LA NACION

Tres altos por los senderos de la Puna

Caseríos de adobe, iglesias majestuosa­s, cerros sagrados y fiestas populares. Todo eso y mucho más, en una región enmarcada por paisajes de otro planeta

- Textos Guido Piotrkowsk­i

Mundos lejanos, geografías extremas, parajes inhóspitos. Caminos sinuosos, territorio­s ásperos, climas hostiles. Caseríos de adobe, pobladores que arrean sus llamas, que mascan coca, que hablan lento, pausado, bajito.

En la Puna, este rincón alto y seco del norte argentino que se extiende a Bolivia y más allá, que asciende a los cuatro mil metros sobre el nivel del mar, ahí donde el cielo parece fusionarse con la tierra, donde el barro se transforma en hogar, y la fe, corporizad­a en la Pachamama, se aferra a las montañas, vibra una fuerza natural.

En la Puna, nuestro desierto, donde nunca llueve, donde el agua es un bien escaso, hay que esquivarle al soroche –o mal de altura– que permanece latente al paso por esta región de belleza indómita donde falta el oxígeno, y es menester mascar la hoja de coca para paliar sus efectos. Una región que pese a sus adversidad­es, encandila tanto como el sol por estas latitudes.

La Puna argentina abarca fragmentos de las provincias de Jujuy, Salta, y Catamarca. No es fácil llegar a parajes como Casabindo, Tolar Grande o Laguna Blanca, pero el esfuerzo vale la travesía. Y es justamente el trayecto hacia cualquiera de estos destinos puneños, matizados por paisajes desolados y abrumadore­s, uno de los leitmotiv del viaje.

Cerros suavemente ondulados, que por acción u omisión de la luz cambian de color; y por acción de los minerales en su interior se tiñen de ocres, rojos y amarillos. Cerros cónicos, piramidale­s, triangular­es, cincelados por el ímpetu de los vientos, que constituye­n algunas de las montañas más altas de la Cordillera de los Andes.

Cerros sagrados, que en agosto, el mes de la Pachamama, se vuelven montañas de fe, un período muy especial para los pueblos originario­s del norte, que festejan con fervor a la madre tierra. En Laguna Blanca, el 1° de agosto se celebró la Fiesta de la Pachamama; mientras que en Casabindo, el día 15, aconteció el Toreo de la Vincha, una corrida de toros incruenta en honor de la Virgen; en tanto que en Tolar Grande, cada 31 se hace el cierre de la Fiesta Nacional de la Pachamama.

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