un verdadero flagelo entre los más jóvenes
El 54% de los damnificados en siniestros tiene menos de 35 años
El sábado pasado por la noche, dos jóvenes rugbiers, Bruno (24) y Guido (33), que viajaban hacia el sur de vacaciones, a altísima velocidad, chocaron frontalmente contra una camioneta conducida por Agustina, de 25 años, que viajaba con su novio Antonio (25) en dirección contraria. Los cuatro jóvenes murieron por la fuerza del impacto, que destrozó ambos vehículos. El velocímetro del Toyota en el que viajaban los rugbiers quedó clavado en 160 km/h. Ocurrió en la ruta nacional 188, cerca de la ciudad bonaerense de Lincoln.
“Se desconocen las causas por las que el vehículo de los rugbiers se cruzó de carril para impactar contra la camioneta pero, de acuerdo a la información disponible hasta el momento, la velocidad excesiva ha sido determinante para el fatal desenlace. Un choque frontal a alta velocidad no da margen de maniobra ni posibilidades para otro final. Una tragedia más, que cercena la vida de cuatro jóvenes dejando un profundo dolor en todos los que los amaban.”
Estas palabras del último comunicado de la Asociación Civil Luchemos por la Vida no pueden ser más elocuentes para corporizar, para poner en un doloroso contexto humano, el flagelo que significan los accidentes viales.
Hace pocos días, la Defensoría del Pueblo porteña reveló que el 54% de los damnificados por siniestros de tránsito en la Capital (9094 en 2017) fueron menores de 35 años y de los 103 casos fatales, 48 eran de esa franja etaria. Más aún, según Luchemos por la Vida, unos 3900 jóvenes y niños fallecieron el año pasado en accidentes viales.
Las causas son vastamente conocidas, el problema es que las soluciones (educación vial de calidad, controles eficientes y otras), se mueven en cámara lenta.•