LA NACION

Volver a intentar. ¿Es posible el regreso exitoso con un ex?

Crece el número de parejas que se separan y luego se reencuentr­an

- Laura Reina

Después de 30 años juntos y con dos hijos de veintipico, decidieron separarse. Un año más tarde, se extrañaban tanto que se animaron a probar y se dieron otra oportunida­d. Esta vez, Andrea Spreyer y Roberto Villarruel, ambos de más de 50, apostaron a ser novios, sin convivir. Hasta el momento, dicen, la fórmula funciona. La historia de Andrea y Roberto parece calcada de El amor menos pensado, la película dirigida por Juan Vera y protagoniz­ada por Ricardo Darín y Mercedes Morán que es un éxito en las salas argentinas. Como ellos, y en un amplio espectro que abarca desde parejas jóvenes sin compromiso­s hasta matrimonio­s de años vencidos por el desgaste, son muchos los que se animan a probar una “segunda vuelta”. Según Sebastián Girona, psicólogo especialis­ta en parejas, “entre las motivacion­es de volver a intentarlo con una expareja pueden estar desde los hijos hasta la valoración, a la distancia, de los aspectos positivos del otro”. Muchas veces, además, intentar una nueva relación sirve para mirar con otra perspectiv­a el pasado y, de hecho, el fracaso ante el nuevo intento con otra persona despierta nostalgias que facilitan reconcilia­ciones. “En nuestro caso, nos extrañábam­os y nos queríamos mucho; fue una separación amorosa”, cuenta Andrea.

Todos les dicen que son como Morán y Darín, los protagonis­tas de la película El amor menos pensado. Aunque no la vieron todavía –prefiriero­n El Ángel, la historia que narra la vida del asesino Robledo Puch– Andrea Spreyer y Roberto Villarruel saben muy bien de qué se trata: pareja de más de 50, con hijos ya grandes, que entra en crisis y decide separarse tras varios años de matrimonio. Pero (siempre hay un pero) después de un tiempo y algunos sinsabores que experiment­an llevando adelante una nueva vida de solteros, deciden volver a intentarlo con el ex.

Sacando algunas diferencia­s (cada relación y ruptura son un mundo aparte), la de Ana (Morán) y Marcos (Darín) parece el calco de la historia de Andrea y Roberto. En 2014, después de 30 años juntos –contando la etapa de novios– y con hijos de 20 y 22 años, eligieron ponerle punto final a la relación. “Decidimos tomarnos un tiempo para ver qué pasaba, nos queríamos mucho pero no nos estábamos llevando bien, estábamos como desencontr­ados. Yo me quedé en casa y él se alquiló algo temporario. El primer año de la separación nos veíamos, pero después hubo una ruptura total de la pareja. En el medio yo me fui de viaje y cuando volví él me planteó de volver a ser novios sin convivir. Estamos así desde fines de 2015”, cuenta Andrea, que trabaja como prosecreta­ria administra­tiva en un juzgado.

Si antes volver con el ex significab­a “tropezar otra vez con la misma piedra”, hoy asistimos a una especie de reivindica­ción de aquella persona con la que se decidió transitar una parte importante de la vida. “Las segundas vueltas están a la orden del día y los motivos pueden ser muy diversos y subjetivos –sostiene el psicólogo especialis­ta en pareja Sebastián Girona–. Entre las motivacion­es de volver a intentarlo con una expareja pueden estar desde los hijos hasta la valoración, a la distancia, de los aspectos positivos del otro. También puede deberse a un fracaso sentimenta­l en la nueva vida postsepara­ción. Muchas veces, atravesar otras relaciones enriquece la perspectiv­a con la que una persona mira a su ex. Y, además, es habitual que los fracasos en relaciones nuevas inviten a mirar al pasado con cierta nostalgia”.

Andrea cuenta que no hubo de parte de los dos nuevas relaciones. “Ninguno estuvo con nadie y creo que eso ayudó a la vuelta –sostiene–. En nuestro caso nos extrañábam­os y nos queríamos mucho. La nuestra fue una separación amorosa, para cuidarnos”, asegura.

Una de las cosas que generan mayores problemas es qué se hizo en ese tiempo El ‘te fuiste pero volviste’ es una de las creencias que da más fortaleza a la relación “Si se conservan los lazos de cariño, se puede dar un escenario para volver” Lo fundamenta­l es que ninguno haya salido herido de la ruptura

Viene de tapa

Para la psicoanali­sta Silvia Ons, autora del libro Amor, locura y violencia en

el siglo XXI (Paidós), la actual es una época donde el amor vive permanente­mente amenazado y donde las rupturas son más frecuentes que nunca. Y los arrepentim­ientos, también. “Hay mucha gente que se arrepiente de haberse separado –plantea–. Pero vivimos en una época donde creemos que lo nuevo es lo mejor y en la que se promueve la búsqueda de aventuras. Cambiamos celulares que funcionan por un modelo nuevo porque creemos que es superior. Con las relaciones pasa lo mismo, pero la diferencia es que son personas, no productos”.

Para Ons, muchas de las nuevas relaciones no son garantía de felicidad. “En muchos casos los problemas persisten o se arrastran de la relación anterior y en otros surgen nuevos. El caso típico es el del hombre que busca una pareja más joven que quiere tener hijos y él no porque ya posó por ese proceso. Cuando las nuevas relaciones no funcionan se empieza a añorar al ex. Si se conservan los lazos de cariño, que son los que perduran, entonces se puede dar un escenario propicio para volver. En muchos casos ni siquiera se tiene muy en claro qué fue lo que hizo que la pareja se separe. A veces es solo el tedio de la convivenci­a”.

Eso mismo pasó con Andrea y Roberto. “Nuestra separación tuvo más que ver con el hartazgo de la convivenci­a que con otra cosa. Yo estaba cansada de sostener la organizaci­ón familiar. Después de 27 años me cansé de los horarios, de pensar qué íbamos a comer. Por eso, cuando cada uno tuvo su espacio, todo se calmó. En la semana cada uno hace su vida y los fines de semana y las vacaciones los pasamos juntos. Mi casa sigue siendo la casa familiar. Pero acá no tiene ni una camisa. Yo ocupé todos los placares y hasta redecoré la habitación.”

En el caso de Laura Duberti, de 47, y Diego Hoyos, de 50, hubo dos separacion­es y dos reencuentr­os. La primera vez que se pusieron de novios eran adolescent­es, acaso, muy chicos para que la relación prosperara. “Fue mi primer novio, yo tenía 15 y él 18. Salimos un año y 4 meses, una eternidad a esa edad. Nos peleamos porque éramos chicos. A él no le gustaba salir mucho, no iba a bailar y lo único que quería era jugar y mirar fútbol. Y sigue siendo así“, relata Laura, que trabaja en el Poder Judicial.

Años después ella conoció al padre de sus hijas y se mudó con él a Estados Unidos. Pero siempre mantuvo el contacto con Diego, que se había hecho muy amigo de sus hermanos. “Al tiempo me separé del papá de mis hijas y volví a Buenos Aires, y con Diego retomamos la relación. Yo siempre me acordé bien de él. Pero duramos un año y nos separamos. Él no había convivido con nadie y yo venía con dos nenas chiquitas que estaban conmigo siempre porque el padre no vivía acá. Nos separó el destiempo de pasar de golpe a una familia; él no estaba acostumbra­do a vivir con nadie y yo venía con el paquete completo. Era mucho para los dos y le dije que lo mejor era cortar”.

Pero, tal como sucedió la primera vez, el contacto jamás se cortó. “Nos extrañábam­os mucho, nos mandábamos mensajes y yo sentía que había tomado una decisión abrupta, que me había apurado –reconoce–. Volvimos a intentarlo pero con otro acuerdo y mayor compromiso: él se mudó conmigo y mis hijas y fue un aprendizaj­e para todos. Diego tuvo que adaptarse a horarios nuevos: él iba al gimnasio a la noche y para mí la noche era la hora de la cena y quería que estuviera en casa. Fue una negociació­n de ambos: él se adaptó a mi vida y yo cedí en algunas cosas. Por ejemplo, ya no me quejo que vea fútbol todo el tiempo”.

Para hacer posible una segunda vuelta, los especialis­tas aseguran que lo fundamenta­l es que ninguno de los dos haya salido herido (al menos no de gravedad) de la ruptura. Y evitar, dentro de lo posible, el famoso pase de facturas tan típico de estos regresos. Aunque está claro que es imposible empezar de cero, hay que tener en cuenta que es un nuevo comienzo. No se trata de hacer “borrón y cuenta nueva”, sino de analizar lo que se hizo mal para modificarl­o y conservar aquello que funcionaba bien y que por lo general es lo que motiva a los ex a volver a intentarlo.

“Una segunda vuelta necesariam­ente demandará reinventar la relación teniendo en cuenta que la primera versión no terminó de funcionar, pero reconocien­do que no todo en esa primera etapa fue malo –plantea Girona, autor del libro ¡No te aguanto más!–. Desde este punto de vista, una segunda vuelta debería ser una versión mejorada de la anterior conservand­o lo que funcionaba y cambiando lo que le hacía mal al vínculo”.

En este sentido, agrega Girona, la pareja necesitará revisar en qué cosas fallaron y poder pensar si las pueden cambiar o si son estructura­les de las personalid­ades de esa pareja. “Hoy se sabe que las parejas tienen problemas que tienen solución y problemas que no se pueden solucionar. Dentro de estos últimos por supuesto hay desde cuestiones superficia­les hasta graves”.

Ons, por su parte, sostiene que se trata de un recomenzar. “Tiene un poco de las dos cosas: nunca se entra de la misma manera al mismo río. Está lo anterior, pero con la diferencia de haber experiment­ado nuevas sensacione­s, relaciones, experienci­as. Las segundas vueltas tienen ese halo de ser un amor más valorado porque han tomado la decisión de volver a elegirse. Y cuando te volvés a elegir, esa relación está fortalecid­a. Además, ya no está la fantasía de que el otro de afuera es mejor”.

Pero las vueltas no solo se dan en parejas que pasan los 40. También son frecuentes entre las más jóvenes, como la de Facundo Ramos Bruschini y Sol Daian, que empezaron a salir a los 15 y ahora, a los veintipico, volvieron a intentarlo esta vez más en serio. “Nos conocimos de chicos, en una matiné y estuvimos más de 2 años juntos. Era una linda relación, y éramos supercompa­ñeros pero muy chicos. En el ultimo año de secundaria, antes de que ella se fuera de viaje de egresados, nos peleamos. Le dije: ‘Doy un paso al costado’ para que no se sintiera atada a mi. No bien lo dije me arrepentí”, reconoce Toto, como lo llaman sus amigos.

En los tres años que estuvieron separados, los dos tomaron caminos diferentes. Él se puso de novio y ella no tuvo relaciones serias pero salía y se divertía. “Cuando terminé la relación que tenía, hace 9 meses, la fui a buscar a Sol, completame­nte decidido –cuenta–.yo sentí que no quería conocer otra cosa, la extrañaba mucho, tenía muy lindos recuerdos de nuestra relación. Me equivoqué al dejarla porque lo que dejé era algo que estaba buenísimo”.

Según Facundo, el tiempo que estuvieron separados les sirvió para crecer y madurar. “Hubo mucha charla en el medio, y también miedo de probar y que otra vez no funcione. Estamos en una edad en la que construís para largo plazo, pero al mismo tiempo mis amigos están solteros y es como que sentís que estás en otra sintonía. Pero yo sabía que si la invitaba a salir de nuevo era para estar de novios, en serio”.

Sin dudas, una de las cosas que más cuestan y que generan mayores problemas en la nueva/vieja pareja está relacionad­a con las historias que hubo entre la ruptura y la reconcilia­ción. Con quiénes salieron ese tiem- po. “Hay un montón de roces: qué hiciste esos años, intentar restablece­r la confianza... Cuesta un poco pero nosotros elegimos ver la parte positiva, que es ‘te fuiste pero volviste’”, destaca Facundo, que agrega que hay cosas que es mejor guardarse para uno.

Aun así, los que deciden volver luchan con las presiones propias y del entorno –sobre todo cuando hay hijos en común– para que esta vez sí funcione y varios prejuicios, entre ellos, el que manda que las segundas partes nunca son buenas. Algo que Girona desmiente, pero dejando en claro que las segundas oportunida­des, cuando se trata de una relación amorosa, suelen ser más trabajosas. “Se puede tener una segunda vuelta exitosa, pero es mucho más difícil que cuando dos personas empiezan por primera vez –advierte–. Además de tener la tarea de reinventar la relación, el vínculo ya no tendrá el enamoramie­nto como viento de cola y eso puede llegar a demandar mayor esfuerzo a sus integrante­s para que la relación esta vez funcione”.

 ?? Alejandro guyot ?? Sol Daian y Facundo Ramos Bruschini volvieron después de tres años separados; él dio el primer paso
Alejandro guyot Sol Daian y Facundo Ramos Bruschini volvieron después de tres años separados; él dio el primer paso
 ?? Gentileza ?? Mercedes Morán y Ricardo Darín, protagonis­tas de la comedia romática El amor menos pensado
Gentileza Mercedes Morán y Ricardo Darín, protagonis­tas de la comedia romática El amor menos pensado
 ?? Ignacio Sanchez ?? Después de 30 años, Roberto Villarruel y Andrea Speyer se separaron; volvieron al año
Ignacio Sanchez Después de 30 años, Roberto Villarruel y Andrea Speyer se separaron; volvieron al año

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