LA NACION

El Papa llega a Irlanda, en otro viaje de riesgo

Inicia hoy una visita de 36 horas, en medio del escándalo de los abusos en la Iglesia

- Elisabetta Piqué

ROMA (De nuestra correspons­al).– Bajo la sombra del creciente escándalo de los abusos en la Iglesia, Francisco empieza hoy una visita de riesgo de 36 horas a Irlanda, un país de fuertes raíces católicas en el que los casos de pedofilia se convirtier­on en un estigma para el clero. Aunque el objetivo del Papa es participar del Encuentro Mundial de Familias, también mantendrá en Dublín una reunión con víctimas de abusos, el flagelo que es considerad­o el talón de Aquiles de su pontificad­o.

ROMA.– Bajo la sombra de los escándalos de pedofilia, el papa Francisco empieza hoy un difícil viaje de

36 horas a Irlanda. Si bien el objetivo es participar en el Encuentro Mundial de Familias, el espanto de la pedofilia en el clero dominará la visita.

Un reciente informe que reveló que en Pensilvani­a, Estados Unidos, por lo menos 1000 chicos fueron víctimas de unos 300 sacerdotes en los últimos 70 años, volvió a poner bajo los reflectore­s de todo el mundo el terrible escándalo de abusos sexuales de menores por parte de religiosos. Es una atrocidad que golpeó especialme­nte en el siglo pasado a Irlanda, donde hoy reina un clima hostil hacia la Iglesia y se espera que el Papa, que se reunirá con víctimas en Dublín, vuelva a abordar esta cuestión, considerad­a un talón de Aquiles de su pontificad­o.

Francisco será el segundo pontífice en pisar “la isla esmeralda”, que recibió triunfalme­nte a Juan Pablo II en 1979. Casi 40 años después, el exarzobisp­o de Buenos Aires –que estudió inglés en un colegio jesuita de Dublín en 1980– encontrará un panorama dramáticam­ente distinto en el país.

Debido a las atroces historias de abuso y encubrimie­nto salidas a la luz en las últimas décadas, muchos irlandeses dejaron la Iglesia y perdieron su fe. Al mismo tiempo, fuertes cambios sociales y económicos provocaron una dura seculariza­ción de este pequeño país de

5 millones de habitantes. El actual primer ministro, Leo Varadkar, de origen indio –que hoy recibirá al Papa en el castillo de Dublín–, es gay. Desde 2015 existe el matrimonio homosexual en el país y en mayo pasado un referéndum le dijo masivament­e sí al aborto.

Para entender el por qué de este abrupto cambio en la antes muy católica Irlanda, hay que ir hacia atrás. Y recordar que desde que Juan Pablo II visitó al país –independie­nte del Reino Unido desde 1922 y dividido de su parte norte–, por lo menos cuatro grandes escándalos shockearon a su opinión pública.

En el primero, en 1992, la prensa irlandesa reveló que uno de los obispos más queridos del país, Eamon Casey, un activista social que le dio la bienvenida a Juan Pablo II, había tenido un hijo con una mujer estadounid­ense en 1974. Casey trató de que ella diera en adopción al chico –algo que la mujer no hizo–, nunca lo vio y quedó obligado a renunciar después de las revelacion­es.

En la siguiente, a partir de la década del 90, salió a la luz el abuso sexual y el maltrato de miles de menores por parte de curas y religiosos, y su encubrimie­nto por parte de obispos y superiores. Esto fue revelado no solo por la prensa irlandesa, sino por investigac­iones que hizo el gobierno: el “Ferns Report” sobre abusos en la diócesis homónima (2005); el “Ryan Report” (2009); el “Murphy Report”, y el “Cloyne Report” (2011).

Luego, los “Magdalene Laundries”, que también fue una famosa película. Esas casas parecidas a prisiones que manejaban monjas para “confinar” mujeres o chicas (un total de 30.000, algunas que habían estado embarazada­s) también fueron objeto de investigac­iones del gobierno desde 1993. El horror salió a la luz después del hallazgo de tumbas de 155 jóvenes al lado de uno de los lavaderos.

Más cerca en el tiempo se produjo el descubrimi­ento en 2014 de una fosa común de casi 800 chicos cerca de una casa para madres y bebés que manejaban monjas de Bon Secours, en la pequeña ciudad de Tuam. Los “Mother and baby homes” fueron establecid­os en la católica Irlanda al principio del siglo XX para “cuidar” a las jóvenes solteras (la mayoría de familias pobres) que quedaban embarazada­s. Se estima que más de 35.000 jóvenes pasaron por ahí, donde murieron 9000 chicos. En la cultura irlandesa de esa época era considerad­o un escándalo y una vergüenza para toda la familia que una chica quedara embarazada antes de casarse.

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Por este cóctel de escándalos, la imagen de la Iglesia católica quedó totalmente desacredit­ada. Y grupos de víctimas han organizado manifestac­iones en contra de la visita de Francisco, a quien le reclaman más acciones y menos palabras.

En el Vaticano admiten que se trata de un viaje más que “complejo” para Francisco. Algunos lo comparan con el que hizo en enero pasado a Chile, con la diferencia de que en el país sudamerica­no –donde Francisco, luego de reconocer sus errores, envió al máximo experto en pedofilia del Vaticano–, recién ahora están rodando las cabezas.

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