LA NACION

Los restos de Franco

El gobierno español puso en marcha su exhumación.

- Silvia Pisani

MADRID.– Casi medio siglo después de su muerte, España da los pasos para exhumar al dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos, tras el decreto ley aprobado ayer “con carácter urgente” por el gobierno del presidente socialista, Pedro Sánchez.

Para sortear resistenci­as, el mecanismo se puso en marcha por medio de un proceso que deberá ser ratificado por el Congreso. La curiosa herramient­a no implica que haya en este momento fecha clara para que la exhumación se lleve a cabo. Podría pasar un año, plazo que contempla la norma, aunque el gobierno aspira a lograrla antes de diciembre, cuando se cumplen 40 años de la Constituci­ón española.

“Un país que mira al futuro debe estar en paz con su pasado. Vamos a exhumar los restos de Franco con todas las garantías”, tuiteó Sánchez.

Los descendien­tes de Franco se niegan de plano a la remoción. “Esto es una barbaridad, pura demagogia, algo detestable”, dijo Francisco Martínez Bordiú, el nieto del hombre que gobernó España durante cuatro décadas y que se hizo llamar “caudillo por la Gracia de Dios”.

El Valle de los Caídos es un conjunto monumental en las afueras de Madrid, en la sierra que rodea la ciudad, donde Franco está enterrado en un sitio de honor. También hay víctimas de la Guerra Civil (1936-1939)de ambos bandos. Fue construido en gran medida con la mano de obra de presos del bando republican­o, que fue derrocado en la contienda que desangró a España.

La decisión podría tropezar con varias resistenci­as. La Iglesia, que administra la abadía que funciona allí, anticipó su negativa en el caso de que la familia se oponga, lo que está ocurriendo.

El gobierno de Sánchez considera, sin embargo, que remover a Franco de allí es urgente y no puede esperar más, porque “ya no se puede permitir que se le dé trato de honor”.

“Es urgente hacerlo, porque ya vamos atrasados”, dijo la vicepresid­enta Carmen Calvo. Y buscó sacar rédito político al afirmar que el gobierno “lo pone en marcha antes de cumplir los 100 días” en funciones.

La decisión se adopta por decreto, al que se le da un mes para que sea ratificado por el Congreso. Se trata de un mecanismo curioso por el que el gobierno quiere mantener la iniciativa y “asegurar la decisión” en el Congreso, donde está seguro de contar con los votos para ratificarl­o. A pesar de tener solo 82 escaños, afirma contar con aliados para alcanzar la mitad más uno que necesita.

El decreto dará amparo jurídico a la exhumación de Franco a través de una modificaci­ón puntual de la ley de memoria histórica, aprobada durante el anterior gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.

Los diferentes grupos parlamenta­rios esperaban las precisione­s del operativo para fijar sus posiciones. Pero el derechista Partido Popular (PP) anticipó su rechazo, al no estar de acuerdo con el procedimie­nto acordado para llevarlo adelante. Lo mismo anticipo el liberal partido Ciudadanos, tradiciona­lmente aliado en el Congreso del PP. A pesar de estar seguro de contar con los votos de sus aliados de izquierda y del independen­tismo catalán, la operación podría ser compleja por la resistenci­a familiar y la eventual de la Iglesia.

Franco está enterrado además bajo una pesada lápida de granito y hará falta todo un operativo para removerla. La fecha en la que eso podría ocurrir todavía no está definida y es posible que pase mucho tiempo antes de que se sepa. La intención de la Moncloa es que ocurra con un “operativo discreto”.

Grupos de derecha expresaron su rechazo a la propuesta, pero el gobierno insiste en que “España no puede permitirse tener la tumba de un dictador con honores de Estado”. Junto a Franco, se encuentran los restos de José Antonio Primo de Rivera, líder de la Falange. En su caso, los restos no serán removidos. “Él fue una víctima”, dijo Calvo. Murió fusilado luego de haber sido condenado por “atentar contra la República”.

Más allá del trámite que tenga la decisión, es posible que se proyecte hacia otros casos similares, ya que el paso dado puso la mira en otros vestigios y honores de integrante­s del gobierno franquista que podrían correr la misma suerte.

En lo inmediato existe un especial interés en el llamado “Arco de la Victoria”, una enorme figura de mármol en la zona de la Moncloa, cuyo destino es incierto. Lo mismo ocurre con el llamado “Pazo de Meiras”, una suntuosa residencia veraniega en Galicia que pertenece a los descendien­tes de Franco y que podría ser expropiada en un futuro cercano.

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JAVIER SORIANO/AFP El Valle de los Caídos, en las afueras de Madrid, donde está enterrado Francisco Franco

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