senadores que sentó en el recinto. Esta teoría conspirati­va explicaría ausencias como la del chubutense Alfredo Luenzo, quien había dicho que estaba a favor de autorizar los allanamien­tos, pero ayer prefirió quedarse en su despacho.

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