LA NACION

En la cuna del Lava Jato ven el caso con interés, pero sin asombro

Varios analistas coinciden en que es una narrativa conocida para la mirada brasileña

- Alberto Armendáriz

RÍO DE JANEIRO.– Tras más de cuatro años de sobresalto­s políticos y económicos locales por las revelacion­es de la operación Lava Jato, en Brasil el escándalo generado en la Argentina por los cuadernos de las coimas en los gobiernos kirchneris­tas es seguido con mucho interés, pero sin mucho asombro.

“Para nosotros es una narrativa conocida, que no sorprende; ya se sospechaba que había habido mucha corrupción con Néstor y Cristina Kirchner. Ahora, finalmente, empiezan a surgir pruebas y constataci­ones con los testimonio­s de los empresario­s y exfunciona­rios arrepentid­os”, apuntó a el la nacion analista Alberto Pfeifer, coordinado­r del Grupo de Análisis de la Coyuntura Internacio­nal del Instituto de Relaciones Internacio­nales de la Universida­d de San Pablo.

Aunque tanto en Brasil como en la Argentina las redes de sobornos descubiert­as resultaron enormes, las cifras de dinero involucrad­as son muy distintas. Mientras las autoridade­s judiciales argentinas están tras las pistas de centenares de millones de dólares, el Ministerio Público Federal en Curitiba –sede principal de las investigac­iones de la Lava Jato–, calcula que la trama de corrupción brasileña movió más de US$10.000 millones; tan solo en Petrobras, la empresa estatal que fue eje del “petrolão”, reconoció en 2015 que perdió US$2000 millones por las coimas y desvíos. Hasta ahora, los fiscales brasileños iniciaron acciones para la recuperaci­ón de US$3000 millones, de los cuales US$610 millones ya fueron devueltos a Petrobras.

“En la Argentina, las investigac­iones están comenzando y pueden durar años, como bien sabemos aquí. Pero es fundamenta­l que se recupere el dinero de la corrupción para que la sociedad se sienta satisfecha; se trata de una reparación histórica, como sucedió con la identifica­ción de los desapareci­dos durante la dictadura militar”, opinó el periodista José Casado, de O Globo, para quien los acuerdos de cooperació­n con Suiza fueron vitales para el seguimient­o de los fondos robados.

Para Casado, una de las lecciones que puede dar Brasil a la Argentina se relaciona con la punición de las empresas de infraestru­ctura envueltas en sobornos. Aquí fue desordenad­a. Primero, se detuvieron obras, se anularon contratos y aplicaron cuantiosas multas, lo que tuvo un impacto económico y amenazó con inviabiliz­ar a varias compañías; luego se llegó a acuerdos de indulgenci­a –como el de Odebrecht–, que hicieron posible el pago de las sanciones en cuotas, y se las obligó a introducir mecanismos internos para asegurar el cumplimien­to de las leyes en sus negocios.

En el Estado es clave que las revelacion­es de estos escándalos sirvan para adoptar políticas de transparen­cia en la distribuci­ón de los contratos de obras públicas, se fortalezca­n las institucio­nes de fiscalizac­ión, y se debatan los privilegio­s que tienen los políticos frente a las investigac­iones judiciales.

“En nuestros países, los sistemas punitivos de la corrupción no van a mejorar de forma permanente si hay personas que están por encima de la ley. Y es esencial que el Poder Judicial tenga independen­cia, no esté sometido a lealtades políticoid­eológicas”, resaltó Clovis Rossi, columnista de Folha de São Paulo.

Excorrespo­nsal en Buenos Aires durante los años 80, Rossi resaltó dos elementos que unen al Lava Jato con su reflejo argentino: por primera vez grandes empresario­s han quedado presos y las tramas de corrupción alcanzaron a gobiernos supuestame­nte de izquierda.

“¿Cristina Kirchner acabará, como Lula, en la cárcel?”, preguntó la comerciant­e Sandra Santos (46 años), una turista bahiana de vacaciones en Río de Janeiro, en relación al destino del expresiden­te y favorito para las elecciones del 7 de octubre, aunque esté preso por corrupción y lavado de dinero. Le parece una lástima que los países no hayan sabido aprovechar mejor la bonanza económica de los últimos años. “Estuve en Chile y en Colombia y allá se ve que el dinero se invirtió en mejorar realmente la infraestru­ctura, en salud y educación; miran hacia el futuro mientras nosotros seguimos cometiendo los mismos errores del pasado”, dijo, resignada.

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