Las desgracias que unen a Macri y Cristina
Allá lejos, en la segunda mitad del año próximo, amanece una decisión preparada en estas horas oscuras, en la cerrazón más inhóspita de los dos principales rivales políticos de la Argentina. Por razones distintas que conviven en la misma realidad, Mauricio Macri y Cristina Kirchner pasan por su peor momento desde que en diciembre de 2015 intercambiaron sus roles en la presidencia y en el comando de la oposición.
La coincidencia temporal en la desgracia no los iguala ni los quita de la escena, pero los obliga a salir de los conflictos que les achican el futuro.
Macri tiene menos de un año para probar que se puede gobernar y ser candidato a la reelección sin poder mostrar resultados económicos. Como a todos los presidentes desde el restablecimiento de la democracia, lo persigue como una maldición la idea de que no hay soluciotento nes estables sin un estallido al final de una aparente estabilidad.
El Presidente gastó más de la mitad de su mandato en paliativos. Ahora quedó obligado a un ajuste impuesto por la realidad que lo enfrenta con su electorado. ¿Creyó que no convenía dar malas noticias al principio o nunca comprendió la dimensión de la crisis que recibía y, por lo tanto, no atinó a resolverla hasta que una corrida cambiaria desnudó la desconfianza de los mercados globales? En la combinación de soluciones voluntaristas y diagnósticos benévolos para una situación que acumula años de desvaríos populistas se agita la inflación, la recesión y el descon- social que ambas provocan.
Macri no es el principal responsable de la crisis, pero tendrá que hacerse cargo de no poder resolverla. Ese es su problema, y encontrar una respuesta que regenere expectativas en él es, con claridad, un objetivo político esencial si quiere otro mandato presidencial. La carrera presidencial se definirá, en gran parte, en la asignación de culpas por las desgracias económicas entre los que gobernaron antes y los que gobiernan ahora. Más, la construcción de una tercera alternativa electoral a Macri o a Cristina será posible solo si ambos son condenados por igual. En eso anda una parte del peronismo.
Justo cuando podía crecer a costa de los fallidos ensayos económicos de su adversario, Cristina tiene escrita en los cuadernos de las coimas la historia más tenebrosa de su pasado. Mientras las encuestas prometen que el tercio de apoyo que tiene no sufrirá mermas, la lógica conduce a pensar que será una dirigente limitada por un techo que le impedirá su crecimiento. Es la primera vez que coimeros de los dos costados del mostrador la señalan como la jefa del plan sistemático de saqueo iniciado por su marido.
¿Es tan alta la tolerancia social a la corrupción? Es bastante fácil establecer el nivel cuando está claro que para mantener su adhesión a Cristina, una parte importante de la dirigencia privilegia su capacidad para recaudar votos antes que el acuciante estado de sus causas judiciales.
La corrupción no se explica por sí misma, sino por la impunidad que la hace posible.