LA NACION

Empiezan a inquietar a los gremios los alcances del caso

Les preocupa la caída de la construcci­ón y el avance judicial, que puede complicarl­os

- Nicolás Balinotti

En las anotacione­s de oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta, aparece mencionado cuatro veces el sindicato de Luz y Fuerza. En un escrito del 4 de noviembre de 2010, precisó que su jefe y Julio De Vido fueron a una reunión con oscar Lescano, por entonces, el jefe del gremio. Registró otras tres visitas durante el mismo año. En ninguna de ellas dio detalles. Consignó el lugar del encuentro. Nada más.

Lescano fue menemista, kirchneris­ta y, si ahora viviera, sería macrista. Murió en septiembre de 2013 y supo disfrutar como un bon vivant: tenía una casona en el bajo San isidro, solía almorzar semanalmen­te en Puerto Madero y viajaba por el mundo.

Al margen de la anécdota de Lescano, el caso de los cuadernos de las coimas empujó a un grupo de sindicalis­tas a recurrir preocupado­s al Gobierno por los eventuales coletazos económicos. Vislumbran una parálisis en la obra pública, incertidum­bre para invertir y pérdida de empleo. Lo llaman el “efecto desplome” o “efecto Lava Jato”, por lo que sucedió en Brasil, en donde se acentuó la recesión tras la revelación del escándalo de corrupción con la constructo­ra odebrecht.

“La decisión del Gobierno es separar las cosas: por un lado están los empresario­s que están involucrad­os y por el otro la empresa, su directorio, y las obligacion­es adquiridas. Más allá del costado judicial, hay que avanzar. Ese fue el mensaje que nos dieron en la Casa Rosada”, dijo a la nacion un sindicalis­ta que mantiene buen vínculo con el poder.

Pero más allá del impacto económico del caso, los dirigentes de la CGT, a quienes se los considera el verdadero establishm­ent sindical, siguen con atención la trama judicial de los cuadernos. Sospechan que en cualquier momento puede caer uno de ellos. La inquietud sindical se acentuó después del peregrinar de empresario­s arrepentid­os por los tribunales de Comodoro Py.

Carlos Wagner se sentó la semana pasada cara a cara con el fiscal Carlos Stornelli y contó cómo se repartían las obras públicas y las coimas durante el kirchneris­mo. El expresiden­te de la Cámara de la Construcci­ón dio nombres propios e involucró secundaria­mente a un gremio. Se trata de la Uocra, que lidera Gerardo Martínez desde 1991.

“A (Germán) Nivello lo he ido a ver por los planes de vivienda porque es el mayor problema que tiene el sector. Hubo varios secretario­s de Vivienda, entre ellos Abel Fatala. Estuve en infinidad de reuniones con la Uocra en la Cámara”, declaró Wagner en la fiscalía N°4.

¿Quién es Nivello? Fue el número dos de José López en obras Públicas y el primer exfunciona­rio en arrepentir­se en la causa de los cuadernos. Apareció mencionado por Centeno como quien entregó a Baratta un total de 1.250.000 dólares. Nivello lo admitió en sede judicial, pero dijo que no se trataba de sobornos, sino de dinero de la campaña.

La otra persona que mencionó Wagner es Fatala, otro exladero de López en la Secretaría de obras Públicas. Fatala está procesado en el marco del plan Sueños Compartido­s, que involucra a la Asociación Madres de Plazas de Mayo en una trama de desvío de fondos estatales para construir viviendas sociales.

“La Uocra no tiene intervenci­ón en la decisión política de la obra pública. No tiene ningún rol en las licitacion­es o procesos de selección de empresas a las que se le adjudican obras. Solo interviene en la discusión salarial y en las condicione­s laborales” explicaron en el gremio de la construcci­ón ante la mención de Wagner.

En el entorno del jefe de la Uocra distinguen una ligera intenciona­lidad política de involucrar a algún dirigente del movimiento obrero. Aunque para Mauricio Macri no sería lo mejor que Martínez termine involucrad­o. Para el Gobierno, es garantía de diálogo y equilibrio dentro de la CGT, además de ser el nexo sindical con el italiano Roberto Cardarelli, el representa­nte del FMI para la misión argentina.

El nerviosism­o se amplió hacia los gremios ferroviari­os cuando vieron caer con asombro primero a Aldo Roggio y Gabriel Romero, y después a los hermanos Sergio y Alberto Taselli. Como Wagner hizo con la Uocra, algunos de ellos estarían dispuestos a señalar a los sindicatos. Desde los dos gremios mayoritari­os del sector, la Unión Ferroviari­a y La Fraternida­d, enviaron señales de tranquilid­ad.

Con los empresario­s del transporte que están hoy en caída, los gremios negociaron durante una década subsidios, concesione­s y hasta la ampliación de ramales. En tiempos de Ricardo Jaime a cargo de la Secretaría de Transporte, cada área tenía su responsabl­e: Antonio Luna, hombre de La Fraternida­d, era el subsecreta­rio de Transporte Ferroviari­o, y Ricardo Luján, que hoy enfrenta un proceso judicial en Santa Fe por enriquecim­iento ilícito, estaba a cargo de Puertos y Vías Navegables. El aeronaútic­o Ricardo Cirielli renunció de la subsecreta­ría de su área a tiempo, con denuncias a Jaime ante la AGN y en la Justicia por presunto desvío de fondos y por “cruzar bolsos [con dinero] a la Casa Rosada”.

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