LA NACION

Fertilizac­ión: modelos para usar

- Guillermo Divito

Soy asesor en Agroestudi­o Viento Sur y asistente técnico de la Regional Necochea de Aapresid. En el reciente congreso Sustentolo­gía de Aapresid, presentamo­s un panorama sobre los modelos de diagnóstic­o y fertilizac­ión nitrogenad­a para trigo y cebada disponible­s en el sudeste bonaerense. Para ellos, que fueron calibrados principalm­ente en la Unidad Integrada Balcarce (INTA-FCA, Unmdp), realizamos validacion­es en campos de las regionales de Aapresid de la zona, obteniendo resultados que confirman su gran utilidad.

Los “modelos empíricos” se basan en el análisis de informació­n experiment­al sobre la respuesta del rendimient­o ante un gradiente de disponibil­idad de nitrógeno (N). Estos modelos son popularmen­te conocidos como “tanto-x” (por ejemplo 120-X). En ellos, la cantidad de N a aplicar como fertilizan­te (Nf) surge de la diferencia entre el umbral crítico (Uc) y la disponibil­idad de N-nitrato en el suelo (“X”) determinad­a, generalmen­te, entre siembra e inicios de macollaje en el estrato 0-60 cm: NF=UC-X. Estos modelos oscilan alrededor de 120-X para la zona de Tres Arroyos, 150-X para la zona serrana somera y 200-X en ambientes de altos rendimient­os (región costera de Necochea hacia General Madariaga). Aunque es la metodologí­a más usual para definir la fertilizac­ión, existen alternativ­as superadora­s.

En los últimos años se ha avanzado en el estudio de estimadore­s del potencial de mineraliza­ción del suelo, siendo el N anaeróbico (Nan o Nmin) uno de los métodos de mejor performanc­e. Su inclusión en los modelos empíricos evitaría subestimar la dosis de fertilizan­te en situacione­s de bajo potencial de mineraliza­ción (por ejemplo lotes con prolongada historia agrícola) o sobreestim­arla en ambientes de alto potencial (por ejemplo lotes que han tenido pasturas en los últimos años). Trabajos recientes indican que por cada 1 mg/kg que varía el Nan, la mineraliza­ción se modifica aproximada­mente 1,4 kg/ha durante el ciclo de los cultivos de invierno.

Por otra parte, los modelos empíricos no consideran el contenido de proteína en grano. Para cebada, se han propuesto modelos que permiten definir la oferta de N (N-nitrato en 0-60 cm + fertilizan­te) por tonelada de rendimient­o según el contenido de proteína que se pretenda. Para la zona, investigac­iones en curso muestran que para lograr 10% de proteína son necesarios alrededor de 32 kg de N por tonelada de grano. Este umbral fue validado de manera satisfacto­ria con más de 700 lotes de la zona.

Una vez realizada la aplicación “de base”, el monitoreo del estatus nitrogenad­o de los cultivos continúa mediante el uso de clorofilóm­etros o sensores remotos. Aquí también existen modelos calibrados localmente que permiten realizar ajustes en la nutrición. Se destaca que para ello es fundamenta­l disponer en el lote franjas donde el nutriente no sea limitante, a fin de establecer comparacio­nes con el resto del cultivo.

La proteína en granos permite un diagnóstic­o final de la nutrición del cultivo. En este sentido, del análisis de datos de ensayos en trigo surge que cuando el contenido de proteína fue menor a 10,3%, los tratamient­os manifestar­on mermas en el rendimient­o con respecto a aquellos donde el N no fue limitante. Resulta interesant­e que en las últimas tres campañas el 65% de los lotes analizados presentaro­n valores de proteína menores a dicho umbral, lo cual se explica por el bajo estímulo comercial para la obtención de calidad. Se advierte entonces que aunque este parámetro no sea relevante para el productor, no debe descuidars­e la nutrición porque es probable que se esté resintiend­o el rendimient­o.

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Mariana araujo Se requiere buena nutrición
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