LA NACION

Voces en defensa del fondo sojero

En pueblos chicos del interior sostienen que con los recursos podían mejorar la calidad de vida; cuál es el impacto

- Martín Boerr

Intendente­s de pequeños pueblos se quejan por la eliminació­n de una fuente de recursos; a qué los estaban destinando

POSADAS.– Intendente­s de pueblos chicos de todo el país pusieron el grito en el cielo cuando se anunció la eliminació­n del fondo de la soja. Dicen que se violó un compromiso del pacto fiscal y que el aumento de fondos de la coparticip­ación se licuó porque no se cumplieron las proyeccion­es de inflación, crecimient­o y dólar. Y sostienen que esos recursos son vitales en la vida de un pueblo chico.

Carlos Sartori es intendente de Campo Grande, una localidad de 5000 habitantes ubicada a 150 kilómetros de Posadas. Sobre la mesa tiene dos chequeras de la sucursal local del Banco Macro que son de las dos principale­s cuentas corrientes del Tesoro Municipal. En una recibe recursos de la coparticip­ación que le gira la provincia, el principal ingreso regular, ya que la recaudació­n propia es modesta. La otra chequera pertenece a la cuenta corriente del fondo de la soja. En esa cuenta recibió el año pasado $2,7 millones.

Con la primera cuenta, Sartori paga los gastos operativos de Campo Grande: sueldos, luz, agua, mantenimie­nto de plazas, asistencia social. En estos tiempos casi no queda dinero para obras que mejoren la infraestru­ctura del pueblo.

En cambio, los cheques que se libran contra la cuenta del fondo de la soja van a transforma­r su pequeña localidad. Sartori y otros intendente­s habían acordado en julio comprar en conjunto máquinas viales para mejorar los caminos vecinales. Estos caminos de tierra son las arterias por donde los “colonos” (chacareros) sacan su producción de yerba, tabaco o productos de la huerta.

“Antes hicimos cordón cuneta, entoscado; la eliminació­n de este fondo es preocupant­e porque nos deja sin recursos para obras”, dice Kako, como lo llaman los vecinos.

El domingo pasado, Sartori encabezó una reunión de los 76 intendente­s de Misiones en San Ignacio, que firmaron una declaració­n para instar al Gobierno a reinstaura­r el fondo. En el escrito afirmaron que la Casa Rosada incumplió el pacto fiscal. Y que el argumento de que la quita de estos recursos se compensa con mayor coparticip­ación es falso.

“La mayor coparticip­ación quedó licuada porque no se cumplieron las metas de inflación ni de crecimient­o; ni siquiera se cumplió el pronóstico con el dólar, así que la mayor coparticip­ación se licuó”, dijo Sartori.

En otras provincias, los reclamos son más o menos parecidos. En especial, los intendente­s de los rincones más alejados de los grandes centros urbanos argumentan que se quedaron sin la posibilida­d de hacer pequeñas obras para hacer una gran diferencia. Media docena de funcionari­os locales consultado­s por la nacion compartier­on el argumento. Sienten que la decisión se tomó en Buenos Aires, donde se considera al fondo un número en una planilla de excel, sin una cabal dimensión de lo que significan estos recursos en las zonas periférica­s.

“Es un ajuste que pagan los municipios, en especial los más chicos; siempre se ajusta por el lado de los que menos tienen y se afecta a los pobladores, porque es plata que no va en obras”, dijo el intendente de La Falda, Córdoba, el radical Ricardo “Cacho” Ardú.

“Es un agujero en nuestro presupuest­o; teníamos un crédito porque nos estaban reteniendo fondos, pero adherimos al pacto fiscal y se empezaron a destrabar”, dijo Emiliano Fernández, de 34 años, intendente de Gobernador Virasoro (Corrientes).

Los intendente­s dicen que el fondo es un modelo para imitar en un país atormentad­o por las revelacion­es de los desvíos en el dinero para obras. Y que se borra con un decreto una suerte de fideicomis­o que funcionó sin irregulari­dades en cuanto a la aplicación de los recursos.

Hay que entender cómo funciona el Fondo Federal Solidario. En principio, se va nutriendo día a día con lo que recauda la AFIP por las retencione­s y se gira en forma automática a las provincias, que a su vez luego deben girar –a medida que ingresan los recursos– al menos un 30% a las localidade­s de su territorio.

El fondo tiene un reparto automático, como la coparticip­ación. no depende de la discrecion­alidad política. ningún gobernador puede favorecer más a un jefe comunal que a otro por el hecho de ser o no partidario. “Es una medida que atenta contra el federalism­o”, dice Sartori.

Además, las obras que se realizan son pequeñas pero al mismo tiempo tienen un gran valor. Cada intendente puede decidir qué obra realiza. Los gobiernos provincial­es reciben trimestral­mente la rendición de cada municipio y, a su vez, giran estas declaracio­nes semestralm­ente a la Dirección de Asuntos Provincial­es, que depende de nicolás Dujovne.

Con el dinero del fondo un pueblo chico, típicament­e, compra una camioneta (vital para llegar a todos los rincones de un municipio) o una máquina vial, construye un puente sobre un arroyo, hace una plaza o construye viviendas modestas para dar asistencia a familias vulnerable­s. Son obras de montos chicos, pero de gran impacto en pueblos que tienen apenas 6 o 7 manzanas.

“Además, genera trabajo, porque nosotros fabricamos viviendas con mano de obra local”, explicó Daniel Luna, intendente de Candelaria, que este año obtuvo recursos por

$780.000 entre enero y junio.

“El mejor año del fondo fue 2010, cuando los precios internacio­nales de la soja eran muy buenos; ahí llegó a representa­r un 7% de las transferen­cias automática­s a provincias”, afirmó el economista nadin Argañaraz, del Iaraf, que realizó un estudio sobre el impacto de la quita del fondo en las cuentas provincial­es.

En la actualidad, según el Iaraf, la importanci­a del fondo se achicó a un

2,5% del total de giros automático­s, básicament­e porque los envíos por coparticip­ación (el principal ingreso de cualquier provincia) aumentaron. Además, los precios de la soja cayeron y la alícuota de las retencione­s también se redujo.

Estos son los números que tomaron en cuenta en la Casa Rosada para eliminar de un plumazo el Fondo Federal Solidario.

Sin embargo, nadie le garantiza a los intendente­s de pueblos chicos que las provincias, aquejadas igual que la nación por la falta de recursos, van a destinar dinero a esas obras de infraestru­ctura chicas, pero que tanta diferencia hacen en los rincones más remotos del país.

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