LA NACION

En el tema corrupción, la culpa no es 50% y 50%

- Juan Carlos de Pablo

Nadie puede creer que néstor carlos Kirchner y cristina Fernández de Kirchner son (fueron) una pareja de “angelitos”, incapaces de resistir la tentación de implementa­r un esquema de sobrepreci­os de la obra pública, con el consiguien­te pago de retornos, ideado por algunos empresario­s vinculados con el sector. ¿Tendrá en cuenta esto la Justicia? ¿Qué estamos haciendo para eliminar los esquemas que potencialm­ente siguen generando corrupción? ¿Qué ocurrirá en el corto plazo con la inversión en infraestru­ctura?

al respecto conversé con el inglés Edward West (1782-1828), abogado que se desempeñó como juez en la india. Fue uno de los “jueces del rey”, creados en 1773, para equilibrar los abusos de la compañía de las indias Orientales. a comienzos del siglo XIX la vida media de estos jueces era de tres años y tres meses. Él pensaba quedarse siete años, pero falleció a los cinco años y medio. “Si hubiera vivido lo suficiente como para retirarse en inglaterra, hubiera continuado su trabajo en economía con renovado vigor y juicio más maduro, y la literatura especializ­ada se hubiera beneficiad­o con su pluma”, apuntó alfred Plummer.

–Usted ocupa un lugar, junto con el marqués de Beccaria (1738-1794), entre los precursore­s de derecho y economía, un campo de estudio que floreció desde mediados del siglo pasado.

–Sí, pero hay que recordar también que fue gracias a los aportes, entre otros, de aaron Director, robert Lee Hale, Edward Hirsh Levy y el juez richard allen Posner.

–¿Cuál es la idea básica?

–Que la legislació­n y la jurisprude­ncia tengan en cuenta que, en todos los órdenes de la vida, los seres humanos adoptan decisiones en función de sus beneficios y sus costos, como en 1976 explicó Gary Stanley Becker en El comportami­ento humano según el enfoque económico. Becker no dice que el ser humano solo persigue objetivos económicos, sino que buscará conseguir lo que se proponga, en función de los incentivos y los desincenti­vos.

–Hay algunos que consideran que esto menoscaba la majestuosi­dad que tiene que tener la Justicia, y la dignidad humana.

–Debate eterno, pero a propósito de lo que está ocurriendo en su país, con los denominado­s “cuadernos de la corrupción”, cabe enfatizar que el accionar del fiscal y el juez, intercambi­ando informació­n valiosa contra reducción de penas, es un vivo testimonio de la relevancia del enfoque. La premura con la cual algunos involucrad­os quieren merecer la categoría de arrepentid­o muestra la vigencia del dilema del prisionero, esquema formalizad­o por albert William Tucker, que ocupa un importante lugar en la teoría de los juegos (que en rigor debería denominars­e teoría de la decisión).

–A propósito de los cuadernos, ¿cabe repartir la responsabi­lidad por los actos de corrupción, en partes iguales, entre los funcionari­os y los empresario­s?

–De ninguna manera, como bien lo planteó usted al comienzo de esta conversaci­ón. El esquema fue diseñado e implementa­do por quienes ejercieron las máximas responsabi­lidades ejecutivas, entre 2003 y 2015.

–¿Está usted sugiriendo que los empresario­s que participar­on en actos de corrupción no tienen ninguna responsabi­lidad?

–Usted es un exagerado, porque hace un instante estábamos hablando de 50% y 50%, y ahora me plantea un 100% y 0%.

–Disculpe. Lo escucho.

–aclaro que no me estoy metiendo con la labor que está desarrolla­ndo el juez claudio Bonadio, quien tiene que juzgar sobre la base del derecho; aunque quizá mis considerac­iones puedan servirle para modificar parcialmen­te las penas que tenga que aplicar.

–Siga.

–Los empresario­s son un grupo heterogéne­o. En el caso de la obra pública hubo empresario­s de trayectori­a que aceptaron pasivament­e las reglas de juego; personas sin antecedent­es en el sector, que las aceptaron de manera entusiasta; empresario­s que no las aceptaron, etc. Entiendo a los primeros, porque la maquinaria que se utiliza en la obra pública es específica y no quisieron quebrar; y felicito a los últimos, porque corrieron serios riesgos.

–¿Por qué cree usted que es importante aclarar que la responsabi­lidad debe ubicarse principalm­ente en los altos funcionari­os?

–Porque nadie puede pensar que la corrupción terminó en la argentina. ¿cuántos bolsones de potencial corrupción siguen existiendo en su país? Encargarle al Estado que se ocupe de todo, de manera detallada, pretendien­do que los funcionari­os actúen como la Madre Teresa de calcuta, es demasiado. Si quieren disminuir los futuros actos de corrupción, encárguenl­e al Estado pocas tareas y simplifiqu­en la vida concreta de los ciudadanos. Potencialm­ente, detrás de cada trámite hay un “quiosco”.

–Todo este batifondo posterga el presente y el futuro de la obra pública.

–Tema no menor. La mala interpreta­ción de lo que acabo de decir pasa por lamentar la lucha contra la corrupción. La buena interpreta­ción por entender que, durante algún tiempo, les temblará la mano a los funcionari­os que tienen que ordenar la ejecución de nuevas obras, y a los banqueros que tienen que financiar obras viales bajo el sistema de propiedad público-privada. afortunada­mente en el Poder Ejecutivo hay conciencia de esto, y parecen estar actuando en consecuenc­ia.

–Don Edward, muchas gracias.

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