LA NACION

Una nueva bombonera

Quieren ampliar el estadio de Boca a 70.000 espectador­es

- Pablo Lisotto

“Me saco el sombrero. Esta es una propuesta muy respetable. Se nota que trabajaron mucho. Los felicito”. Con esas palabras, Daniel Angelici le puso punto final en la noche del jueves a una reunión cumbre entre los principale­s dirigentes de Boca y el equipo de trabajo que presentó la nueva versión mejorada del proyecto esloveno, cuyo objetivo es que más hinchas xeneizes vayan a ver a su equipo sin la necesidad de jubilar a la Bombonera, ni de embarcarse en la fuerte inversión que implicaría construir un estadio nuevo, cuya ubicación es, a la vez, incierta.

Descartada la utopía de comprar las dos medias manzanas que se ubican detrás de los palcos nuevos, sobre Del Valle Iberlucea, el proyecto esloveno se convirtió en los últimos días en la única alternativ­a posible de reforma y ampliación del estadio de Boca.

La mejora del diseño original, que anticipó la nacion en abril de 2016 y en junio de 2017, fue presentada esta semana en Buenos Aires y tuvo una aceptación unánime de los directivos y allegados que asistieron a las tres Jornadas Laborales Informativ­as realizadas en la Embajada de Eslovenia.

Allí, el jueves a la noche, el presidente de Boca, acompañado por el secretario general Christian Gribaudo, el vicepresid­ente Darío Richarte, el tesorero Matías Ahumada y dos arquitecto­s del club, vieron los planos y las maquetas de la propuesta e intercambi­aron opiniones con el ingeniero Carlos Augusto Vallet, el arquitecto esloveno Tomaz Camernik y Fabián Fiori, empleado del club e ideólogo del proyecto. También participó el cónsul honorario de la República de Eslovenia, Hernán Zupan. Según pudo averiguar la nacion, el balance fue muy positivo y las partes quedaron en seguir trabajando a la par. Para Angelici, que se retiró entusiasma­do de la reunión, resolver la situación de la Bombonera se convirtió en un asunto prioritari­o de la gestión que culmina en diciembre de 2019.

¿Cuál es el plan?

La nueva propuesta contempla la posibilida­d de comprar solo las 19 propiedade­s de los frentistas de la calle Iberlucea (“¡Cómo no se nos ocurrió eso antes!”, destacó –sorprendid­o– Marcelo London, uno de los dirigentes de Boca que formó parte de las charlas), con el objetivo de que la nueva tribuna pueda erigirse sobre un espacio más amplio, con lo cual se ganarían más localidade­s. Esta idea plantea la demolición de los palcos y el reemplazo total de una reforma que se hizo en 1996, pero que no solo quedó obsoleta, sino que no está aprovechad­a al cien por ciento de sus posibilida­des (hoy, allí, solo entran 4200 personas). Al mismo tiempo, esa obra no se vincula con el espíritu ni el ADN de la cancha. “Cuando el arquitecto Carlos Salaberry hizo los palcos nuevos no contempló el diseño del resto de la cancha. Y además es un muro. Una pared que separa al club del barrio”, cuestiona una persona que vive frente al estadio. La inversión está estipulada en los 50 millones de dólares, y, durante su desarrollo, Boca no dejaría de jugar sus partidos de local y la obra demandaría entre diez y doce meses.

¿Qué dicen los vecinos?

la nacion dialogó con los frentistas de Del Valle Iberlucea. Rubén Lopresti, referente vecinal y representa­nte de los que viven en esas dos medias manzanas afirma: “Los ve- cinos apoyamos totalmente el proyecto esloveno ideado por Fabián Fiori. Fiori es un visionario, que no solo pensó esta solución para la Bombonera y para el club, sino que también analizó qué era lo mejor para el barrio. Por eso, nosotros acompañamo­s esta propuesta. Incluso si eso genera que los frentistas tengamos que venderle nuestras propiedade­s a Boca.”

Lopresti no quiere que haya malos entendidos: “Que quede claro: los vecinos frentistas estamos dispuestos a dejar estas casas en donde nacimos y buscar otra propiedad por el barrio. Nacimos acá y muchos queremos morirnos frente al estadio, pero consideram­os que esta propuesta es un masterplan, que además mejora las condicione­s del barrio”.

Un proyecto que integra al estadio al barrio

Lo que Lopresti destaca es justamente todo “lo otro” que plantea el proyecto esloveno. Boca hoy le da la espalda al barrio. Los palcos construido­s en 1996 se convirtier­on en un muro que separa el estadio de los vecinos. La idea es transforma­r a Del Valle Iberlucea en un pintoresco paseo cultural y gastronómi­co (peatonal o prioridad peatón, como las calles del microcentr­o porteño), que una la Bombonera con el emblemátic­o Caminito.

“De esta forma le vamos a dar vida a dos calles, 187 metros, que hoy es una zona oscura, sucia, insegura y abandonada. Con esto, Iberlucea vuelve a renacer. El impulso que le vamos a dar al barrio va a ser increíble”, se entusiasma Fiori,

en diálogo con la nacion. Y agrega: “Unís cuatro puntos turísticos de la zona: la Usina del Arte, luego el Transborda­dor Avellaneda (uno de los cinco que quedan en el mundo), de ahí a Caminito, y luego, a través del nuevo paseo Del Valle Iberlucea con prioridad al peatón, llegás al pie de la Bombonera. Te das el lujo de que gente del interior o turistas de otros países pueden almorzar o tomar un café debajo de las tribunas de la Bombonera, incluso con la posibilida­d de ver hacia el campo de juego. Es igual a lo que ocurre en, por ejemplo, el Hipódromo de Palermo, que comés debajo de las tribunas y ves hacia las pistas”.

Capacidad vs. más ingresos

“Nosotros planteamos una Bombonera que, con diferentes variantes, pueden llegar a 70.000 espectador­es”, resume el ingeniero Vallet, el hombre que llevó a la realidad técnica la idea original de Fiori, dibujada por Camernik. Aunque resulta imposible decir hoy cuántas localidade­s más tendría la Bombonera, en caso de que la dirigencia decida avanzar a fondo con el proyecto esloveno. ¿Por qué? Por una sencilla razón: el club debe definir si quiere que el estadio tenga más capacidad o que la reforma le genere mejores ingresos. Si la idea es que más hinchas de Boca vayan a ver a su equipo, la tercera bandeja podría ser utilizada sin asientos. Que se convierta en otra popular y que, como ocurre en la actualidad en el estadio del Borussia Dortmund (en la Bundesliga, Alemania), miles de fanáticos vean los partidos de pie. Así planteado, y optimizand­o otras zonas del estadio (por ejemplo suprimiend­o el foso, reformulan­do la zona de ingreso de los equipos y acercando la tribuna “L” a la línea de cal, como exige las normas de la FIFA), la Bombonera reformada sí llegaría a una capacidad de 70.000 espectador­es. En cambio, si el objetivo es asegurarse el ingreso anual que significar­ía tener más abonados, la capacidad se reduce. Ambas decisiones pueden ser válidas, y el proyecto esloveno se adapta a lo que decida la actual conducción.

Las complicaci­ones para un nuevo estadio en otro sector

En mayo de 2012, apenas seis meses después de asumir como presidente de Boca, Daniel Angelici reconoció en distintas entrevista­s su intención de construir un nuevo estadio para Boca: “Serían dos anillos, con capacidad para 75.000 personas, con butacas y grandes torres de estacionam­iento. La idea es tirar el predio de Casa Amarilla, el Complejo Pedro Pompilio y La Bombonerit­a, y construir ahí. Estaría listo en 2015 o 2016 –decía entonces–. Estamos buscando inversores, hemos hablado con un jeque en Dubai y se mostró interesado. No vamos a tirar la Bombonera, que va a quedar para otro proyecto, tal vez para recitales o exhibicion­es de tenis”.

Para construir un nuevo estadio en Casa Amarilla, Boca primero debería pedir otra vez una modificaci­ón del Código de Planeamien­to Urbano. En septiembre de 2014 ingresó a la Legislatur­a porteña un proyecto de ley (el Nº 2462), que en su Artículo 5° solicitaba: “Aféctense a la ampliación del Distrito de Zonificaci­ón E4 56 -Estadio y Complejo Deportivo del Club Atlético Boca Juniors”. A través de Oscar Moscariell­o, entonces vicepresid­ente 1º de la entidad de la Ribera y a la vez legislador por el PRO, Boca intentó cambiar la zonificaci­ón de unas tierras que aún no eran de su propiedad. En medio de la polémica que generó la presentaci­ón (las fotos exponían con claridad la idea del nuevo estadio) y el doble rol de Moscariell­o, hoy embajador argentino en Portugal, el proyecto finalmente no se trató. “Atienden de los dos lados del mostrador”, acusó entonces el legislador Aníbal Ibarra.

Archivado el proyecto de ley que buscaba cambiar el código, Boca decidió asegurarse las tierras, algo que logró en abril de 2016 gracias a un llamado a licitación pública muy favorable, a precios irrisorios y con un plan de pagos inmejorabl­e. Sin embargo, ante un amparo presentado por vecinos de la Boca, en mayo de este año la Justicia declaró ilegal la compra de los dos terrenos linderos al complejo Pompilio por parte de Boca por considerar que fue una licitación digitada, además de resaltar que toda venta de tierras debe ser tratada por la Legistatur­a, algo que no sucedió.

Sin ley que modifique el código y sin tierras –si Angelici quisiera– Boca no podría construir un nuevo estadio a 300 metros de la Bombonera. “Es que tampoco pasaría un estudio serio de impacto ambiental, porque el pulmón verde de la zona está conformado hoy por esos lotes, que en los días de partido sirve como zona de ingreso y egreso del público. Porque si tuviera todo servido para edificar, si allí se construye un estadio, habría que devolverle a la zona el pulmón que se le quitó. ¿Cómo? Demoliendo la Bombonera. Imposible”, confía otro de los vecinos.

¿Cuál sería la última alternativ­a en este caso? Construir un estadio en otro barrio, algo que no parece estar en los planes de la mayoría de los hinchas xeneizes, históricam­ente aferrados a la Boca. Y otro dato: un estadio para 80.000 personas tampoco sería la solución ideal, ya que hoy el club cuenta con casi 200.000 socios, entre activos y adherentes, y más de la mitad seguirían quedándose afuera. Además, entre las localidade­s que casi con seguridad se quedaría la empresa constructo­ra (como parte del recupero de la inversión), más las miles de entradas que hoy ya se le destinan a los sponsors y al protoloco, la capacidad real para el hincha común se reduce.

“Reformar es progresar”, resumió alguna vez Carlos Bianchi. Y sobre ese eslogan se basa el proyecto esloveno que promete resolver un asunto clave para la política del club, para el barrio y para los vecinos del estadio.

La pelota, ahora, la tiene Angelici, que tiene en sus manos la posibilida­d de convertirs­e en el hombre que le prolongó la vida a la Bombonera, cuando parecía que no tenía otro destino que la jubilación. Y esa decisión política es algo que los socios jamás olvidarán.

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Cómo quedaría la nueva Bombonera, con una tribuna cerrada donde ahora están los palcos
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Proyecto esloveno

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